Romanos 1, 1-7
"El Evangelio Prometido: Jesús, Hijo de David e Hijo de Dios"
“1 Pablo, servidor de Cristo Jesús, apóstol por un llamado de Dios, y elegido para anunciar su Buena Noticia, 2 que Dios había prometido por medio de sus Profetas en las Santas Escrituras, 3 acerca de su Hijo, nacido de la descendencia de David según la carne, 4 y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu de santidad por su resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo. 5 Por él hemos recibido la gracia y el apostolado, a fin de suscitar la obediencia de la fe en todos los pueblos paganos, para gloria de su Nombre. 6 Entre ellos están también ustedes, que han sido llamados por Jesucristo. 7 A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, les deseo la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.”
Contexto
Este pasaje es la introducción o el "prescripto" de la Carta de San Pablo a los Romanos, la más larga y teológicamente densa de sus epístolas. Pablo escribe a una comunidad en Roma que él no ha fundado y que aún no ha visitado. Por lo tanto, esta introducción es especialmente elaborada. Pablo se presenta, define la esencia del Evangelio que predica, describe su misión universal y, finalmente, saluda a sus destinatarios, los cristianos de Roma.
Tema Central
El tema central es la presentación solemne del Evangelio (la Buena Noticia). Pablo lo define con precisión: es el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento ("prometido por medio de sus Profetas") y su contenido es Jesucristo, el Hijo de Dios. Se destaca la doble naturaleza de Jesús: es plenamente humano ("nacido de la descendencia de David según la carne") y plenamente divino, lo cual fue manifestado "con poder" por su resurrección. De este Evangelio brota la misión universal de Pablo de llevar a "todos los pueblos paganos" a la "obediencia de la fe".
Aplicación a nuestra actualidad
Este saludo denso y formal de Pablo es, en realidad, un resumen concentrado de toda la fe cristiana y nos ofrece claves fundamentales:
La Identidad del Discípulo: Pablo se define como "servidor de Cristo Jesús, apóstol por un llamado de Dios...". Nuestra identidad cristiana también tiene esta doble dimensión: somos "servidores" (una relación de pertenencia y obediencia amorosa a Cristo) y "llamados" (nuestra fe no es una iniciativa nuestra, sino una vocación, una llamada gratuita de Dios).
El Evangelio como Cumplimiento: "Que Dios había prometido...". El Evangelio de Jesús no es una novedad radical que borra el pasado. Es el cumplimiento de una larga historia de promesas. Esto nos enseña a leer el Antiguo Testamento a la luz de Cristo, viendo cómo toda la historia de la salvación converge en Él.
El Corazón del Credo: Jesús, Dios y Hombre: Los versículos 3 y 4 son una de las confesiones de fe más antiguas del cristianismo. Afirman que Jesús es:
Verdadero hombre: "nacido de la descendencia de David", inserto en la historia humana.
Verdadero Dios: "constituido Hijo de Dios con poder... por su resurrección". La Resurrección es el evento que revela definitivamente su identidad divina.
Este es el núcleo de nuestra fe, el misterio de la Encarnación.
La Misión Universal: El apostolado de Pablo tiene un fin claro: "suscitar la obediencia de la fe en todos los pueblos paganos, para gloria de su Nombre". La misión de la Iglesia no es para un grupo cerrado, sino universal. Y su objetivo no es la imposición de reglas, sino "la obediencia de la fe", es decir, una respuesta libre y total de la persona a la revelación de Dios en Cristo.
Nuestra Propia Vocación: "Entre ellos están también ustedes, que han sido llamados por Jesucristo... amados de Dios, llamados a ser santos...". Pablo aplica esta gran historia de la salvación a la vida concreta de los romanos (y a la nuestra). También nosotros hemos sido "llamados" personalmente por Cristo, somos "amados de Dios" y nuestra vocación fundamental es la "santidad".
Este pasaje nos invita a profundizar en el corazón de nuestra fe. Nos recuerda que el Evangelio es el cumplimiento de las promesas de Dios, que su centro es la persona de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y que, en Él, hemos sido llamados y amados por Dios para una vida de santidad y para participar en su misión universal. Es un llamado a vivir a la altura de nuestra sublime vocación.
Preguntas para la reflexión
¿Soy consciente de que mi fe es una respuesta a un "llamado de Dios" y que, como Pablo, estoy llamado/a a ser "servidor/a de Cristo Jesús"?
¿Cómo me ayuda a entender mejor a Jesús el saber que Él es el "cumplimiento" de las promesas del Antiguo Testamento?
¿Qué significa para mí que Jesús sea a la vez "descendiente de David según la carne" e "Hijo de Dios con poder"? ¿Cómo vivo este misterio?
¿Entiendo que mi fe me llama a una misión, a "suscitar la obediencia de la fe" en mi entorno, para la gloria del Nombre de Dios?
¿Vivo con la conciencia de ser "amado/a de Dios" y "llamado/a a ser santo/a"? ¿Cómo se manifiesta esto en mi vida diaria?
Oración
Dios, nuestro Padre, te damos gracias por la Buena Noticia que nos habías prometido por los profetas y que has cumplido en tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Él, nacido de David según la carne, fue constituido Hijo de Dios con poder por su resurrección. Te pedimos que, como a los cristianos de Roma, nos hagas conscientes de que hemos sido llamados por Él, somos amados por Ti y estamos llamados a la santidad. Que la gracia y la paz que proceden de Ti y de nuestro Señor Jesucristo estén siempre con nosotros. Amén.