2 Timoteo 4, 6-8, 16-18
"Combate Terminado, Fe Conservada: La Fidelidad del Señor hasta el Final"
“6 Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima. 7 He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. 8 Sólo me queda recibir la corona de la justicia que me dará el Señor, el justo Juez, en aquel Día; y no solamente a mí, sino a todos los que hayan esperado сon amor su Manifestación... 16 En mi primera defensa, nadie me asistió, sino que todos me abandonaron. ¡Que no se les tenga en cuenta! 17 Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. 18 El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.”
Contexto
Este pasaje pertenece a la Segunda Carta a Timoteo, el "testamento espiritual" de San Pablo. Desde la prisión en Roma y sintiendo la cercanía de su martirio, Pablo hace un balance de su vida y mira hacia el futuro con una mezcla de serenidad, realismo y una esperanza inquebrantable. Estas son sus últimas palabras registradas, dirigidas a su discípulo amado, Timoteo, para fortalecerlo.
Tema Central
El tema central es la revisión final de una vida entregada a Cristo y la confianza absoluta en la fidelidad del Señor, incluso en medio del abandono humano. Pablo describe su vida como un "buen combate" peleado, una "carrera" concluida y una "fe" conservada. Anticipa con certeza la "corona de la justicia". A pesar de la dolorosa experiencia de haber sido abandonado por todos en un momento crucial, su testimonio más fuerte es la presencia constante y fortalecedora del Señor, que lo capacita para la misión y le asegura la entrada en el Reino celestial.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pablo al final de su vida son un modelo de cómo todo cristiano debería aspirar a mirar su propia vida y su muerte:
Una Vida con Propósito: "He peleado... concluí mi carrera, conservé la fe". Pablo ve su vida no como una serie de eventos al azar, sino como una misión con un propósito claro. Nos invita a ver nuestra propia vida como un "combate" por el bien y una "carrera" hacia una meta. Lo esencial es "conservar la fe" a lo largo de todo el recorrido.
La Esperanza de la Recompensa: "Sólo me queda recibir la corona de la justicia...". La vida cristiana no termina en la tumba. Hay una recompensa prometida, una "corona" que no se basa en nuestros méritos, sino en la "justicia" de Dios, que es fiel. Y esta promesa es para "todos los que hayan esperado con amor su Manifestación". La esperanza en el regreso de Cristo y en la vida eterna es el motor que nos impulsa a perseverar.
El Dolor del Abandono y la Gracia del Perdón: "Nadie me asistió... todos me abandonaron. ¡Que no se les tenga en cuenta!". Pablo experimenta la misma soledad que Jesús en la cruz. Su reacción no es el rencor, sino el perdón. Es un ejemplo sublime de cómo imitar a Cristo incluso en el dolor de la traición.
La Fidelidad Inquebrantable de Dios: "Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas...". Este es el corazón del pasaje. Cuando todos los apoyos humanos fallan, el único que permanece fiel es el Señor. Su presencia no es una idea, sino una experiencia real que da "fuerza" en el momento de la máxima debilidad.
La Misión por Encima de Todo: La fuerza que el Señor le da no es solo para su consuelo, sino "para que el mensaje fuera proclamado...". Incluso en su juicio, la prioridad de Pablo es el Evangelio. Nos enseña que nuestras pruebas pueden ser transformadas en oportunidades para dar testimonio.
Confianza en la Salvación Final: "El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino...". La confianza de Pablo no es que será librado de la muerte física (sabe que va a morir), sino del mal espiritual, de la apostasía, de la desesperación. Es la certeza de que Dios lo llevará a salvo a su destino final.
Este pasaje es una lección de fe madura forjada en el crisol del sufrimiento. Nos invita a vivir nuestra vida con la intensidad de un combate y una carrera, a perdonar a quienes nos abandonan, a confiar por encima de todo en la fidelidad del Señor que nunca nos falla, y a mirar la muerte no con miedo, sino con la serena esperanza de recibir la corona de la justicia.
Preguntas para la reflexión
¿Al final de mi vida, me gustaría poder decir con Pablo: "He peleado el buen combate, he concluido mi carrera, he conservado la fe"? ¿Qué estoy haciendo hoy para ello?
¿Vivo con una esperanza activa en la "Manifestación" de Jesús y en la "corona de la justicia" que Él promete?
¿Cómo reacciono cuando me siento "abandonado/a" por otros? ¿Soy capaz de decir, como Pablo, "¡Que no se les tenga en cuenta!"?
¿He experimentado alguna vez, en un momento de soledad o debilidad, la certeza de que "el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas"?
¿Mi confianza última está en que seré librado/a de los problemas terrenales, o en que el Señor me "preservará para su Reino celestial"?
Oración
Señor Jesús, justo Juez, que estuviste al lado de tu apóstol Pablo cuando todos lo abandonaron. Danos la gracia de pelear hasta el fin nuestro buen combate, de concluir nuestra carrera y de conservar la fe. Que, en los momentos de soledad, experimentemos tu presencia fortalecedora. Y que, al final de nuestros días, podamos esperar con amor tu Manifestación, confiando en que nos librarás de todo mal y nos preservarás para tu Reino celestial. ¡A Ti sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.