Una nueva esperanza: caminamos hacia la Pascua
La resurrección de Lázaro
Este milagro ocurre poco antes de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Es uno de los últimos signos que realiza antes de su Pasión y tiene un fuerte impacto en los testigos, al punto que los fariseos deciden definitivamente eliminarlo (Juan 11,53).
Lázaro, junto con sus hermanas Marta y María, vivía en Betania, un pueblo cerca de Jerusalén. Eran amigos cercanos de Jesús. La enfermedad y muerte de Lázaro permiten a Jesús revelar algo fundamental: Él no solo sana, sino que tiene poder sobre la muerte misma.
Este episodio nos invita a pasar de la fe en Jesús como maestro y sanador a la fe en Él como la Resurrección y la Vida.
La noticia y la espera de Jesús
(Juan 11,1-16)
"Señor, el que tú amas está enfermo."
Marta y María envían un mensaje a Jesús, pero Él no va de inmediato. Se queda dos días más en donde estaba y dice: "Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que servirá para la gloria de Dios."
Finalmente, decide partir, aunque los discípulos temen por su seguridad, pues en Judea buscan matarlo.
📌 Para contemplar:
Siente la preocupación de las hermanas. Ellas esperaban que Jesús actuara rápido, pero Él se demora. ¿Cómo habrán vivido esa espera angustiosa?
Mensaje para nosotros:
¿Cuándo hemos sentido que Dios tarda en responder?
¿Confiamos en que sus tiempos son perfectos?
El encuentro con Marta
(Juan 11,17-27)
"Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto."
Cuando Jesús llega, Lázaro ya lleva cuatro días en la tumba, un tiempo que confirmaba sin duda su muerte.
Marta sale al encuentro de Jesús con dolor, pero también con fe: "Yo sé que Dios te concederá cuanto le pidas."
Jesús le dice: "Tu hermano resucitará." Marta piensa en la resurrección final, pero Jesús le revela algo más profundo:
"Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá."
📌 Para contemplar:
Mira el rostro de Marta, su mezcla de tristeza y esperanza. Escucha la voz de Jesús afirmando que Él es la Vida.
Mensaje para nosotros:
¿Creemos en Jesús solo para el futuro, o confiamos en que Él puede transformar nuestra vida hoy?. Recordar pasajes de nuestra vida en que se hayan manifestado ambas situaciones
El llanto de Jesús
(Juan 11,28-37)
"Jesús se echó a llorar."
María llega y también dice: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto."
Al verla llorar, Jesús se conmueve profundamente y llora con ella.
📌 Para contemplar:
Siente el dolor de María y de quienes lloran por Lázaro. Mira a Jesús, el Hijo de Dios, llorando con ellos.
Mensaje para nosotros:
Dios no es indiferente a nuestro sufrimiento. Jesús llora con nosotros en nuestros momentos de dolor.
La orden de Jesús y el milagro
(Juan 11,38-44)
"Quitad la piedra."
Jesús llega al sepulcro y pide que quiten la piedra. Marta advierte que habrá mal olor, pero Jesús le dice:
"¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?"
Entonces, levanta los ojos al cielo y grita con voz fuerte:
"¡Lázaro, sal afuera!"
Y Lázaro sale, todavía envuelto en las vendas funerarias.
📌 Para contemplar:
Imagina el silencio expectante cuando Jesús ordena abrir la tumba. Escucha su voz llamando a Lázaro. Siente la emoción de todos al verlo salir vivo.
Mensaje para nosotros:
¿Cuáles son las “tumbas” en nuestra vida? ¿Qué piedras impiden que experimentemos la vida nueva que Jesús nos ofrece?
Reflexión Personal.
Jesús nos llama a salir de nuestras “tumbas” y a vivir una nueva vida en Él.
La Cuaresma no es solo penitencia, sino un camino de esperanza.
¿Qué cosas en nuestra vida necesitan resucitar?
Coloquio
Señor Jesús,
a veces me siento como Lázaro,
atrapado en el sepulcro de mis miedos, mis pecados o mi desesperanza.
A veces me parezco a Marta y María,
esperando que Tú llegues, preguntándome por qué tardas.
Otras veces soy como los que lloran,
sintiéndome sin fuerzas ante el dolor.
Hoy escucho tu voz, fuerte y clara:
"¡Sal afuera!"
Señor, quiero responder a tu llamado.
Ayúdame a quitar las piedras que me impiden vivir plenamente.
Que pueda confiar en que Tú eres la Vida,
y que camine con la certeza de que la muerte nunca tendrá la última palabra.
Amén.