Habacuc 1,2-3; 2,2-4
"El Clamor del Profeta y la Respuesta de Dios: El Justo Vivirá por su Fidelidad"
“1,2 ¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú me escuches? ¿Hasta cuándo clamaré a ti: «¡Violencia!», sin que tú me salves? 3 ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, y surgen querellas y disputas...
2,2 Y el Señor me respondió, diciendo: «Escribe la visión, grábala sobre unas tablas, de modo que se pueda leer de corrido. 3 Porque la visión aguarda el momento prefijado, ansía llegar a término y no fallará. Si parece que se demora, espérala; porque vendrá de una manera infalible y no tardará. 4 El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad».”
Contexto
El libro del profeta Habacuc es único porque no es principalmente un discurso de Dios al pueblo, sino un diálogo dramático entre el profeta y Dios. Habacuc vive en un tiempo de profunda crisis, probablemente a finales del siglo VII a.C., cuando el reino de Judá está sumido en la corrupción interna ("violencia", "iniquidad") y amenazado por el ascenso del Imperio Babilónico. El libro comienza con el clamor angustiado de Habacuc (1,2-3), que no entiende el silencio de Dios ante la injusticia. Dios le responde (1,5-11) que usará a los babilonios como instrumento de castigo. Esto deja a Habacuc aún más perplejo, preguntándose cómo un Dios justo puede usar a una nación aún más malvada para castigar a su pueblo. La segunda sección (2,2-4) es la respuesta fundamental de Dios a esta segunda queja.
Tema Central
El tema central es el diálogo entre la angustia humana ante el mal y la soberanía de Dios, que tiene un plan que se cumplirá a su debido tiempo. La respuesta de Dios a la perplejidad de Habacuc no es una explicación detallada de sus planes, sino un llamado a la esperanza paciente ("Si parece que se demora, espérala") y, sobre todo, a la fidelidad perseverante. La frase clave, "el justo vivirá por su fidelidad", se convierte en el principio de supervivencia espiritual en tiempos de crisis: no es el poder ni la astucia, sino la fe y la lealtad a Dios lo que asegurará la vida.
Aplicación a nuestra actualidad
El diálogo de Habacuc con Dios es un modelo para nuestra propia oración en tiempos de crisis, duda y aparente silencio de Dios:
La Oración Honesta del que Sufre: "¿Hasta cuándo, Señor...? ¿Por qué me haces ver la iniquidad...?". Habacuc no reprime su angustia ni su incomprensión. Se las presenta a Dios con una honestidad brutal. Nos enseña que es legítimo luchar con Dios en la oración, preguntarle, quejarnos, expresar nuestra perplejidad ante el mal y su aparente silencio.
La Promesa que Requiere Paciencia: "La visión aguarda el momento prefijado... Si parece que se demora, espérala...". La respuesta de Dios nos invita a la paciencia y a la confianza en sus "tiempos". Su plan de justicia y salvación tiene su propio ritmo, que no siempre coincide con nuestra impaciencia. La esperanza cristiana es, en gran medida, la virtud de saber esperar.
El Principio de la Vida: Vivir por la Fe: "El justo vivirá por su fidelidad (o 'fe')". Esta es la respuesta central de Dios y una de las frases más importantes de toda la Biblia (citada por San Pablo en Romanos 1,17 y Gálatas 3,11 como el pilar de la justificación por la fe). En medio del caos, de la violencia, de la aparente victoria del mal, ¿qué nos mantiene vivos espiritualmente? La respuesta es la fe, la fidelidad, la confianza inquebrantable en Dios, en su carácter y en sus promesas. No es entenderlo todo, sino aferrarse a Él.
Escribir la Visión: "Escribe la visión, grábala sobre unas tablas...". Dios quiere que su promesa sea clara, permanente y pública. La Palabra de Dios escrita es esa "tabla" a la que podemos acudir una y otra vez en tiempos de duda para recordar su promesa y fortalecer nuestra esperanza.
El profeta Habacuc nos enseña a ser "centinelas" (como se describe en 2,1) que, en medio de la oscuridad de la historia, claman a Dios con honestidad, esperan pacientemente su respuesta, y viven aferrados a la certeza de que su promesa no fallará y de que la única forma de sobrevivir y de tener vida verdadera es a través de una fidelidad inquebrantable a Él.
Preguntas para la reflexión
¿Cuáles son las "violencias" o "iniquidades" en el mundo o en mi vida que me hacen clamar a Dios: "¿Hasta cuándo, Señor?"?
¿Soy capaz de ser honesto/a con Dios en mi oración, expresándole mi perplejidad y mi angustia sin miedo?
¿Cómo vivo la "espera" de las promesas de Dios en mi vida? ¿Con una paciencia esperanzada o con una impaciencia ansiosa?
¿Qué significa para mí hoy "vivir por la fe/fidelidad"? ¿En qué momentos de mi vida esta confianza en Dios es mi principal sosten?
¿A qué "palabra" o "visión" de Dios necesito aferrarme hoy para mantener mi esperanza en medio de una situación que parece demorarse?
Oración
Señor, ¿hasta cuándo clamaré sin que me escuches? ¿Por qué parece que te quedas mirando la opresión? En medio de mi perplejidad, quiero, como tu profeta Habacuc, ponerme de pie y esperar tu respuesta. Graba en mi corazón tu promesa de que tu plan no fallará y de que, aunque se demore, llegará. Y dame, Señor, la gracia de vivir por la fe, de aferrarme a Ti con una fidelidad inquebrantable, porque sé que en esa confianza se encuentra la verdadera vida. Amén.