Lucas 9,51-56
"El Rostro Firme hacia Jerusalén y el Rechazo al Fuego Vengador"
“51 Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén 52 y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. 53 Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. 54 Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?». 55 Pero él se dio vuelta y los reprendió. 56 Y se fueron a otro pueblo.”
Contexto
Este pasaje marca un punto de inflexión decisivo en el Evangelio de Lucas. Con la frase solemne "Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo", Lucas inicia la larga sección de la "subida a Jerusalén" de Jesús, que abarcará casi diez capítulos (hasta Lucas 19,28). Este no es un simple viaje geográfico, sino un peregrinaje teológico hacia el cumplimiento de su misión: su pasión, muerte, resurrección y ascensión ("su elevación"). El primer incidente en este camino es el rechazo en una aldea samaritana, que provoca una reacción violenta de sus discípulos y una corrección fundamental por parte de Jesús.
Tema Central
El tema central tiene dos facetas. Primero, la determinación inquebrantable de Jesús de enfrentar su destino en Jerusalén ("se encaminó decididamente", literalmente "endureció su rostro"). Segundo, la enseñanza de Jesús sobre la no violencia y el rechazo a la venganza, corrigiendo la mentalidad de sus discípulos, quienes, ante la hostilidad, reaccionan con un celo vengativo, proponiendo un castigo divino al estilo del profeta Elías.
Aplicación a nuestra actualidad
La actitud de Jesús en este pasaje es un modelo fundamental para nuestra propia vida como discípulos:
La Determinación en la Vocación: "Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén". Jesús no se desvía de su misión, aunque sabe que el camino a Jerusalén es el camino a la cruz. Afronta su vocación con una libertad y una determinación absolutas. También nosotros estamos llamados a caminar con esta misma "firmeza de rostro" en nuestra propia vocación, a no dejarnos desviar por los obstáculos o por la búsqueda de caminos más fáciles.
El Rechazo como Parte del Camino: El primer pueblo en el camino a Jerusalén lo rechaza. El camino del discípulo no está exento de rechazo, de incomprensión, de "puertas cerradas". Este incidente nos prepara para no desanimarnos cuando nuestros esfuerzos por hacer el bien o anunciar el Evangelio son rechazados.
La Tentación del "Fuego del Cielo": La reacción de Santiago y Juan ("¿quieres que mandemos caer fuego del cielo?") es muy reveladora. Es la tentación de usar el "poder de Dios" para castigar, para vengarse, para imponer la verdad por la fuerza. Es un "celo amargo", una intolerancia que se disfraza de piedad. ¿Cuántas veces, ante la ofensa o el rechazo, nuestro primer impulso es desear un "fuego del cielo" sobre quienes nos contrarían?
La Reprensión de Jesús y el Camino de la Misericordia: "Pero él se dio vuelta y los reprendió". Jesús rechaza de plano esta mentalidad. Su camino no es el de la destrucción, sino el de la salvación. Él mismo recibirá el rechazo de Jerusalén y no pedirá fuego del cielo, sino que orará: "Padre, perdónalos". Nos enseña que el método del Reino de Dios no es la violencia ni la coerción, sino la paciencia, la misericordia y la invitación.
La Alternativa Pacífica: "Y se fueron a otro pueblo": La solución de Jesús es simple, pacífica y práctica. Ante el rechazo, no hay drama ni venganza; simplemente, continúan su camino. Es un modelo de libertad interior. No nos obliga a quedarnos donde no nos reciben, ni nos permite destruir a quienes nos rechazan.
Este pasaje es una poderosa lección sobre la naturaleza de la misión cristiana. Se emprende con determinación, se afronta el rechazo con serenidad, y se rechaza por completo la violencia y la venganza como respuesta. Es una invitación a purificar nuestro celo, para que sea un reflejo de la misericordia de Jesús y no de nuestra propia ira.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera estoy yo caminando "decididamente hacia Jerusalén" en mi vida, es decir, asumiendo mi vocación y sus consecuencias con determinación y libertad?
¿Cómo reacciono yo ante el "rechazo" en mi vida, ya sea en el ámbito de la fe o en mis relaciones personales? ¿Me desanimo, me enfado, o soy capaz de "irme a otro pueblo" en paz?
¿He sentido alguna vez la tentación de Santiago y Juan de desear un "fuego del cielo" sobre aquellos que me ofenden o que rechazan mis valores?
¿Cómo puedo yo cultivar una respuesta más parecida a la de Jesús, rechazando la venganza y optando por la misericordia y la paciencia?
¿Qué significa para mí que Jesús haya "reprendido" esta actitud en sus discípulos más cercanos? ¿En qué me siento yo "reprendido/a" hoy por Él?
Oración
Señor Jesús, que te encaminaste decididamente a Jerusalén para cumplir la voluntad del Padre, danos también a nosotros la fortaleza para seguir nuestra vocación sin desviarnos. Cuando encontremos el rechazo, líbranos de la tentación de la ira y del fuego vengador. Reprende en nosotros todo celo amargo y enséñanos a responder con tu misma paciencia y misericordia, continuando nuestro camino en paz, para anunciar tu Reino de amor. Amén.