Lucas 4,31-37
"La Autoridad de Jesús en Cafarnaúm: Palabra que Enseña y Poder que Libera"
“31 Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. 32 Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. 33 En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y se puso a gritar con fuerza: 34 «¡Ah! ¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios». 35 Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio lo arrojó en medio de la gente y salió de él, sin hacerle ningún daño. 36 El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!». 37 Y su fama se extendía por toda la región.”
Contexto
Este pasaje del Evangelio de Lucas describe el comienzo del ministerio de Jesús en Cafarnaúm, la ciudad que se convertiría en su base de operaciones en Galilea, después de haber sido rechazado en su pueblo natal, Nazaret. La escena tiene lugar en la sinagoga, en sábado, el lugar y el tiempo central para la enseñanza religiosa judía. Lucas presenta aquí un resumen paradigmático del ministerio de Jesús: su enseñanza y su acción liberadora.
Tema Central
El tema central es la manifestación de la "autoridad" (exousía en griego) única de Jesús. Esta autoridad se revela en dos ámbitos: 1) En su enseñanza, que asombra a la gente porque es diferente a la de los escribas, es directa y personal. 2) En su poder sobre las fuerzas del mal, demostrando que su palabra no es solo instructiva, sino eficaz, capaz de liberar a las personas de la opresión demoníaca.
Aplicación a nuestra actualidad
La escena en la sinagoga de Cafarnaúm nos revela aspectos fundamentales de Jesús y de su acción en nuestras vidas hoy:
Una Enseñanza con Autoridad: "Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad". A diferencia de los escribas que citaban a otros rabinos, Jesús habla con una autoridad propia y directa. Su palabra tiene el peso de la verdad misma. Esto nos invita a acercarnos al Evangelio no como a un libro de opiniones, sino como a la Palabra viva de Dios que nos habla con autoridad y tiene el poder de transformar nuestra vida.
El Mal Reconoce a Jesús: "¡Ah! ¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret?... Yo sé quién eres: el Santo de Dios". Es una paradoja recurrente en los Evangelios: las fuerzas demoníacas reconocen la identidad divina de Jesús antes que muchas de las personas. El mal se siente amenazado y desenmascarado por la santidad de Jesús.
La Palabra que Libera: Jesús no entra en diálogo con el demonio. Con una orden breve y contundente, lo expulsa: "«Cállate y sal de este hombre»". Su palabra es performativa, es decir, realiza lo que dice. Esto nos llena de confianza: la palabra de Jesús, invocada con fe, tiene poder para liberarnos de nuestras propias "posesiones", de las fuerzas del mal, de los hábitos de pecado que nos oprimen.
Una Liberación que no Daña: "Salió de él, sin hacerle ningún daño". El poder de Jesús es un poder que libera y restaura, no que destruye. Busca siempre el bien de la persona.
El Asombro que Lleva a la Pregunta: "El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra?»". La manifestación del poder de Jesús no deja indiferente. Provoca un "temor" reverencial y lleva a la gente a preguntarse por la naturaleza de su palabra y de su persona. La acción de Dios en nuestra vida también debería llevarnos a un asombro renovado y a profundizar en la pregunta: ¿quién es realmente Jesús para mí?
Este pasaje nos presenta a Jesús como el Maestro autorizado y el Libertador poderoso. Su palabra tiene la doble capacidad de iluminar nuestra mente ("enseña con autoridad") y de sanar y liberar nuestro ser ("manda con poder a los espíritus impuros"). Es una invitación a acoger su enseñanza con un corazón abierto y a confiar en el poder de su palabra para liberarnos de todo lo que nos oprime.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera experimento yo la "autoridad" de la enseñanza de Jesús en mi vida? ¿Permito que su Palabra me instruya y me transforme?
¿Soy consciente de que la santidad de Jesús y su Evangelio son una "amenaza" para las fuerzas del mal que actúan en el mundo y en mi propio corazón?
¿Cuáles son los "demonios" (miedos, adicciones, mentiras, rencores) de los que necesito que Jesús me libere hoy con su palabra poderosa?
¿Confío realmente en que la palabra de Jesús tiene el poder de "callar y expulsar" el mal de mi vida?
¿La acción de Dios en mi vida o en mi comunidad me lleva al "asombro" y a preguntarme con mayor profundidad sobre el misterio de su palabra y de su poder?
Oración
Señor Jesús, que en la sinagoga de Cafarnaúm asombraste a todos con tu enseñanza y tu poder. Te pedimos que nos hables hoy con esa misma autoridad, para que tu Palabra ilumine nuestra mente. Y que con esa misma palabra poderosa, increpes a todos los espíritus impuros que nos oprimen, nos calles nuestros miedos y nos liberes de nuestras ataduras. Que, al experimentar tu poder salvador, podamos proclamar con asombro tu fama por toda nuestra vida. Amén.