"Dios Admirable, Hombre Coronado de Gloria"
«2a» ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! [...] «5» ¿Qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? «6» Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; «7» le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: «8» todas las ovejas y los bueyes, y también los animales del campo, «9» las aves del cielo y los peces del mar, que surcan los caminos de las aguas.»
Contexto
El Salmo 8 es un canto de alabanza que contrasta la inmensa majestad de Dios, manifestada en la creación (especialmente en la grandeza del cielo nocturno, aunque no se mencione explícitamente en estos versículos, es el trasfondo de la pregunta), con la aparente pequeñez del ser humano. Sin embargo, el salmista no se queda en la pequeñez, sino que celebra la dignidad especial que Dios le ha otorgado al hombre dentro de esa vasta creación. Es un salmo de asombro ante Dios y ante el lugar singular que ocupa la humanidad en su plan.
Tema Central
El tema central es la paradoja de la condición humana: por un lado, nuestra pequeñez y fragilidad frente a la inmensidad del universo y la majestad de Dios; por otro lado, la extraordinaria dignidad y el valor que Dios nos ha conferido gratuitamente, creándonos a su imagen, cuidándonos ("piensas en él", "lo cuides"), dándonos un honor casi divino ("poco inferior a los ángeles", "coronado de gloria") y confiándonos una responsabilidad sobre el resto de la creación ("dominio sobre la obra de tus manos").
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo nos invita a mirar en dos direcciones. Primero, hacia arriba y alrededor: a contemplar la grandeza de Dios en el universo, en la naturaleza, en la complejidad de la vida. ¿Cuándo fue la última vez que nos maravillamos ante esto? Ese sentimiento de asombro ("¡qué admirable es tu Nombre!") es una puerta a la oración y al reconocimiento de Dios. Segundo, nos invita a mirarnos a nosotros mismos y a los demás con los ojos de Dios. A menudo podemos sentirnos pequeños, insignificantes, quizás abrumados por los problemas o por la vastedad del mundo. Pero el salmo nos recuerda nuestra verdadera identidad: somos valiosos para Dios, Él piensa en nosotros, nos cuida, nos ha "coronado" con una dignidad inmensa. Esto cambia nuestra autoestima y la forma en que vemos a cada persona. La "gloria y esplendor" no son para nuestro orgullo, sino que reflejan la imagen de Dios en nosotros. Y el "dominio" no es una licencia para explotar, sino una llamada a la responsabilidad: cuidar la creación, administrar bien nuestros talentos y recursos, construir un mundo más justo. ¿Cómo resuena en mí esta dignidad que Dios me da? ¿Cómo me impulsa a cuidar de mí mismo, de los demás y del mundo que se me ha confiado?
Preguntas para la reflexión
¿En qué momentos o al contemplar qué cosas (en la naturaleza, en las personas, en el arte...) siento de manera más fuerte la admiración por la grandeza de Dios? ¿Qué me dice ese sentimiento?
Cuando me siento pequeño/a o sin valor, ¿cómo puedo recordar y aferrarme a la verdad de que Dios me ha "coronado de gloria y esplendor"?
¿Qué significa concretamente para mí, en mi vida diaria, tener "dominio" responsable sobre la obra de Dios? ¿Cómo cuido de mi entorno, de los recursos, de las relaciones?
¿Cómo cambia mi forma de tratar a los demás (familia, compañeros, desconocidos, especialmente los más vulnerables) el saber que cada uno de ellos también está "coronado de gloria y esplendor" por Dios?
Oración
Señor, nuestro Dios, ¡qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Al mirar tu creación, me siento pequeño/a, pero lleno/a de asombro al saber que piensas en mí y me cuidas con tanto amor. Gracias por la increíble dignidad con la que me has revestido, haciéndome poco inferior a los ángeles y coronándome de gloria. Ayúdame a vivir reconociendo este don, a cuidar responsablemente de tu creación y a ver tu misma gloria reflejada en cada ser humano. Que mi vida entera sea una alabanza a tu admirable Nombre. Amén.