Los textos de hoy nos confrontan con la oposición que a menudo enfrenta la verdad y la justicia en el mundo, y nos invitan a confiar en la protección divina frente a la maldad, reconociendo a Jesús como la fuente de la verdadera identidad y la respuesta a la sed profunda del corazón humano.
El libro de la Sabiduría nos describe la actitud perversa de aquellos que persiguen al justo. Movidos por la envidia y la incomprensión, traman contra él, lo ponen a prueba con humillaciones y buscan desacreditar su testimonio de rectitud. Su lógica es materialista y niega la trascendencia, creyendo que la vida termina con la muerte y que, por lo tanto, el justo no recibirá ninguna recompensa. Esta descripción nos recuerda que, a lo largo de la historia, aquellos que viven según principios de verdad y justicia a menudo son incomprendidos, rechazados e incluso perseguidos por quienes se aferran al poder y a una visión puramente terrenal de la existencia. En nuestra vida, ¿cómo reaccionamos ante la injusticia y la persecución, ya sea que la suframos nosotros o la veamos en otros? ¿Mantenemos nuestra fe en la justicia divina, incluso cuando la justicia humana parece fallar?
El salmo 33 nos ofrece un contraste con la visión pesimista del libro de la Sabiduría. Nos asegura que los ojos del Señor están sobre aquellos que lo temen y que esperan en su amor. Él los libra de la muerte y los mantiene con vida en tiempo de escasez. Nuestra alma espera en el Señor, que es nuestra ayuda y nuestro escudo. En él se alegra nuestro corazón, porque confiamos en su santo nombre. Este salmo nos invita a poner nuestra confianza en Dios, sabiendo que Él vela por aquellos que le son fieles y que su amor es una protección segura en medio de las dificultades. En los momentos de prueba, ¿dónde depositamos nuestra esperanza? ¿Buscamos refugio en el Señor, confiando en su amor y su poder?
El Evangelio de Juan nos presenta a Jesús en medio de la fiesta de las Tiendas en Jerusalén. Inicialmente, se mantiene alejado del público, pero luego sube al templo y comienza a enseñar abiertamente. Su presencia y sus palabras generan división entre la gente. Algunos reconocen su origen divino y la autenticidad de su enseñanza, mientras que otros se resisten a creer en él, aferrándose a sus propias ideas y prejuicios sobre el Mesías. Incluso intentan arrestarlo, pero nadie puede ponerle la mano encima, porque aún no había llegado su hora. Jesús declara que él conoce a su Padre y que ha sido enviado por él, lo que provoca una reacción aún más hostil por parte de sus oponentes. Este pasaje nos muestra la libertad y la autoridad con la que Jesús proclama la verdad, a pesar de la oposición y el peligro. También nos revela que la fe en Jesús requiere un discernimiento profundo, que va más allá de las apariencias y las expectativas humanas. En nuestro encuentro con Jesús y su Evangelio, ¿estamos abiertos a cuestionar nuestras propias ideas y a reconocer la verdad, aunque nos resulte incómoda o desafiante?
Estos tres textos, al unirse, nos hablan de la lucha entre la luz y la oscuridad, entre la justicia y la maldad. Nos animan a mantenernos firmes en la verdad, confiando en la protección de Dios frente a la persecución y el engaño. Y nos invitan a reconocer en Jesús la respuesta a nuestras más profundas aspiraciones, aquel que viene de Dios y nos revela el verdadero rostro del Padre.
Para seguir profundizando en este mensaje, te propongo las siguientes preguntas:
¿En qué situaciones de mi vida he experimentado la oposición o la incomprensión por vivir según mis principios y mi fe? ¿Cómo he respondido a esas situaciones?
¿De qué manera concreta pongo mi confianza en el amor y la protección de Dios en medio de las dificultades? ¿Qué significa para mí que Él sea mi "ayuda y mi escudo"?
¿Qué reacciones despiertan en mí las enseñanzas y la figura de Jesús? ¿Estoy abierto a la verdad que él revela, aunque desafíe mis propias ideas o expectativas?
¿En qué busco mi verdadera identidad y la respuesta a la sed de mi corazón? ¿Reconozco en Jesús la fuente de vida plena y verdadera?