Mateo 23,27-32
"¡Sepulcros Blanqueados! La Hipocresía de la Apariencia y la Herencia del Mal"
“27 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de toda podredumbre! 28 Así también son ustedes: por fuera parecen justos ante los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. 29 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen sepulcros a los profetas y adornan los monumentos de los justos, 30 diciendo: “Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas”! 31 De este modo, atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. 32 ¡Colmen entonces la medida de sus padres!”
Contexto
Este pasaje forma parte del capítulo 23 de Mateo, el discurso de los "Ayes" de Jesús contra los escribas y fariseos. Son las denuncias sexta y séptima de la serie, pronunciadas en Jerusalén durante la última semana de su ministerio. Jesús utiliza imágenes increíblemente fuertes para desenmascarar la hipocresía de los líderes religiosos. La imagen del "sepulcro blanqueado" era particularmente potente, ya que las tumbas se blanqueaban con cal en la época de la Pascua para que fueran visibles y la gente evitara el contacto con ellas, que causaba impureza ritual.
Tema Central
El tema central es la denuncia de la hipocresía en sus dos formas más profundas: 1) La hipocresía de la apariencia personal, donde hay una fachada externa de justicia y belleza que oculta una realidad interior de muerte espiritual, corrupción e iniquidad ("sepulcros blanqueados"). 2) La hipocresía de la relación con la historia, donde se honra externamente a los profetas y justos del pasado mientras se rechaza y se persigue el espíritu profético en el presente, demostrando ser verdaderos "hijos" de los que mataron a los profetas.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Jesús son un espejo implacable que nos obliga a examinar la autenticidad de nuestra propia vida religiosa:
La Fachada de la Piedad: "Hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos...". La tentación del "sepulcro blanqueado" es perenne. Es la tentación de enfocarnos en nuestra imagen externa, en parecer "buenos cristianos", en mantener las apariencias, mientras descuidamos la conversión del corazón. Podemos tener una vida externamente correcta, pero un interior lleno de "podredumbre": resentimiento, envidia, juicio, avaricia, hipocresía. Jesús nos llama a la coherencia radical entre el ser y el parecer.
Honrar a los Santos del Pasado, Rechazar a los del Presente: "Construyen sepulcros a los profetas... diciendo: “Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos...”". Es muy fácil honrar a los santos y a los profetas que ya están muertos y canonizados. No nos desafían de la misma manera. La verdadera prueba es reconocer y acoger la voz profética de Dios en nuestro presente, en las personas que hoy nos llaman a la conversión, que denuncian nuestras injusticias y que nos incomodan. A menudo, también nosotros rechazamos a los "profetas" de hoy mientras decimos admirar a los de ayer.
Herederos de la Misma Lógica: "Atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas". Jesús muestra que, al rechazarlo a Él (el Profeta por excelencia), los fariseos están repitiendo la misma lógica de rechazo de sus antepasados. Esto nos advierte sobre la facilidad con la que podemos heredar y perpetuar patrones de pecado (incredulidad, cerrazón, rechazo a la verdad) si no estamos en un estado de conversión constante.
Colmar la Medida: "¡Colmen entonces la medida de sus padres!". Esta es una frase irónica y terrible. Es como decir: "Sigan por ese camino y llevarán a su culminación la obra de maldad que sus padres iniciaron". Y, de hecho, lo harían al condenar a Jesús. Es una advertencia sobre el peligro de la obstinación en el mal, que lleva a una ceguera cada vez mayor.
Este pasaje es una llamada a una autenticidad radical. Nos exige ir más allá de las apariencias y buscar una verdadera purificación del corazón. Nos desafía a no contentarnos con honrar a los santos de la historia, sino a estar abiertos a la voz profética de Dios que nos habla hoy, a través de personas y situaciones que nos interpelan. Es una invitación a romper con las herencias de pecado y a abrazar la vida nueva del Evangelio, que es coherencia, verdad y santidad desde el interior.
Preguntas para la reflexión
¿En qué áreas de mi vida me preocupo más por parecer "hermoso/a por fuera" que por limpiar la "podredumbre" que pueda haber en mi interior (resentimientos, juicios, egoísmo)?
¿Admiro a los grandes santos y profetas del pasado, pero me cuesta escuchar o aceptar la "voz profética" que me desafía hoy, quizás a través de personas cercanas o de la enseñanza de la Iglesia?
¿Qué "patrones" o "lógicas" de pecado he heredado (de mi familia, de mi cultura) que necesito reconocer y romper con la ayuda de la gracia de Dios?
¿Soy consciente de que, al rechazar la llamada a la conversión hoy, podría estar "colman do la medida" de alguna infidelidad en mi vida?
¿Qué paso concreto puedo dar para que mi exterior sea un reflejo más auténtico de un interior que busca sinceramente la santidad y la verdad?
Oración
Señor Jesús, que denunciaste la hipocresía de los sepulcros blanqueados, líbranos de toda falsedad. No permitas que nos contentemos con una apariencia de justicia, sino crea en nosotros un corazón puro, limpio de toda podredumbre. Danos la gracia de acoger a los profetas que nos envías hoy y de no repetir los pecados de quienes te rechazaron. Que nuestra vida sea un testimonio auténtico de tu verdad, tanto por dentro como por fuera. Amén.