2 Timoteo 1, 6-8, 13-14
"Reaviva el Don de Dios: Espíritu de Fortaleza, Amor y Valentía en el Testimonio"
“6 Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. 7 Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. 8 No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios... 13 Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. 14 Conserva el precioso depósito de la fe, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.”
Contexto
Este pasaje se encuentra al inicio de la Segunda Carta a Timoteo, una de las "cartas pastorales" de San Pablo. Se considera la última carta de Pablo, su "testamento espiritual", escrita desde la prisión en Roma poco antes de su martirio. El tono es íntimo y apremiante. Pablo, consciente de su inminente partida, quiere fortalecer a su discípulo amado, Timoteo, quien parece estar atravesando un momento de dificultad o de timidez en su ministerio en Éfeso, en un ambiente de creciente oposición y falsas doctrinas.
Tema Central
El tema central es una exhortación apasionada a la valentía y a la fidelidad en el ministerio. Pablo anima a Timoteo a "reavivar" el don espiritual que ha recibido, recordándole que el Espíritu Santo no es de temor, sino de fortaleza, amor y sobriedad. Le pide que no se avergüence de dar testimonio de Cristo ni de asociarse con Pablo, su maestro encarcelado, sino que esté dispuesto a sufrir por el Evangelio. Esta fidelidad se concreta en conservar firmemente la "sana doctrina" ("precioso depósito") con la ayuda del mismo Espíritu.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pablo a Timoteo son un tónico poderoso para nuestra propia fe, especialmente cuando enfrentamos el miedo, el desánimo o la tentación de diluir nuestro testimonio:
"Reaviva el Don de Dios": "Reavivar" es la imagen de soplar sobre las brasas para que el fuego no se apague. El don del Espíritu que recibimos en el Bautismo y la Confirmación no es una posesión estática; es un fuego que necesita ser alimentado y avivado constantemente a través de la oración, los sacramentos, el servicio y la fidelidad. ¿Estoy dejando que el "fuego" del Espíritu en mí se apague por la negligencia o el desánimo?
El Antídoto contra el Temor: "El Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad". Esta es una de las afirmaciones más liberadoras del Nuevo Testamento. El miedo, la timidez y la cobardía que a menudo nos paralizan para dar testimonio no vienen de Dios. El Espíritu de Dios nos da fortaleza (dynamis, poder), amor (agape, caridad desinteresada) y sobriedad (dominio propio, buen juicio, equilibrio). Cuando sintamos miedo, debemos invocar a este Espíritu.
No Avergonzarse del Testimonio y del Sufrimiento: "No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí... Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos...". La vergüenza o el "respeto humano" es una de las mayores tentaciones contra el testimonio. Pablo nos llama a superar la vergüenza y a estar dispuestos a "compartir los sufrimientos" por el Evangelio, viendo la asociación con el sufrimiento de Cristo y de sus testigos como un honor, no como una desgracia.
Conservar el "Precioso Depósito": "Toma como norma las saludables lecciones... Conserva el precioso depósito de la fe...". Hemos recibido un "tesoro", la fe de los apóstoles. Tenemos la responsabilidad de conservarlo íntegro, de no alterarlo con nuestras propias ideas o con las modas del mundo.
Con la Ayuda del Espíritu Santo: ¿Cómo podemos hacer todo esto? Pablo da la clave: "...con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros". No es por nuestras propias fuerzas. La misma fuente de nuestra valentía es también la que nos ayuda a ser fieles a la verdad.
Este pasaje es una llamada a la acción y a la confianza. Nos desafía a salir de nuestra timidez, a reavivar el fuego del Espíritu en nosotros, a dar testimonio de Cristo sin vergüenza, a ser fieles a la sana doctrina y a confiar en que el mismo Espíritu que nos da la fuerza es el que nos ayuda a perseverar.
Preguntas para la reflexión
¿Qué "brasas" del don de Dios en mi vida (dones, carismas, mi vocación) necesito hoy "reavivar" con la oración y el compromiso?
¿En qué situaciones el "espíritu de temor" me paraliza? ¿Cómo puedo invocar con más fe al Espíritu de "fortaleza, amor y sobriedad" en esos momentos?
¿Me he avergonzado alguna vez de "dar testimonio del Señor" o de asociarme con la Iglesia por miedo a lo que otros pudieran pensar?
¿Valoro la fe que he recibido como un "precioso depósito" que debo conservar y transmitir fielmente?
¿Confío en la "ayuda del Espíritu Santo que habita en mí" para ser valiente en mi testimonio y fiel en mi vida cristiana?
Oración
Señor, que por la imposición de las manos de tus apóstoles nos has dado el don de tu Espíritu. Te pedimos que reavives en nosotros ese fuego. Líbranos de todo espíritu de temor y llénanos de fortaleza, de amor y de sobriedad. Que nunca nos avergoncemos de dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo ni de sus sufrimientos. Ayúdanos, con la fuerza de tu Espíritu que habita en nosotros, a conservar el precioso depósito de la fe y a pelear el buen combate hasta el final. Amén.