Colosenses 1,21-23
"Reconciliados en Cristo: La Condición de la Perseverancia en la Fe"
“21 Y ustedes mismos, que en otro tiempo eran extraños y enemigos de Dios a causa de sus pensamientos y sus malas obras, 22 ahora él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte, a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable. 23 Pero para esto es necesario que permanezcan firmes y bien cimentados en la fe, sin dejarse desviar de la esperanza transmitida por la Buena Noticia que han oído y que fue predicada a toda la creación que está bajo el cielo, y de la cual yo, Pablo, he llegado a ser ministro.”
Contexto
Este pasaje de la Carta a los Colosenses sigue inmediatamente al gran himno cristológico (Colosenses 1,15-20) donde Pablo ha exaltado la supremacía de Cristo en la creación y en la redención como reconciliador universal. Ahora, Pablo aplica directamente esta verdad universal a la experiencia concreta de los creyentes de Colosas, que eran en su mayoría de origen pagano. Les recuerda su estado pasado de alienación de Dios y les describe la maravillosa transformación que la obra reconciliadora de Cristo ha producido en ellos.
Tema Central
El tema central es la reconciliación de los creyentes con Dios, lograda a través de la muerte sacrificial de Cristo. Se destaca el contraste radical entre el pasado ("extraños y enemigos") y el presente ("reconciliados... santos, inmaculados e irreprochables"). Sin embargo, esta reconciliación no es un hecho mágico o automático; exige una respuesta humana: la perseverancia firme en la fe y en la esperanza del Evangelio como condición para alcanzar el objetivo final de ser presentados santos ante Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pablo son un resumen poderoso del antes, el ahora y el futuro de la vida cristiana, y nos interpelan profundamente:
Recordar Nuestro "Antes": "Ustedes... en otro tiempo eran extraños y enemigos de Dios a causa de sus pensamientos y sus malas obras". Es importante, no para quedarnos en la culpa, sino para avivar la gratitud, recordar nuestro estado sin Cristo. El pecado nos "aliena", nos hace "extraños" y nos pone en una postura de "enemistad" con Dios. Este reconocimiento de nuestra condición pasada nos ayuda a valorar la inmensidad de la gracia recibida.
El "Ahora" de la Reconciliación: "Ahora él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte...". La reconciliación es una obra enteramente de Dios a través del sacrificio real y concreto de Jesús ("su cuerpo carnal"). No es una idea, es un hecho histórico. Por la cruz, la barrera ha sido derribada y hemos sido traídos de vuelta a la amistad con Dios.
El Propósito de la Reconciliación: "...a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable". El objetivo de la reconciliación no es solo "no ir al infierno". Es algo mucho más positivo y hermoso: es nuestra santificación, nuestra transformación para poder estar en la presencia de Dios como una "ofrenda" agradable a Él. Dios nos reconcilia para hacernos santos.
La Condición Indispensable: la Perseverancia: "Pero para esto es necesario que permanezcan firmes y bien cimentados en la fe, sin dejarse desviar de la esperanza transmitida por la Buena Noticia...". Aquí está nuestra parte. La salvación es un don gratuito, pero no es irresistible. Requiere nuestra cooperación, nuestra perseverancia. Pablo usa la imagen de un edificio: debemos estar "firmes y bien cimentados" en la fe. Y como un viajero, no debemos "dejarnos desviar" del camino de la esperanza. ¿Es mi fe firme y está bien cimentada, o es inestable y se tambalea con cada nueva idea o dificultad?
Este pasaje es una llamada a una profunda gratitud y a una seria responsabilidad. Gratitud por la increíble obra de reconciliación que Cristo ha realizado por nosotros, sacándonos de un estado de enemistad y preparándonos para ser santos ante Dios. Y responsabilidad para "permanecer firmes" en esa fe, sin desviarnos de la esperanza del Evangelio que hemos recibido.
Preguntas para la reflexión
¿Dedico tiempo a recordar mi "antes" sin Cristo para avivar mi gratitud por el "ahora" de la reconciliación que Él me ha dado?
¿Qué significa para mí que el propósito de mi salvación sea ser presentado/a ante Dios como una "ofrenda santa, inmaculada e irreprochable"? ¿Cómo vivo esta vocación a la santidad?
¿Mi fe está "firme y bien cimentada", o siento que es inestable y se deja llevar fácilmente por las dudas o las nuevas ideologías?
¿Qué "desvíos" o tentaciones me alejan más de la "esperanza transmitida por la Buena Noticia" en mi vida diaria?
¿Cómo puedo yo hoy tomar una decisión concreta para "permanecer" más firmemente en la fe que he recibido?
Oración
Padre de misericordia, te damos gracias porque, cuando éramos extraños y enemigos tuyos, nos reconciliaste contigo por la muerte de tu Hijo Jesús. Gracias por llamarnos a ser una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable en tu presencia. Te pedimos que nos concedas la gracia de la perseverancia, para que permanezcamos siempre firmes y bien cimentados en la fe, sin dejarnos desviar nunca de la esperanza del Evangelio. Amén.