Salmo 139(138), 1-6
"Señor, me Sondeas y me Conoces: El Asombro ante la Omnisciencia de Dios"
“1 Para el director del coro. Salmo de David. Señor, tú me sondeas y me conoces. 2 Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; de lejos percibes mis pensamientos. 3 Disciernes mi camino y mi descanso; todas mis sendas te son familiares. 4 Aún no está la palabra en mi lengua, y ya, Señor, tú la conoces entera. 5 Me rodeas por detrás y por delante, y tienes puesta tu mano sobre mí. 6 Es un saber admirable, que me supera, tan sublime que no puedo alcanzarlo.”
Contexto
El Salmo 139 es una de las meditaciones más profundas e íntimas de todo el Salterio. Es una oración personal de David (según el encabezado) que expresa un asombro reverente ante los atributos de Dios: su omnisciencia (lo sabe todo), su omnipresencia (está en todas partes) y su poder creador. Los primeros seis versículos, que componen este pasaje, se centran específicamente en la omnisciencia de Dios, en el conocimiento total y exhaustivo que Dios tiene del salmista.
Tema Central
El tema central es el asombro y la reverencia del salmista ante el conocimiento íntimo, total y personal que Dios tiene de él. Este conocimiento no es superficial; Dios "sondea" las profundidades de su ser. Abarca sus acciones ("me siento y me levanto"), sus pensamientos, sus caminos, sus palabras antes de ser pronunciadas, y su misma existencia, que está completamente envuelta y sostenida por Dios. Esta conciencia lleva al salmista a una conclusión de humilde adoración ante un saber que lo supera por completo.
Aplicación a nuestra actualidad
Meditar en estos versículos puede transformar profundamente nuestra relación con Dios y nuestra auto-comprensión:
Un Conocimiento que Sonda: "Señor, tú me sondeas y me conoces". Dios no nos conoce de oídas. Nos "sondea", como quien examina las profundidades del mar o de la tierra. Conoce nuestras motivaciones, nuestros miedos, nuestros anhelos más secretos. Este conocimiento, lejos de ser intimidante, puede ser inmensamente liberador. Significa que no tenemos que usar máscaras ante Dios; podemos ser plenamente nosotros mismos, porque Él ya nos conoce y nos ama tal como somos.
No Hay Lugar para la Soledad: Dios conoce nuestros actos más simples ("cuándo me siento y cuándo me levanto"), nuestros pensamientos "de lejos", nuestros caminos y nuestros descansos. No hay un solo momento de nuestra existencia en el que estemos fuera de su atención amorosa. En un mundo donde muchos se sienten solos e invisibles, esta verdad es un ancla de consuelo: nunca estamos solos.
La Presencia Envolvente de Dios: "Me rodeas por detrás y por delante, y tienes puesta tu mano sobre mí". Esta es una imagen de protección total y de cuidado tierno. Somos rodeados por la presencia de Dios. Su "mano" sobre nosotros no es para oprimir, sino para bendecir, guiar y proteger. Es una invitación a descansar en esa presencia segura.
El Asombro que Lleva a la Adoración: "Es un saber admirable, que me supera, tan sublime que no puedo alcanzarlo". La respuesta del salmista no es el miedo, sino el asombro. Reconoce la grandeza incomprensible de Dios. La verdadera oración a menudo comienza aquí, en el reconocimiento humilde de que Dios es infinitamente más grande que nosotros y que su sabiduría nos supera. Esta actitud de asombro es el corazón de la adoración.
Este pasaje es una invitación a la contemplación. Nos llama a detenernos y a tomar conciencia de la increíble realidad de que somos conocidos, vistos, comprendidos y amados por el Creador del universo de una manera total e incondicional. Esta conciencia debe llevarnos a vivir con mayor autenticidad, con una profunda seguridad interior y con un corazón lleno de asombro y adoración.
Preguntas para la reflexión
¿Qué siento al pensar que Dios "de lejos percibe mis pensamientos" y que "aún no está la palabra en mi lengua y ya la conoce entera"? ¿Me produce miedo o me libera?
¿En qué momentos de mi vida he sentido de manera especial esa presencia de Dios que me "rodea por detrás y por delante" y su "mano puesta sobre mí"?
¿Me permito a mí mismo/a el "asombro" ante el misterio de Dios, o intento siempre racionalizarlo y comprenderlo todo?
¿Cómo puede la certeza de ser conocido/a tan íntimamente por Dios ayudarme a ser más honesto/a en mi oración y en mi vida?
Si Dios me conoce tan bien, ¿cómo me ayuda esto a confiar en que Él sabe lo que es mejor para mí, incluso cuando no entiendo sus caminos?
Oración
Señor, tú me sondeas y me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto, y de lejos percibes mis pensamientos. Todas mis sendas te son familiares. Antes de que la palabra llegue a mi boca, ya la conoces por entero. Me rodeas por detrás y por delante, y tienes puesta tu mano sobre mí. Este saber tuyo es admirable y me supera. Te alabo y te bendigo por conocerme y amarme de una manera tan profunda. Ayúdame a descansar en tu presencia y a vivir con la alegría de saberme tuyo. Amén.