"Obediencia a Dios y Dicha por Sufrir por Jesús"
«27» Los trajeron y los hicieron comparecer ante el Sanedrín. El Sumo Sacerdote los interrogó, «28» diciendo: «Nosotros les habíamos prohibido expresamente enseñar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre!». «29» Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. «30» El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo de un patíbulo. «31» A él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, para conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. «32» Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que le obedecen». [...] «40b» después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los despidieron. «41» Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer ultrajes por el Nombre de Jesús.»
Contexto
Este pasaje nos sitúa de nuevo ante el Sanedrín, la máxima autoridad judía. Los apóstoles han sido arrestados por segunda vez por predicar sobre Jesús, a pesar de la prohibición expresa. Acaban de ser traídos, probablemente después de la intervención prudente de Gamaliel (que no está incluida en estos versículos, pero ocurrió justo antes del v. 40b) que evitó que los mataran. Se enfrentan directamente a la autoridad que quiere silenciarlos.
Tema Central
El núcleo del texto es la firmeza de los apóstoles en su misión y su lealtad a Dios por encima de la autoridad humana, seguida por su sorprendente reacción de alegría al sufrir por causa de Jesús. Pedro reitera el principio fundamental ("Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres") y proclama sin miedo el mensaje central de la fe (kerygma). A pesar de ser castigados físicamente (azotados) y nuevamente prohibidos, su respuesta no es de miedo o resentimiento, sino de gozo profundo por ser asociados al sufrimiento de Cristo.
Aplicación a nuestra actualidad
Este pasaje nos interpela directamente sobre nuestras prioridades y nuestra respuesta ante la dificultad por causa de la fe. La frase "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" es un llamado constante a examinar a quién estamos sirviendo realmente en nuestras decisiones diarias. ¿Nos dejamos llevar por el miedo al qué dirán, por la presión social, por la búsqueda de comodidad, o buscamos sinceramente la voluntad de Dios aunque sea exigente? Pedro y los apóstoles son testigos no solo con palabras, sino con su actitud ante el sufrimiento. La reacción de salir "dichosos" después de ser azotados es radical y solo puede entenderse desde una profunda unión con Cristo y la experiencia del Espíritu Santo. Nos desafía a preguntarnos: ¿Cómo reacciono yo ante las críticas, burlas, o dificultades que encuentro por vivir mis valores cristianos? ¿Me desanimo, me quejo, me avergüenzo? ¿O puedo pedir la gracia de ver incluso esas contrariedades como una oportunidad de unirme a Cristo y sentirme "digno" de compartir algo de su camino? Esta alegría paradójica es un fruto del Espíritu y una fuente de fortaleza inmensa para perseverar en la misión. ¿Qué sentimientos predominan en mí al leer su reacción? ¿Admiración, desconcierto, anhelo?
Preguntas para la reflexión
¿En qué situaciones concretas de mi vida diaria me encuentro ante la disyuntiva de "obedecer a Dios antes que a los hombres"? ¿Qué suelo elegir y por qué?
¿Qué significa para mí hoy ser "testigo" de Jesús? ¿Cómo puedo serlo de manera creíble en mi entorno?
¿Cómo reacciono habitualmente cuando enfrento alguna dificultad o incomprensión por vivir mi fe? ¿Qué sentimientos predominan?
¿Qué significa para mí la frase "ser considerado digno de padecer ultrajes por el Nombre de Jesús"? ¿Puedo ver algún valor o sentido en ello? ¿Puedo pedirle a Dios la gracia de experimentar algo de esa "dicha"?
Oración
Señor Jesús, Jefe y Salvador, admiro la valentía y la alegría de tus apóstoles al enfrentar la persecución por tu Nombre. Te pido que me concedas un corazón firme para obedecer a Dios antes que a las presiones del mundo. Transforma mi manera de ver las dificultades sufridas por tu causa, para que en lugar de desánimo, pueda encontrar la dicha profunda de saberme unido/a a Ti. Lléname de tu Espíritu Santo para ser testigo fiel y gozoso de tu amor y tu perdón. Amén.