Gálatas 6, 14-18
"La Cruz de Cristo: Única Gloria y Nueva Creación"
“14 Pero no permitas Dios que me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. 15 Porque lo que vale no es la circuncisión ni la incircuncisión, sino la nueva creación. 16 Para todos los que sigan esta norma, para el Israel de Dios, ¡paz y misericordia! 17 De ahora en adelante, que nadie me moleste, pues llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. 18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.”
Contexto
Este pasaje forma parte de la conclusión poderosa y personal de la Carta a los Gálatas. Pablo ha estado defendiendo apasionadamente el verdadero Evangelio de la salvación por la fe en Cristo, en contra de un grupo de "judaizantes" que intentaban obligar a los cristianos gentiles de Galacia a circuncidarse y a observar la Ley de Moisés. Después de sus extensos argumentos teológicos, Pablo concluye con esta declaración final, escrita, como él mismo dice, "con su propia mano". Contrasta su propia fuente de "gloria" —la Cruz de Cristo— con la "gloria" que sus oponentes buscan en la carne (la circuncisión).
Tema Central
El tema central es el rechazo radical de Pablo a todas las fuentes de gloria humana, especialmente las relacionadas con la observancia de la Ley, para proclamar la Cruz de Jesucristo como su única y suprema gloria. La Cruz provoca una ruptura definitiva con los valores del "mundo" e inaugura una "nueva creación", que es lo único que verdaderamente importa. Pablo presenta sus propios sufrimientos por Cristo —las "marcas de Jesús"— como el auténtico sello de su apostolado, en contraste con la marca física de la circuncisión promovida por sus oponentes.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras finales de Pablo a los Gálatas son una invitación a una profunda reevaluación de nuestras propias vidas y de aquello en lo que ponemos nuestro orgullo y nuestra seguridad:
Gloriarse solo en la Cruz: "No permitas Dios que me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo". Nosotros también tenemos nuestras propias "glorias": nuestros logros, nuestro estatus, nuestra reputación, nuestras posesiones, incluso nuestra piedad o nuestras virtudes. Pablo nos desafía a centrar nuestra vida en una única verdad: nuestra salvación, nuestro valor y nuestra esperanza se encuentran únicamente en el amor sacrificial de Cristo manifestado en la cruz. Es un llamado a encontrar nuestra identidad no en lo que hacemos, sino en lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Crucificados al Mundo: "Por la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo". La cruz crea una separación radical. Los valores del "mundo" (poder, prestigio, riqueza, autosuficiencia) ya no tienen poder sobre el creyente; están "muertos" para él. Y el creyente está "muerto" para su atractivo. Esta es una llamada a una profunda libertad interior, a no dejarnos seducir ni definir por los estándares del mundo.
La Nueva Creación: "Lo que vale... es la nueva creación". Al final, lo que realmente importa no son los ritos externos (como la circuncisión o su ausencia), sino la transformación interior que el Espíritu Santo obra en nosotros por la fe en Cristo. Ser una "nueva creación" significa pensar, amar y actuar de una manera nueva, según el corazón de Cristo. ¿Vivo como una "nueva creación", o sigo apegado/a a mi "viejo yo"?
Las Marcas de Jesús: "Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús". Las "marcas" de Pablo eran las cicatrices de las persecuciones y sufrimientos por causa del Evangelio. Eran su verdadero "tatuaje" de pertenencia a Cristo. Nuestras "marcas" hoy pueden ser los sacrificios que hacemos por nuestra fe, los malentendidos que soportamos, las veces que elegimos perdonar en lugar de odiar, las "muertes" a nuestro egoísmo. Estas son las verdaderas credenciales de nuestro discipulado.
Este pasaje es una llamada a vivir una fe centrada en la cruz, que nos libera de las vanas glorias del mundo, nos transforma en nuevas criaturas y nos marca con el sello del amor sacrificial de Cristo. Es un recordatorio de que nuestra verdadera valía y nuestra única gloria se encuentran en Aquel que se entregó por nosotros.
Preguntas para la reflexión
¿Cuáles son las cosas (logros, posesiones, reputación, etc.) en las que me siento tentado/a a "gloriarme" en mi vida, en lugar de gloriarme únicamente en la cruz de Cristo?
¿Qué significa concretamente para mí estar "crucificado/a al mundo"? ¿Qué valores o apegos del mundo necesito dejar "morir" para vivir con mayor libertad en Cristo?
¿De qué manera la realidad de ser una "nueva creación" se manifiesta en mis acciones, actitudes y relaciones cotidianas? ¿En qué áreas necesito más de esta transformación?
¿Cuáles son las "marcas de Jesús" en mi propia vida? ¿Qué sacrificios, luchas o actos de amor demuestran que pertenezco a Él?
Oración
Señor Jesucristo, que la única gloria de nuestra vida sea siempre tu Cruz, por la cual hemos sido salvados y liberados. Ayúdanos a morir a los valores del mundo que nos esclavizan y a vivir cada día como una "nueva creación", renovados por tu Espíritu. Concédenos la gracia de llevar con honor las "marcas" de nuestro seguimiento, los signos de nuestro amor y sacrificio por Ti, para que en todo se manifieste tu gracia y tu poder. Amén.