"Seguridad Eterna en las Manos del Padre y del Hijo"
«27 Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. 28 Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. 29 Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. 30 El Padre y yo somos uno».
Contexto
Este pasaje se encuentra dentro de una discusión de Jesús con las autoridades judías en Jerusalén, durante la Fiesta de la Dedicación (Hanukkah). Ellos le exigen que diga abiertamente si es el Mesías (Juan 10:24). Jesús responde que sus obras hablan por él, pero que ellos no creen porque no son de sus "ovejas". Estos versículos (27-30) describen entonces las características de sus verdaderas ovejas y, sobre todo, la relación íntima y la seguridad absoluta que tienen gracias a Él y a su unión con el Padre.
Tema Central
El tema central es la íntima relación recíproca entre Jesús (el Pastor) y sus seguidores (sus ovejas), y la promesa de Vida eterna y seguridad absoluta que Él les otorga, fundamentada en su propia unidad y poder compartido con Dios Padre. Se destaca la escucha, el conocimiento mutuo, el seguimiento, el don de la vida imperecedera y la doble protección invencible de las manos de Jesús y del Padre.
Aplicación a nuestra actualidad
Estas palabras de Jesús nos ofrecen una profunda seguridad y una llamada clara. Primero, nos invitan a escuchar su voz. En medio de tantas voces que nos hablan hoy (medios, sociedad, nuestras propias preocupaciones), ¿cómo discernimos y escuchamos la voz del Buen Pastor? Nos habla en la oración, en su Palabra, en la enseñanza de la Iglesia, en las circunstancias de la vida, en la conciencia. Estar atentos a su voz es clave para ser su oveja. Segundo, Él nos conoce. ¡Qué consuelo saber que Jesús nos conoce íntimamente, con nuestras fortalezas y debilidades, y aun así nos llama suyos! Tercero, lo seguimos. La fe no es estática, es un caminar detrás de Él, confiando en su guía. Cuarto, la promesa es inmensa: Vida eterna y seguridad total. Nada ni nadie ("nadie las arrebatará") puede quitarnos de su amor y protección si permanecemos unidos a Él. Esta doble seguridad ("mis manos", "las manos de mi Padre") es absoluta porque Jesús y el Padre "son uno", comparten el mismo poder y amor. Esta verdad puede ser un ancla poderosa contra nuestros miedos, ansiedades e inseguridades. ¿Qué sentimientos me genera saber que estoy seguro/a en esas manos todopoderosas y amorosas?
Preguntas para la reflexión
¿Cómo intento yo activamente "escuchar la voz" de Jesús en mi vida diaria? ¿Qué me ayuda o me dificulta hacerlo?
¿Qué significa para mí, de forma personal, saber que Jesús "me conoce"? ¿Cómo afecta eso mi forma de relacionarme con Él?
¿De qué manera concreta estoy llamado/a a "seguir" a Jesús hoy en mis decisiones y actitudes?
Cuando me siento inseguro/a, con miedo o amenazado/a, ¿cómo puedo recordar y aferrarme a la promesa de que estoy seguro/a en las manos de Jesús y del Padre?
¿Cómo impacta en mi confianza y mi esperanza saber que Jesús y el Padre "son uno" en su poder y amor por mí?
Oración
Señor Jesús, Buen Pastor, gracias por llamarme a ser de tus ovejas. Ayúdame a escuchar siempre tu voz en medio del ruido del mundo y a seguirte con fidelidad. Qué consuelo tan grande saber que me conoces íntimamente y que me ofreces Vida eterna. Te pido que fortalezcas mi fe para confiar sin dudar en la seguridad absoluta de tus manos y las manos del Padre, sabiendo que Tú y Él son uno y que nada podrá arrebatarme de vuestro amor. Amén.