Mateo 20,20-28
"La Petición de los Hijos de Zebedeo: El Cáliz del Servicio y el Rescate por Muchos"
“20 La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto сon sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. 21 «¿Qué quieres?», le preguntó Jesús. Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda». 22 «No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?». Ellos respondieron: «Podemos». 23 «Ciertamente beberán mi cáliz, les dijo Jesús, pero no me corresponde a mí concederles que se sienten a mi derecha o a mi izquierda, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre». 24 Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. 25 Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de las naciones dominan a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su poder. 26 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; 27 y el que quiera ser el primero, que se haga esclavo de todos. 28 Así como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».”
Contexto
Este pasaje del Evangelio de Mateo se sitúa en un momento crucial: Jesús y sus discípulos están en su último viaje hacia Jerusalén, y Jesús acaba de anunciar por tercera vez su pasión, muerte y resurrección (Mateo 20,17-19). A pesar de este solemne anuncio de sufrimiento, la madre de Santiago y Juan (y ellos mismos) todavía tienen una comprensión mundana del "Reino" de Jesús, viéndolo en términos de poder y honor. Su petición provoca la envidia y la indignación de los otros diez discípulos, revelando que todos compartían, en el fondo, la misma mentalidad.
Tema Central
El tema central es la confrontación entre la mentalidad del mundo, que busca el poder, el honor y los primeros puestos, y la lógica radicalmente diferente del Reino de Dios, que se basa en el servicio, la humildad y el sacrificio. Jesús corrige la ambición de sus discípulos, les enseña que la verdadera grandeza consiste en hacerse "servidor" y "esclavo de todos", y se presenta a sí mismo, el Hijo del hombre, como el modelo supremo de este servicio, que culmina en la entrega de su vida "en rescate por una multitud".
Aplicación a nuestra actualidad
La enseñanza de Jesús en este pasaje sigue siendo una de las más desafiantes y necesarias para la vida cristiana en todo tiempo:
La Persistencia de la Ambición Mundana: A pesar de estar con Jesús y escuchar sus enseñanzas, los discípulos siguen pensando en términos de poder y estatus. La petición de la madre de los Zebedeo es un reflejo de una tentación muy humana que también nos afecta: buscar los primeros puestos, el reconocimiento, el prestigio, incluso en el ámbito de la Iglesia o del servicio a Dios.
El "Cáliz" del Sufrimiento: "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". Jesús redirige su deseo de "gloria" hacia la realidad de su "cáliz", que en la Biblia a menudo simboliza el sufrimiento y el destino que Dios asigna. La verdadera participación en la gloria de Cristo pasa necesariamente por la participación en su cáliz de sufrimiento y entrega. Ellos responden "Podemos" con una confianza quizás ingenua, pero Jesús confirma proféticamente su futuro martirio.
La Lógica Invertida del Reino: "Entre ustedes не debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga esclavo de todos". Esta es la "revolución" del Evangelio. Mientras el mundo define la grandeza como dominar a otros, Jesús la define como servir a otros. Ser "esclavo de todos" es el ideal máximo: una entrega total al bien de los demás, sin buscar nada a cambio.
Jesús, el Modelo Supremo de Servicio: "Así como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud". Jesús no enseña una teoría que Él no practique. Toda su vida fue un acto de servicio, y este servicio culmina en el acto supremo de dar su vida en la cruz como "rescate" (una palabra que evoca la liberación de un esclavo) por nosotros. Contemplar a Jesús lavando los pies o muriendo en la cruz es la lección definitiva sobre la verdadera grandeza.
El Peligro de la Envidia en la Comunidad: "Al oír esto, los otros diez se indignaron...". La indignación de los otros discípulos no nace de una piedad ofendida, sino de la envidia. Ellos también querían esos puestos. Esto muestra cómo la ambición y la búsqueda de poder son una fuente constante de división y conflicto en cualquier comunidad. La enseñanza de Jesús sobre el servicio es, por tanto, el único antídoto contra estas rivalidades.
Este pasaje es un llamado a una profunda conversión de nuestra mentalidad. Nos invita a dejar de medirnos con los criterios de poder del mundo y a adoptar los criterios del Reino de Dios: la humildad, el servicio desinteresado y la entrega sacrificial, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor, que encontró su máxima gloria en servir y dar la vida.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera la búsqueda de "los primeros puestos" (reconocimiento, estatus, poder) se manifiesta en mi propia vida, quizás de formas sutiles?
¿Estoy dispuesto/a a "beber el cáliz" de Jesús, es decir, a aceptar los sacrificios y las dificultades que conlleva un seguimiento auténtico de Él?
¿Cómo puedo yo hoy "hacerme servidor" o "esclavo" de los demás en mi entorno concreto (familia, trabajo, comunidad), poniendo sus necesidades antes que las mías?
Al contemplar a Jesús que "no vino para ser servido, sino para servir", ¿qué actitudes o acciones específicas de su vida me inspiran más a cambiar mi propia manera de actuar?
¿Cómo puedo ayudar a mi comunidad a superar las "indignaciones" y las rivalidades, fomentando una cultura de servicio mutuo en lugar de una de competencia?
Oración
Señor Jesús, que no viniste para ser servido sino para servir y dar tu vida en rescate por todos, líbranos de la ambición de poder y del deseo de los primeros puestos. Enséñanos que la verdadera grandeza se encuentra en hacerse servidor de todos. Danos la gracia de beber contigo el cáliz del servicio y del sacrificio, y de encontrar nuestra alegría no en dominar, sino en entregar nuestra vida por amor a Ti y a nuestros hermanos. Amén.