Salmo 90(89), 3-4, 12-14, 17
"La Brevedad Humana y la Sabiduría de Vivir en el Amor Eterno de Dios"
“3 Tú reduces al hombre al polvo, diciendo: «¡Vuelvan, hijos de Adán!». 4 Porque mil años a tus ojos son como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia en la noche... 12 ¡Enséñanos a contar nuestros días, para que nuestro corazón adquiera la sabiduría! 13 ¡Vuelve, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. 14 Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos y nos alegraremos toda nuestra vida... 17 ¡Que descienda sobre nosotros la bondad del Señor! ¡Que el Señor, nuestro Dios, afiance la obra de nuestras manos!”
Contexto
El Salmo 90, atribuido a Moisés, es una profunda meditación sobre el contraste entre la eternidad de Dios y la fugacidad de la vida humana. Es una oración que surge de la experiencia de la fragilidad y la mortalidad. La primera parte del salmo establece esta brevedad ("reduces al hombre al polvo... mil años son como el día de ayer"). Los versículos seleccionados aquí contienen la súplica central del salmo: una petición de sabiduría para vivir bien el poco tiempo que tenemos, un clamor por la misericordia de Dios, y una esperanza de que el amor de Dios pueda dar alegría y permanencia a nuestra vida efímera.
Tema Central
El tema central es una súplica a Dios por la sabiduría para vivir una vida significativa a la luz de su brevedad. Consciente de la fugacidad humana, el salmista pide a Dios que le enseñe a valorar el tiempo ("contar nuestros días"). Ante esta condición precaria, clama por el amor compasivo de Dios como la única fuente de alegría duradera, y pide que sea Dios mismo quien dé solidez y valor eterno a las obras de sus manos.
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo es una poderosa oración para cualquiera que reflexione sobre el sentido de la vida, el paso del tiempo y el deseo de dejar una huella que perdure:
Aceptar Nuestra Finitud: "Tú reduces al hombre al polvo...". El salmo nos invita a una honestidad radical sobre nuestra propia mortalidad y brevedad. En una cultura que a menudo niega el envejecimiento y la muerte, esta meditación es un saludable llamado al realismo. Aceptar nuestra finitud no es ser pesimista, sino el primer paso hacia la verdadera sabiduría.
La Sabiduría de Valorar el Tiempo: "¡Enséñanos a contar nuestros días, para que nuestro corazón adquiera la sabiduría!". Esta no es una petición de saber la fecha de nuestra muerte, sino de aprender a vivir cada día con conciencia, con propósito, discerniendo lo que es esencial de lo que es trivial. Es una oración para no malgastar el don del tiempo.
El Amor de Dios, Fuente de Alegría Perenne: "Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos и nos alegraremos toda nuestra vida". ¿Qué puede llenar de alegría una vida tan corta y a menudo llena de sufrimiento? La respuesta del salmista es el amor fiel de Dios (jesed). Si somos "saciados" por su amor cada mañana, podemos vivir cada día con un gozo profundo que no depende de las circunstancias. La experiencia del amor de Dios da calidad eterna al tiempo que tenemos.
La Búsqueda de un Legado Duradero: "¡Que el Señor, nuestro Dios, afiance la obra de nuestras manos!". Conscientes de que nuestros esfuerzos y trabajos son tan frágiles como nosotros, elevamos una súplica para que Dios mismo les dé permanencia, para que los "afiance". Es reconocer que el valor último de nuestras obras no depende de nosotros, sino de la bendición de Dios. Es una oración para que nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro servicio, no sean en vano, sino que perduren como parte de la obra de Dios.
Este salmo es una invitación a vivir de manera más consciente y sabia. Nos llama a abrazar nuestra realidad de criaturas finitas, a pedir a Dios la sabiduría para vivir bien cada día, a buscar en su amor la fuente de nuestra alegría, y a confiar en Él para dar un significado eterno a nuestras obras. Es la oración perfecta para el comienzo de un nuevo día, de un nuevo año o de una nueva etapa en la vida.
Preguntas para la reflexión
¿Cómo influye la conciencia de la brevedad de mi vida en mis prioridades y en la forma en que uso mi tiempo?
¿Qué significa para mí hoy "contar mis días"? ¿Qué pasos puedo dar para que mi corazón "adquiera la sabiduría"?
¿Busco ser "saciado/a" por el amor de Dios cada día como la fuente de mi alegría, o busco la felicidad en cosas más pasajeras?
¿Cuáles son las "obras de mis manos" (mi trabajo, mis relaciones, mi servicio) por las que necesito pedirle a Dios que las "afiance" y les dé un valor duradero?
¿Cómo puedo yo equilibrar la conciencia de mi fragilidad ("vuelvan al polvo") con la confianza en la bondad eterna de Dios que me acompaña?
Oración
Señor, Dios eterno, ante quien mil años son como un día que pasó. Tú reduces al hombre al polvo y conoces la brevedad de nuestra vida. Enséñanos a contar nuestros días para que nuestro corazón adquiera la sabiduría. Sácianos cada mañana con tu amor, para que cantemos y nos alegremos todos nuestros días. Y que tu bondad descienda sobre nosotros y afiance la obra de nuestras manos. Sí, afianza la obra de nuestras manos. Amén.