Los textos de hoy nos hablan de la Alianza eterna que Dios establece con su pueblo, una promesa de descendencia y tierra firme fundamentada en la fe y la fidelidad. También nos confrontan con la identidad trascendente de Jesús, que va más allá de la historia humana y se revela como el "Yo Soy" que existía antes de Abraham.
En el libro del Génesis, Dios se aparece a Abrán (que luego será Abraham) y le dice: "Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé perfecto". Con estas palabras, Dios reafirma su poder y exige una respuesta de integridad por parte de Abrán. Acto seguido, establece una Alianza con él, prometiéndole hacerlo padre de una multitud de naciones y dándole la tierra de Canaán como posesión perpetua. El signo visible de esta Alianza será la circuncisión, un compromiso que marcará a su descendencia. Este pasaje nos muestra la iniciativa de Dios al establecer una relación de amor y compromiso con la humanidad. Nos invita a caminar en su presencia, es decir, a vivir conscientes de su cercanía y actuando de acuerdo con su voluntad. La Alianza con Abraham es el inicio de la historia de salvación, basada en la fe y la promesa de Dios. En nuestra vida, ¿cómo vivimos nuestra propia alianza con Dios, sellada en el bautismo? ¿Caminamos en su presencia, buscando su voluntad en nuestras decisiones?
El salmo 104 es un himno de alabanza a Dios como Creador y Señor del universo. Se destaca su poder al establecer la tierra sobre sus cimientos, al ordenar las aguas y al fijar límites que no pueden traspasar. La creación entera testimonia la sabiduría y la providencia de Dios. Al recordar la firmeza de la creación, este salmo nos invita a confiar en la solidez de las promesas de Dios y en su poder para sostener su Alianza a lo largo de la historia. Así como Dios estableció límites firmes en la creación, también establece límites al mal y asegura la continuidad de su plan de salvación. En los momentos de incertidumbre, ¿nos recordamos la firmeza de Dios y su poder creador? ¿Confiamos en que su plan de amor prevalecerá?
En el Evangelio de Juan, Jesús lleva su confrontación con los judíos a un punto culminante. Les asegura: "En verdad, en verdad les digo: el que guarda mi palabra no verá jamás la muerte". Esta promesa de vida eterna provoca una reacción de incredulidad y acusación de estar endemoniado. Ellos se aferran a la muerte física de Abraham y de los profetas, sin comprender la dimensión espiritual de las palabras de Jesús. Entonces, Jesús revela su identidad trascendente de una manera impactante: "En verdad, en verdad les digo: antes que Abraham existiera, Yo Soy". Esta afirmación, que evoca el nombre divino revelado a Moisés en la zarza ardiente, provoca la furia de sus oyentes, quienes intentan apedrearlo por considerarlo una blasfemia. Jesús, sin embargo, se escabulle y sale del templo. Este pasaje nos exige tomar una postura ante la persona de Jesús. ¿Reconocemos en él al Hijo de Dios, al "Yo Soy" que tiene poder sobre la vida y la muerte? ¿Creemos en su promesa de vida eterna para aquellos que guardan su palabra?
Estos tres textos nos conectan con la fidelidad de Dios a su Alianza, una fidelidad que se extiende desde la promesa hecha a Abraham hasta la revelación plena en Jesucristo. Nos invitan a vivir en la presencia de Dios, confiando en su poder y guardando su palabra para alcanzar la vida eterna que nos ofrece. La identidad divina de Jesús, revelada en su "Yo Soy", es la clave para comprender la profundidad del amor de Dios y la certeza de sus promesas.
Para seguir profundizando en este mensaje, te propongo las siguientes preguntas:
¿Cómo percibo y vivo mi relación con Dios como una "Alianza"? ¿Qué compromisos implica para mí caminar en su presencia y buscar ser perfecto a su manera?
En mi vida, ¿qué fundamentos sólidos encuentro que me dan seguridad y esperanza? ¿Reconozco a Dios como la base firme de mi existencia?
¿Qué significa para mí la promesa de Jesús de que "el que guarda mi palabra no verá jamás la muerte"? ¿Cómo influye esta promesa en mi manera de vivir y de enfrentar la muerte?
¿Cómo resuena en mí la afirmación de Jesús "antes que Abraham existiera, Yo Soy"? ¿Comprendo la profundidad de su identidad divina y las implicaciones que tiene para mi fe?