Mateo 24,42-51
"Velen, porque no Saben el Día: La Parábola del Siervo Fiel y del Siervo Malo"
“42 Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. 43 Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. 44 Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. 45 ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el señor ha puesto al frente de su personal para distribuir el alimento a su debido tiempo? 46 Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre obrando así. 47 Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. 48 Pero si es un mal servidor, que piensa: “Mi señor tardará”, 49 y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, 50 el señor de ese servidor llegará el día y la hora menos pensada, 51 lo castigará severamente y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.”
Contexto
Este pasaje forma parte del "Discurso Escatológico" de Jesús en el Evangelio de Mateo (capítulos 24-25). Jesús está en el Monte de los Olivos con sus discípulos, hablándoles sobre la destrucción de Jerusalén y sobre los signos de su venida final al fin de los tiempos. Después de afirmar la imprevisibilidad de ese "Día", Jesús ahora extrae la consecuencia práctica fundamental: la necesidad de una vigilancia constante. Para ilustrar esta exhortación, utiliza dos breves parábolas: la del ladrón en la noche y la del siervo fiel y el siervo malo.
Tema Central
El tema central es la exhortación a una vigilancia activa y a una fidelidad responsable en la espera de la venida del Señor, que será inesperada. La vigilancia no es una espera pasiva y ociosa, sino que se demuestra en el cumplimiento fiel de las tareas encomendadas ("distribuir el alimento a su debido tiempo"). La parábola del siervo fiel y el siervo malo contrasta la recompensa de la fidelidad (mayor responsabilidad y felicidad) con el castigo severo de la negligencia y el abuso de poder, que nacen de la falsa seguridad de que "el señor tardará".
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Jesús sobre la vigilancia son una llamada constante a vivir nuestra fe de manera consciente y preparada en el tiempo presente:
La Incertidumbre como Llamada a la Vigilancia: "Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor... vendrá a la hora menos pensada". La imposibilidad de calcular la fecha de la venida de Cristo (o de nuestra propia muerte) no es para generar ansiedad, sino para motivarnos a una preparación constante. La única actitud sabia es vivir cada día como si fuera el día del encuentro con el Señor.
Vigilar es Actuar Fielmente: La parábola del siervo fiel nos enseña en qué consiste la verdadera vigilancia. No es mirar al cielo con los brazos cruzados, sino ser un "servidor fiel y previsor", cumpliendo con nuestras responsabilidades diarias. Para el siervo, la tarea era "distribuir el alimento a su debido tiempo". Para nosotros, es cumplir con nuestros deberes de estado (en la familia, el trabajo, la comunidad) con amor, justicia y fidelidad. ¿Estoy yo "distribuyendo el alimento" (cuidado, amor, servicio, la Palabra de Dios) a aquellos que me han sido confiados?
La Tentación de la Tardanza: "Pero si es un mal servidor, que piensa: “Mi señor tardará”...". Esta es una de las tentaciones más sutiles y peligrosas de la vida espiritual. Cuando la venida del Señor parece lejana, podemos relajarnos en nuestra disciplina, caer en la negligencia, abusar de nuestra libertad ("golpear a sus compañeros") y entregarnos a los placeres egoístas ("comer y beber con los borrachos"). Es un llamado a no caer en la tibieza.
Rendir Cuentas de nuestra Administración: Hemos sido puestos "al frente de su personal". A todos se nos ha confiado algo: dones, responsabilidades, personas a nuestro cuidado. Seremos llamados a rendir cuentas de cómo hemos administrado lo que se nos ha confiado.
La Felicidad de la Fidelidad: "Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre obrando así". La verdadera felicidad y la recompensa ("lo hará administrador de todos sus bienes") se encuentran en la perseverancia y la fidelidad en las pequeñas y grandes tareas de cada día.
Este pasaje es una poderosa llamada a la responsabilidad en el tiempo presente. Nos invita a vivir con una santa tensión: con la mirada puesta en la venida futura del Señor, pero con las manos comprometidas en el trabajo fiel de hoy. Es un recordatorio de que la mejor manera de prepararse para el futuro es vivir el presente con amor y fidelidad.
Preguntas para la reflexión
¿Mi vida de fe refleja una actitud de "vigilancia" y preparación, o vivo como si el encuentro con el Señor fuera algo muy lejano o irrelevante para mi día a día?
¿Qué significa concretamente para mí "distribuir el alimento a su debido tiempo"? ¿Qué responsabilidades me ha confiado el Señor y cómo las estoy cumpliendo?
¿Me siento a veces tentado/a por el pensamiento de que "mi Señor tardará", lo que me lleva a ser negligente en mi vida espiritual o en mis deberes?
¿Soy consciente de que seré llamado/a a rendir cuentas de mi "administración"? ¿Cómo me motiva esto a ser más fiel?
¿Qué pasos puedo dar hoy para estar más "preparado/a", para que si el Señor llegara en este momento, me encontrara "obrando así"?
Oración
Señor Jesús, que vendrás a la hora menos pensada, danos la gracia de estar siempre prevenidos y vigilantes. No permitas que la presunción o la negligencia nos hagan pensar que "tardarás en llegar". Concédenos ser siervos fieles y previsores, que cumplen con amor y responsabilidad las tareas que nos has encomendado. Que, al llegar, nos encuentres trabajando por tu Reino, para que podamos ser contados entre los siervos felices a quienes harás administradores de todos tus bienes. Amén.