[11] Que se ofrezcan signos de esperanza a los enfermos que están en sus casas o en los hospitales.
Que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben.
Las obras de misericordia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los corazones sentimientos de gratitud.
Que esa gratitud llegue también a todos los agentes sanitarios que, en condiciones no pocas veces difíciles, ejercitan su misión con cuidado solícito hacia las personas enfermas y más frágiles.
Que no falte una atención inclusiva hacia cuantos hallándose en condiciones de vida particularmente difíciles experimentan la propia debilidad, especialmente a los afectados por patologías o discapacidades que limitan notablemente la autonomía personal.
Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad.