Mateo 5,33-37
"La Veracidad Radical: Que su Sí sea Sí, y su No sea No"
“33 Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás en falso, sino que cumplirás tus juramentos para con el Señor. 34 Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. 36 No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. 37 Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.”
Contexto
Este pasaje forma parte del Sermón del Monte (Mateo 5-7), donde Jesús expone la justicia mayor del Reino de los Cielos. Continúa la serie de antítesis ("Ustedes han oído que se dijo... Pero yo les digo...") en las que Jesús no anula la Ley Antigua, sino que la lleva a su plenitud y radicalidad. Después de tratar sobre el adulterio y el divorcio, Jesús ahora aborda la cuestión de los juramentos y la veracidad en el hablar.
Tema Central
El tema central es la llamada de Jesús a una veracidad y una integridad absolutas en la palabra, que van más allá de la simple prohibición de jurar en falso. Jesús prohíbe el juramento en sí mismo como una forma de reforzar la palabra, instando a sus discípulos a una transparencia tal que su simple "sí" o "no" sea suficiente y totalmente confiable. Cualquier añadido para dar más peso a la palabra proviene de una falta de veracidad o de la influencia del mal.
Aplicación a nuestra actualidad
Las enseñanzas de Jesús sobre los juramentos y la veracidad siguen siendo un desafío radical en un mundo donde a menudo la palabra se devalúa, se manipula o se usa con ligereza:
Más Allá de No Jurar en Falso: La Ley Antigua prohibía el perjurio (jurar en falso). Jesús va más allá: prohíbe el juramento mismo. ¿Por qué? Porque el juramento, al invocar a Dios o a cosas sagradas para garantizar la verdad de lo que se dice, puede implicar varias cosas:
Una falta de confianza en la propia palabra (necesita un "refuerzo").
Una posible irreverencia al usar el Nombre de Dios o cosas sagradas a la ligera.
Una mentalidad que crea diferentes "niveles" de verdad (lo que se dice bajo juramento es "más verdad" que la palabra cotidiana).
La Integridad de la Palabra: "Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no". Jesús llama a una coherencia total entre lo que se dice, lo que se piensa y lo que se hace. La palabra del discípulo debe ser tan veraz y confiable por sí misma que no necesite de juramentos para ser creída. Debe haber una correspondencia directa entre la palabra y la realidad.
La Presencia de Dios en Todo: Al prohibir jurar por el cielo, la tierra, Jerusalén o la propia cabeza, Jesús muestra que todas estas cosas están relacionadas con Dios y bajo su soberanía. Invocar estas cosas en un juramento es, indirectamente, invocar a Dios. Más profundamente, nos recuerda que vivimos constantemente en la presencia de Dios, por lo que toda nuestra palabra debe ser pronunciada con la seriedad y la veracidad que merece esa presencia.
Evitar lo que Viene del Maligno: "Todo lo que se dice de más, viene del Maligno". Los juramentos innecesarios, las exageraciones, las medias verdades, las excusas elaboradas, todo aquello que se añade para tratar de dar más fuerza a una palabra que debería ser veraz por sí misma, tiene su origen en la desconfianza, el engaño o la falta de integridad, que son obras del "Maligno".
Un Llamado a la Sencillez y la Transparencia: La enseñanza de Jesús nos conduce a una comunicación sencilla, directa y transparente. Si nuestro "sí" es verdaderamente sí, y nuestro "no" es verdaderamente no, no hay necesidad de adornos, juramentos o subterfugios.
Este pasaje es un desafío a vivir con una profunda integridad en nuestra comunicación. Nos llama a ser personas cuya palabra sea sinónimo de verdad, reflejando la veracidad de Dios mismo. Es un ideal alto, que requiere vigilancia constante sobre nuestra lengua y nuestras intenciones.
Preguntas para la reflexión
¿En qué medida mis palabras reflejan una total veracidad y coherencia, de modo que mi "sí" sea realmente sí y mi "no" sea realmente no?
¿En qué situaciones tiendo a usar "añadidos" (exageraciones, excusas, juramentos ligeros) para dar más fuerza a mis palabras, en lugar de confiar en la simple verdad?
¿Soy consciente de que toda mi vida y mis palabras se desarrollan en la presencia de Dios, y cómo influye esto en mi forma de hablar y de comprometerme?
¿Cómo puedo cultivar una mayor sencillez y transparencia en mi comunicación, evitando todo aquello que "viene del Maligno" (engaño, manipulación, falta de integridad)?
¿Qué pasos prácticos puedo dar para que mi palabra sea más confiable y refleje la veracidad a la que Jesús me llama?
Oración
Señor Jesús, Tú que eres la Verdad misma, ayúdanos a vivir en la verdad y a hablar con total integridad. Que nuestro "sí" sea siempre sí, y nuestro "no" sea siempre no, sin necesidad de juramentos ni añadidos que provengan del Maligno. Purifica nuestros labios y nuestros corazones para que nuestra palabra sea un reflejo de tu propia veracidad y construya confianza en nuestras relaciones. Amén.