Mateo 12,38-42
"El Signo de Jonás: El Juicio sobre la Generación Incrédula"
“38 Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: «Maestro, queremos que nos hagas ver un signo». 39 Él les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. 40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra. 41 El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás. 42 El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.”
Contexto
Este pasaje del Evangelio de Mateo se sitúa en medio de una creciente controversia entre Jesús y los líderes religiosos. Justo antes, Jesús había sido acusado de expulsar demonios por el poder de Belzebul (Mateo 12,24), una acusación que Él refutó enérgicamente. Ahora, a pesar de los innumerables milagros que ya ha realizado, algunos escribas y fariseos le exigen "un signo", probablemente un prodigio espectacular e innegable del cielo que demuestre su autoridad divina según los términos de ellos.
Tema Central
El tema central es la respuesta de Jesús a la demanda incrédula de un signo por parte de los líderes religiosos. Jesús rechaza su petición, calificando a su generación de "malvada y adúltera" (infiel a Dios), y anuncia que el único signo que se les dará será el "signo de Jonás". Este signo tiene un doble significado: 1) Profetiza su propia muerte y resurrección (tres días y tres noches en el seno de la tierra). 2) Sirve de base para un juicio comparativo: los paganos (los ninivitas y la Reina del Sur) que se convirtieron con una revelación menor (la predicación de Jonás, la sabiduría de Salomón) condenarán a la generación de Jesús, que no se convierte a pesar de tener ante ellos a "alguien que es más que Jonás" y "más que Salomón".
Aplicación a nuestra actualidad
Las duras palabras de Jesús a los escribas y fariseos nos interpelan también a nosotros hoy:
La Búsqueda de Signos Espectaculares vs. la Fe: La petición de un signo no siempre es un acto de fe. A veces, como en el caso de los fariseos, nace de un corazón incrédulo que exige a Dios que se someta a nuestras condiciones y nos dé pruebas espectaculares. Jesús nos invita a una fe que no depende de lo extraordinario, sino que sabe reconocer los signos que ya se nos han dado.
El Signo Supremo: la Muerte y Resurrección de Cristo: El "signo de Jonás", la muerte y resurrección de Jesús, es el signo definitivo y central de la fe cristiana. No hay signo más grande que este. Es el evento que ilumina toda la historia y revela el poder y el amor de Dios. Nuestra fe se apoya en este signo fundamental.
La Responsabilidad ante la Revelación: Jesús advierte que un mayor privilegio implica una mayor responsabilidad. Su generación tuvo el privilegio de ver y escuchar a Alguien "más que Jonás" y "más que Salomón", es decir, a Él mismo. Su falta de conversión era, por tanto, más grave que la de los paganos. Nosotros, que hemos recibido la plenitud de la revelación en Cristo y el testimonio de la Iglesia, tenemos una responsabilidad aún mayor. No podemos tomarlo a la ligera.
La Apertura de los "Paganos": El ejemplo de los ninivitas y la Reina del Sur es una llamada de atención. Ellos, siendo paganos, demostraron una mayor apertura de corazón y una mayor disposición a la conversión y a la búsqueda de la sabiduría que los líderes religiosos del propio pueblo de Dios. Esto nos advierte contra la ceguera y la arrogancia espiritual que puede nacer de la familiaridad con lo religioso. A veces, quienes consideramos "lejanos" pueden darnos lecciones de fe.
Conversión y Búsqueda de Sabiduría: La respuesta de los ninivitas fue la "conversión", y la de la Reina del Sur fue la "búsqueda de sabiduría". Estas son dos actitudes fundamentales que Jesús espera de nosotros. Estamos llamados a una conversión constante y a una búsqueda incesante de la sabiduría que se encuentra en Cristo.
Este pasaje es una seria advertencia contra la incredulidad y la dureza de corazón. Nos llama a centrar nuestra fe en el signo fundamental de la muerte y resurrección de Jesús, a ser conscientes de la gran responsabilidad que tenemos por haber recibido su revelación, y a cultivar siempre un corazón abierto a la conversión y a la búsqueda de la verdadera sabiduría, para que no seamos condenados por la fe de aquellos que, con menos, respondieron con más.
Preguntas para la reflexión
¿Busco yo a veces "signos" espectaculares de Dios, o me esfuerzo por profundizar en el "signo de Jonás", el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, como el centro de mi fe?
¿Soy consciente de la inmensa gracia (y responsabilidad) que he recibido al conocer a "alguien que es más que Jonás y más que Salomón"? ¿Mi vida refleja esta conciencia?
¿Me siento desafiado/a por la fe y la apertura de corazón de personas que no comparten mi misma tradición religiosa o que parecen "lejanas" a Dios?
¿Qué actitudes en mi vida necesitan "conversión" hoy, en respuesta a la predicación de Jesús que he recibido?
¿Con qué diligencia busco la "sabiduría" de Cristo en la Escritura y en la enseñanza de la Iglesia, como la Reina del Sur que viajó de lejos para escuchar a Salomón?
Oración
Señor Jesús, que eres más que Jonás y más que Salomón, líbranos de la incredulidad que exige signos según nuestros términos. Ayúdanos a centrar nuestra fe en el gran signo de tu muerte y resurrección, el "signo de Jonás". Danos un corazón humilde y abierto a la conversión, como el de los ninivitas, y un deseo ardiente de buscar tu sabiduría, como el de la Reina del Sur. Que no seamos una generación malvada y adúltera, sino un pueblo que te reconoce, te acoge y te sigue. Amén.