"El Mandamiento del Amor: Amistad con Jesús y Dar Fruto"
“9 Como el Padre me amó, así los he amado yo. Permanezcan en mi amor. 10 Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11 Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes, y la alegría de ustedes sea perfecta. 12 Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. 13 No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. 14 Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. 15 Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. 16 No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero, para que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo conceda. 17 Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.”
Contexto
Este pasaje es parte del Discurso de Despedida de Jesús a sus discípulos durante la Última Cena, según el Evangelio de Juan (capítulos 13-17). Justo antes de estos versículos, Jesús ha usado la alegoría de la vid y los sarmientos (Juan 15,1-8), enfatizando la necesidad de permanecer unidos a Él para dar fruto. Ahora, Jesús profundiza en la naturaleza de esa unión: está fundamentada en el amor, un amor que fluye del Padre al Hijo, y del Hijo a los discípulos, y que debe manifestarse en el amor mutuo entre ellos. Es un momento de intimidad, revelación y encargo antes de su pasión.
Tema Central
El tema central es el amor como esencia de la relación con Jesús y entre sus discípulos. Este amor no es un mero sentimiento, sino un mandamiento activo que implica guardar sus palabras, culminando en el amor sacrificial ("dar la vida"). Permanecer en este amor transforma la relación de siervos a amigos, y es la fuente de la verdadera alegría y del fruto duradero para el cual han sido elegidos y destinados.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Jesús nos invitan a una profunda reflexión sobre el fundamento de nuestra vida cristiana.
Fuente y Modelo del Amor: El amor de Jesús por nosotros tiene su origen en el amor del Padre por Él. Este amor divino es el modelo: estamos llamados a amar "como yo los he amado". Esto nos desafía a ir más allá de un amor superficial o condicionado, hacia un amor que se entrega, que sirve, que está dispuesto incluso al sacrificio por el bien del otro. Es un amor que busca el mayor bien del otro.
Permanecer en el Amor: "Permanecer" es una palabra clave. No es un encuentro pasajero, sino una morada constante en su amor. Esto se cultiva guardando sus mandamientos, especialmente el del amor mutuo. Es un llamado a examinar si nuestras decisiones y acciones diarias nos mantienen unidos a ese amor o nos alejan de él. ¿Dónde estoy poniendo mis energías para cultivar esta permanencia?
De Servidores a Amigos: La transformación que Jesús ofrece es radical. Ya no somos simples "servidores" que obedecen sin comprender, sino "amigos" a quienes Él ha revelado los secretos del Padre. Esta amistad implica confianza, intimidad y un conocimiento compartido. Nos invita a cultivar esa amistad con Jesús a través de la oración, la escucha de su Palabra y el diálogo sincero con Él.
Elegidos para Dar Fruto Duradero: No nos hemos elegido a nosotros mismos; Él nos ha elegido. Esta elección tiene un propósito: "que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero". El amor vivido no es estéril, sino que produce frutos de bondad, justicia, paz, y evangelización que perduran. ¿Qué frutos estoy llamado a dar en mi vida, en mi familia, en mi trabajo, en mi comunidad, que reflejen el amor de Cristo y tengan un impacto duradero? La promesa de que el Padre concederá lo que pidamos en su Nombre está ligada a esta vida fructífera en el amor.
Este pasaje nos desafía a vivir centrados en el amor de Cristo, un amor que se recibe, se cultiva, se comparte y da frutos que glorifican a Dios.
Preguntas para la reflexión
¿De qué maneras concretas puedo yo cultivar ese "permanecer en el amor" de Jesús en mi vida diaria, más allá de los sentimientos?
Al pensar en el mandamiento de amarnos "como Jesús nos amó", ¿qué sacrificios o actos de amor concretos me siento llamado/a a realizar en mis relaciones esta semana?
¿Qué significa para mí, en la práctica, ser "amigo" de Jesús? ¿Cómo se manifiesta esa amistad en mis decisiones y prioridades?
Si he sido elegido/a para "ir y dar fruto duradero", ¿qué tipo de fruto creo que Dios espera de mí en mi situación actual y cómo puedo cultivarlo?
Oración
Señor Jesús, gracias por amarnos con el mismo amor con que el Padre te amó. Ayúdanos a permanecer en tu amor, guardando tus mandamientos y amándonos los unos a los otros como Tú nos has enseñado. Concédenos la gracia de vivir como tus amigos, conociendo y compartiendo los tesoros del Padre. Impúlsanos a ir y dar fruto abundante y duradero, para que tu alegría sea perfecta en nosotros y el mundo crea en tu amor. Amén.