Salmo 79(78), 1-5, 8-9
"El Lamento de Jerusalén: '¡No nos Tengas en Cuenta las Culpas de Nuestros Padres!'"
“1 Salmo de Asaf. ¡Oh Dios, los paganos han invadido tu herencia, han profanado tu santo Templo y han hecho de Jerusalén una ruina! 2 Entregaron los cadáveres de tus servidores como pasto a las aves del cielo, y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra. 3 Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén, y no hubo nadie que les diera sepultura. 4 Nos hemos convertido en la burla de nuestros vecinos, en el irrisión y el escarnio de los que nos rodean. 5 ¿Hasta cuándo, Señor, estarás enojado? ¿Arderá tu enojo como un fuego para siempre?... 8 ¡No nos tengas en cuenta las culpas de nuestros padres! Apresúrate a compadecerte de nosotros, porque estamos totalmente abatidos. 9 Ayúdanos, oh Dios, salvador nuestro, por la gloria de tu Nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu Nombre.”
Contexto
El Salmo 79 es un lamento comunitario, una oración de duelo nacional. El contexto histórico es, con toda probabilidad, la destrucción de Jerusalén y del Templo por los babilonios en el 587 a.C. El salmista describe con imágenes crudas y dolorosas la devastación de la ciudad santa, la profanación del Templo, la masacre de sus habitantes y la humillación ante las naciones vecinas. Es un clamor que brota de la más profunda catástrofe nacional y religiosa.
Tema Central
El tema central es un lamento desesperado y una súplica a Dios en medio de una catástrofe abrumadora. El pueblo se siente humillado, su herencia invadida y su Templo profanado. La oración se dirige a Dios preguntando "¿Hasta cuándo?" durará su ira, y le pide que no tenga en cuenta las culpas pasadas. La súplica final se basa no en los méritos del pueblo, sino en el honor del propio Nombre de Dios: se le pide que actúe "por la gloria de tu Nombre" y "a causa de tu Nombre".
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo, nacido de una tragedia histórica, da voz a nuestros propios lamentos comunitarios y personales ante el desastre, el escándalo o la ruina:
El Dolor ante la Profanación de lo Sagrado: "Los paganos han invadido tu herencia, han profanado tu santo Templo...". El salmista sufre no solo por la destrucción física, sino por la profanación de lo que es santo. Este sentimiento resuena hoy cuando vemos que lo sagrado es ridiculizado, cuando la Iglesia es herida por escándalos, o cuando los valores del Evangelio son pisoteados en nuestra sociedad.
La Pregunta Angustiosa: "¿Hasta Cuándo, Señor?": Esta es una de las preguntas más humanas y recurrentes de los salmos. Ante el sufrimiento prolongado o la aparente ausencia de Dios, es legítimo preguntar, clamar, expresar nuestra impaciencia y nuestro anhelo de que su ira (las consecuencias del pecado) cese.
No Quedar Atrapados en el Pasado: "¡No nos tengas en cuenta las culpas de nuestros padres!". El pueblo reconoce una historia de pecado, pero pide a Dios que no los defina por su pasado. Es una súplica para que la misericordia de Dios rompa el ciclo de la culpa y abra un nuevo futuro. También nosotros debemos pedir a Dios que nos libere del peso de nuestros pecados pasados y de las herencias negativas que arrastramos.
Reconocer la Propia Miseria: "...porque estamos totalmente abatidos". La oración sincera nace del reconocimiento de nuestra propia impotencia. Cuando llegamos al límite de nuestras fuerzas, estamos en la posición más adecuada para clamar a Dios y experimentar su salvación.
Apelar a la Gloria del Nombre de Dios: "Ayúdanos... por la gloria de tu Nombre... líbranos y perdona... a causa de tu Nombre". Este es el argumento más poderoso de la oración. No pedimos a Dios que nos ayude por nuestros méritos, sino para que su propio Nombre sea glorificado. Es como decir: "Señor, si nos dejas en esta ruina, ¿qué pensarán las naciones de Ti? Actúa para que todos vean que Tú eres un Dios salvador y fiel". Es una oración teocéntrica, no egocéntrica.
Este salmo es una oración para los tiempos de crisis profunda, cuando todo parece perdido. Nos enseña a lamentarnos con honestidad, a reconocer nuestra historia de pecado sin desesperar, a pedir la misericordia de Dios con urgencia, y a fundamentar nuestra esperanza última no en nosotros mismos, sino en el honor y la gloria del Nombre de Dios, que es nuestro Salvador.
Preguntas para la reflexión
¿Cuáles son las "ruinas" o "profanaciones" en mi vida, en la Iglesia o en el mundo que me llevan a clamar a Dios con el dolor del salmista?
En mis momentos de sufrimiento, ¿me atrevo a preguntarle a Dios con honestidad: "¿Hasta cuándo, Señor?"?
¿Hay "culpas del pasado" (personales o familiares) de las que necesito pedir a Dios que me libere para poder mirar hacia adelante?
¿Soy capaz de reconocer mi propia debilidad y de decir con el salmista: "estamos totalmente abatidos", como un paso para abrirme a la ayuda de Dios?
Cuando pido ayuda a Dios, ¿lo hago pensando solo en mi propio alivio, o soy capaz de pedirle que actúe "por la gloria de su Nombre", para que su bondad y su poder sean reconocidos?
Oración
Oh Dios, salvador nuestro, mira nuestra aflicción. ¿Hasta cuándo permitirás que tu herencia sea pisoteada y tu Nombre escarnecido? Apresúrate a compadecerte de nosotros, porque estamos totalmente abatidos. No nos tengas en cuenta nuestras culpas pasadas, sino ayúdanos, líbranos y perdona nuestros pecados, no por nuestros méritos, sino por la gloria de tu Nombre. Amén.