Jueces 9, 6-15
"La Parábola de Jotán: Los Árboles que Eligen un Rey"
“6 Todos los señores de Siquem y toda la casa de Miló se reunieron y proclamaron rey a Abimélec, junto a la encina de la estela que está en Siquem. 7 Cuando informaron de esto a Jotán, él subió a la cumbre del monte Garizim y gritó con voz potente: «¡Escúchenme, señores de Siquem, y que Dios los escuche a ustedes! 8 Un día, los árboles se pusieron en camino para ungir un rey que los gobernara. Y dijeron al olivo: “Sé tú nuestro rey”. 9 Pero el olivo les respondió: “¿Voy a renunciar a mi aceite, con el que se honra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?”. 10 Los árboles dijeron a la higuera: “Ven tú a reinar sobre nosotros”. 11 Pero la higuera les respondió: “¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme por encima de los árboles?”. 12 Los árboles dijeron a la vid: “Ven tú a reinar sobre nosotros”. 13 Pero la vid les respondió: “¿Voy a renunciar a mi vino nuevo, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?”. 14 Entonces, todos los árboles dijeron a la zarza: “Ven tú a reinar sobre nosotros”. 15 Y la zarza respondió a los árboles: “Si de veras quieren ungirme para que reine sobre ustedes, vengan a cobijarse a mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano”».”
Contexto
Este pasaje del libro de los Jueces contiene la primera parábola (o fábula) de la Biblia, conocida como la "Parábola de Jotán". El contexto es dramático y sangriento. Gedeón (Jerubaal), uno de los grandes jueces de Israel, ha muerto. Su hijo Abimélec, nacido de una concubina de Siquem, conspira con sus parientes maternos, asesina a sus setenta hermanastros (los hijos legítimos de Gedeón) y se hace proclamar rey en Siquem. Solo escapa el hermano menor, Jotán. Es Jotán quien, desde un lugar seguro en el Monte Garizim, grita esta parábola a los habitantes de Siquem como una denuncia profética y una maldición contra su traición y su elección de un líder indigno.
Tema Central
El tema central es una crítica mordaz contra la ambición de poder y la elección de líderes indignos. La parábola contrasta los árboles nobles y fructíferos (el olivo, la higuera, la vid), que rechazan el poder porque están ocupados en su vocación de dar fruto y servir, con la zarza inútil y dañina, que acepta gustosamente el poder y amenaza con destruir a los demás si no se someten a su sombra insignificante. La zarza representa a Abimélec, y los árboles nobles a los hijos legítimos de Gedeón (y, por extensión, a los líderes justos y servidores).
Aplicación a nuestra actualidad
La Parábola de Jotán es una poderosa advertencia política y espiritual que sigue siendo increíblemente relevante hoy en día:
La Vocación del Servicio Fructífero vs. la Ambición de Poder: El olivo, la higuera y la vid representan a las personas y a los líderes cuya vocación es "dar fruto": producir aceite que honra, frutos dulces, vino que alegra. Están tan dedicados a su propósito de servir y enriquecer a la comunidad que no tienen tiempo ni interés en "mecerse por encima de los árboles", es decir, en buscar el poder por el poder mismo. Es un modelo de liderazgo servidor, que encuentra su realización en el servicio y no en el dominio.
La Naturaleza de los Malos Líderes (La Zarza): La zarza no produce nada de valor. Es estéril, espinosa y peligrosa. Precisamente porque no tiene nada que ofrecer, está ansiosa por aceptar el poder y el honor. Representa a los líderes (políticos, religiosos, etc.) que, movidos por la ambición y la falta de verdaderas cualidades, buscan el poder para su propio engrandecimiento.
Las Falsas Promesas y Amenazas del Mal Liderazgo: "Vengan a cobijarse a mi sombra... de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y devorará los cedros del Líbano". La oferta de la zarza es ridícula: su "sombra" es insignificante y no ofrece verdadero refugio. Y su reinado se basa en la amenaza: la sumisión o la destrucción. Advierten sobre los líderes que prometen una falsa seguridad pero que, en realidad, solo traen opresión y destrucción, incluso para los más nobles ("los cedros del Líbano").
La Responsabilidad de Quienes Eligen: La parábola no solo critica a Abimélec (la zarza), sino también a los señores de Siquem (los árboles que eligen). Es una advertencia sobre la responsabilidad de elegir bien a nuestros líderes. Cuando se rechaza a los líderes nobles y servidores (o estos se autoexcluyen) y se opta por los ambiciosos e inútiles, las consecuencias son desastrosas para toda la comunidad.
Esta parábola es un llamado a un profundo discernimiento en la elección de nuestros líderes en todos los ámbitos de la vida. Nos invita a valorar a aquellos que están comprometidos con "dar fruto" y servir, y a desconfiar de aquellos cuya principal ambición es el poder y el dominio. Y para quienes tienen alguna posición de liderazgo, es un examen de conciencia: ¿soy un olivo que da aceite, una higuera que da dulzura, una vid que da alegría, o soy una zarza estéril que solo busca su propia exaltación?
Preguntas para la reflexión
Al pensar en los líderes que admiro (en la política, la Iglesia, la sociedad), ¿se parecen más a los árboles fructíferos o a la zarza? ¿Qué cualidades valoro en ellos?
¿En mi propia vida, estoy más enfocado/a en "dar fruto" (servir, crear, enriquecer a otros) o en "mecerme por encima de los árboles" (buscar estatus, reconocimiento, poder)?
¿Soy consciente de mi responsabilidad al elegir a mis líderes? ¿Busco a los "olivos" y a las "higueras", o me dejo seducir por las promesas de las "zarzas"?
¿Cómo puedo yo, en mi pequeño ámbito, cultivar un liderazgo de servicio que se parezca más al de los árboles nobles, centrado en el bien común y no en la propia ambición?
¿Qué "fuego" destructivo he visto salir de líderes-zarza que han sido elegidos en mi entorno o en el mundo? ¿Qué lección aprendo de ello?
Oración
Señor, Dios de la sabiduría, que por boca de Jotán nos advertiste sobre la elección de líderes indignos. Danos discernimiento para elegir siempre a aquellos que, como el olivo, la higuera y la vid, buscan dar fruto para el bien de todos, y no a las zarzas ambiciosas que solo traen opresión y destrucción. Y a nosotros, Señor, llámanos a ser árboles fructíferos en tu viña, dedicados al servicio y al amor, sin buscar el poder que domina, sino el que sirve y da vida. Amén.