2 Timoteo 4,6-8.17-18
"Combate Terminado, Fe Conservada: La Corona de Justicia y la Fuerza del Señor"
“6 Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima. 7 He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. 8 Sólo me queda recibir la corona de la justicia que me dará el Señor, el justo Juez, en aquel Día; y no solamente a mí, sino a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación... 17 Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. 18 El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.”
Contexto
Este pasaje pertenece a la Segunda Carta a Timoteo, una de las cartas pastorales de San Pablo. Se considera una de las últimas cartas escritas por el Apóstol, probablemente desde una prisión en Roma, poco antes de su martirio. Es una carta muy personal y conmovedora, en la que Pablo, sintiendo que su fin está cerca, anima a su discípulo amado Timoteo a perseverar en la fe y en el ministerio, a pesar de las dificultades y la creciente oposición. Estos versículos son una reflexión de Pablo sobre su propia vida y ministerio, su esperanza en la recompensa celestial y su confianza en la ayuda constante del Señor.
Tema Central
El tema central es la serena y confiada recapitulación de Pablo sobre su vida como un combate peleado, una carrera concluida y una fe conservada, mientras anticipa la "corona de la justicia" que recibirá del Señor. A pesar de las dificultades pasadas y la inminencia de la muerte, Pablo testifica de la fidelidad del Señor, quien estuvo a su lado, le dio fuerzas para proclamar el Evangelio y lo librará para su Reino celestial. La gloria final es para Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pablo, escritas al final de su vida y de su arduo ministerio, son una fuente de inmensa inspiración y un modelo para todo creyente:
La Vida como Combate y Carrera: "He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe". Pablo ve su vida cristiana y su ministerio como una lucha constante contra el mal y como una carrera de resistencia que requiere perseverancia. Lo importante no es solo comenzar, sino "pelear hasta el fin", "concluir la carrera" y, sobre todo, "conservar la fe" intacta a pesar de todas las pruebas. Esto nos llama a una vida de compromiso activo y perseverante.
La Esperanza en la Corona de Justicia: "Sólo me queda recibir la corona de la justicia que me dará el Señor, el justo Juez, en aquel Día". La "corona" es símbolo de victoria y recompensa. Pablo no espera una recompensa basada en sus propios méritos, sino en la justicia de Dios, que es fiel a sus promesas. Esta esperanza en la recompensa celestial es un poderoso incentivo para vivir fielmente. Y es una esperanza no solo para Pablo, sino "a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación (la venida de Cristo)".
La Fidelidad del Señor en la Debilidad: "Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas... Así fui librado de la boca del león". Aunque Pablo pudo haber sido abandonado por algunos hombres (como menciona en otros versículos), el Señor nunca lo abandonó. Él le dio la fuerza necesaria para cumplir su misión, incluso en medio de grandes peligros. Esta es una certeza para nosotros: aunque otros nos fallen o nos sintamos débiles, el Señor permanece fiel y nos fortalece.
Confianza en la Liberación y Preservación Final: "El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial". Esta no es una confianza en ser librado de todo sufrimiento terrenal, sino una certeza de la protección divina contra el "mal" último (la perdición) y de ser llevado seguro al Reino celestial. Es una confianza en la salvación final que Dios nos ha prometido.
La Gloria a Dios: "¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén". A pesar de su vida heroica y sus logros, Pablo desvía toda la gloria hacia Dios. Toda la obra, toda la fuerza, toda la salvación provienen de Él. Esta actitud de humildad y de dar toda la gloria a Dios es la marca de un verdadero siervo.
Las palabras de Pablo nos invitan a mirar nuestra propia vida con la perspectiva de la eternidad. Nos animan a vivir con valentía, a perseverar en la fe, a confiar en la ayuda constante del Señor y a esperar con amor su venida, sabiendo que nos espera una corona de justicia. Y, sobre todo, nos enseñan que toda nuestra vida debe ser para la gloria de Dios.
Preguntas para la reflexión
¿Cómo estoy yo "peleando mi buen combate" y "corriendo mi carrera" de fe en mi vida diaria? ¿Estoy "conservando la fe" en medio de los desafíos?
¿Qué tan viva está en mí la esperanza de la "corona de la justicia" y de la "Manifestación" gloriosa de Jesús? ¿Cómo influye esta esperanza en mis decisiones y prioridades?
¿Puedo yo recordar momentos en mi vida en los que "el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas", especialmente cuando me sentía débil o enfrentaba grandes dificultades?
¿Cómo puedo cultivar una mayor confianza en que "el Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial", a pesar de mis miedos o incertidumbres?
¿En qué medida mi vida refleja el deseo de que "a Él sea la gloria por los siglos de los siglos", buscando más la gloria de Dios que mi propio reconocimiento?
Oración
Señor Jesús, justo Juez, que preparas una corona de justicia para todos los que esperan con amor tu Manifestación, danos la gracia de pelear hasta el fin nuestro buen combate, de concluir nuestra carrera y de conservar la fe. Que, como tu apóstol Pablo, podamos experimentar tu presencia constante a nuestro lado, dándonos fuerzas en nuestras debilidades y librándonos de todo mal. Que toda nuestra vida sea para tu gloria, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.