"¿Qué Debemos Hacer?” La Conversión en Pentecostés"
«36» «Todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías». «37» Al oír esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: «Hermanos, ¿qué debemos hacer?». «38» Pedro les respondió: «Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. «39» Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor nuestro Dios quiera llamar». «40» Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa. «41» Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil.»
Contexto
Este pasaje sigue inmediatamente al primer gran discurso de Pedro en el día de Pentecostés (que analizamos antes, Hechos 2:14, 22-33). Pedro acaba de proclamar con valentía que Jesús, a quien ellos crucificaron, ha sido resucitado por Dios y constituido Señor y Mesías. Estas palabras son la conclusión directa y contundente de su predicación. La multitud, compuesta por judíos piadosos de diversas partes del mundo reunidos en Jerusalén, ha escuchado atentamente y ahora reacciona a este anuncio impactante. Estamos en el preciso momento en que nace la Iglesia como comunidad visible, tras la venida del Espíritu Santo.
Tema Central
El tema central es la respuesta al anuncio del Evangelio (el kerygma). Ante la verdad proclamada por Pedro (Jesús es Señor y Mesías, y ustedes tienen una responsabilidad en su muerte), la gente experimenta una profunda conmoción interior ("se sintieron profundamente conmovidos") que los lleva a preguntar: "¿Qué debemos hacer?". La respuesta de Pedro establece los pasos fundamentales para entrar en la nueva alianza con Dios a través de Jesús: 1) La conversión ("Conviértanse"), que implica un cambio de mente y corazón, un giro hacia Dios. 2) El Bautismo en el nombre de Jesús, como signo externo de esa conversión y medio para el perdón de los pecados. 3) La recepción del don del Espíritu Santo, que es la promesa de Dios ahora cumplida y ofrecida a todos los que responden con fe. El pasaje culmina con la respuesta masiva y positiva de la gente, mostrando el poder transformador de la Palabra de Dios y del Espíritu.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pedro y la reacción de la multitud nos interpelan directamente. ¿Cómo reaccionamos nosotros cuando la Palabra de Dios nos toca, cuando nos revela una verdad sobre nosotros mismos o sobre nuestra relación con Dios y los demás? Ese sentimiento de "corazón conmovido" es una invitación de Dios. Es un momento de gracia donde podemos detenernos y, como la multitud, preguntar sinceramente: "Señor, ¿qué quieres que haga?". La respuesta sigue siendo la misma en esencia: convertirnos. Esto no es algo de una sola vez, sino un proceso continuo en nuestra vida. Cada día tenemos oportunidades para "girar" nuestro corazón hacia Dios, para apartarnos de lo que nos aleja de Él (actitudes egoístas, juicios, pereza espiritual, etc.) y elegir vivir según sus caminos. El Bautismo que recibimos nos incorporó a esta comunidad de fe y nos dio el Espíritu. Vivir nuestra fe hoy significa renovar esa conversión inicial, pedir perdón por nuestros pecados y dejarnos guiar por ese mismo Espíritu Santo que se nos prometió y se nos dio. Es un llamado a examinar nuestra vida y ver dónde necesitamos "ponernos a salvo" de las maneras de pensar o actuar que no son conformes al Evangelio.
Preguntas para la reflexión
Al escuchar o leer la Palabra de Dios, ¿presto atención a los sentimientos o pensamientos que surgen en mi interior? ¿Qué hago cuando siento que algo me "toca" o me incomoda?
¿En qué áreas de mi vida reconozco que necesito una "conversión", un cambio de dirección más claro hacia Dios y sus valores?
La multitud preguntó "¿Qué debemos hacer?". ¿Me hago esta pregunta con sinceridad ante Dios en mi oración personal? ¿Estoy dispuesto a escuchar y seguir la respuesta?
¿Soy consciente de que el Espíritu Santo me ha sido dado como un don? ¿Cómo busco activamente su guía y su fuerza en mi vida diaria?
Oración
Señor Jesús, Mesías y Salvador nuestro, que por la predicación de Pedro tocaste el corazón de tantos en Pentecostés, toca también hoy el mío. Cuando tu Palabra me muestre mis incoherencias o me llame a un cambio, dame la humildad para sentirme conmovido y la valentía para preguntar: "¿Qué debo hacer?". Concédeme la gracia de una conversión sincera y continua, para que, perdonado por tu misericordia y fortalecido por tu Espíritu Santo, pueda vivir cada día más unido a Ti y a la comunidad de tus discípulos. Amén