"Signos y Crecimiento de la Comunidad Primitiva"
«12» Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos los creyentes se reunían asiduamente en el Templo, bajo el pórtico de Salomón. «13» Ninguno de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los elogiaba. «14» Y aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. «15» Llegaron hasta sacar a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que, cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. «16» La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos y personas atormentadas por espíritus impuros, y todos eran curados.»
Contexto
Este pasaje se sitúa después del incidente de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11), un evento que infundió un profundo respeto y temor santo en la comunidad cristiana primitiva y en quienes los observaban. A pesar (o quizás a causa) de esa seriedad sobre el compromiso con Dios y la comunidad, el texto describe un período de notable crecimiento y favor popular para la Iglesia en Jerusalén. Los apóstoles continúan su ministerio público en el área del Templo (el Pórtico de Salomón era un lugar de reunión conocido), y la presencia del poder de Dios es evidente.
Tema Central
El tema central es la manifestación poderosa del Espíritu Santo a través de los apóstoles y el impacto que esto tiene en la comunidad y en la gente de alrededor. Se destacan los "signos y prodigios" (milagros) como prueba de la acción divina. Esto genera un doble efecto: por un lado, un respeto tan grande que algunos no se atreven a unirse ("ninguno de los otros se atrevía"), quizás por sentir la santidad y el poder presentes; por otro lado, una gran admiración del pueblo ("el pueblo los elogiaba") y un crecimiento numérico constante de creyentes ("aumentaba cada vez más el número"). La fe en el poder de Dios que actúa a través de los apóstoles es tan grande que la gente busca incluso la sombra de Pedro, y las curaciones se extienden a multitudes de Jerusalén y sus alrededores.
Aplicación a nuestra actualidad
Este texto nos invita a reflexionar sobre la presencia y el poder de Dios en nuestra propia comunidad de fe y en nuestra vida personal. Aunque hoy no siempre veamos milagros tan espectaculares como la curación por la sombra de Pedro, Dios sigue actuando con "signos y prodigios" si tenemos ojos para verlos: cambios de vida, reconciliaciones inesperadas, fortaleza en la dificultad, la paz que sobrepasa el entendimiento. El pasaje nos muestra el atractivo de una comunidad unida y llena de fe genuina. ¿Nuestras comunidades hoy irradian algo de esa presencia de Dios que inspira respeto y atrae a otros? ¿Qué tipo de "sombra" proyectamos nosotros con nuestra vida cristiana? Quizás no curemos enfermos físicamente, pero nuestra presencia, nuestras palabras de ánimo, nuestra oración, nuestra forma de vivir pueden ser un reflejo de la luz y la sanación de Cristo para otros, a veces sin que nos demos cuenta. La gente traía a sus enfermos: ¿somos nosotros cauces para acercar a las personas que sufren (física, emocional o espiritualmente) a Jesús, la fuente de toda curación? Nos llama a creer que Dios sigue obrando hoy y quiere usarnos como instrumentos de su gracia y sanación en el mundo.
Preguntas para la reflexión
¿Dónde puedo reconocer hoy los "signos" de la acción de Dios en mi vida, en mi familia o en mi comunidad, aunque sean pequeños o discretos?
¿Qué actitudes o características de nuestra comunidad cristiana podrían generar respeto o atraer a las personas que buscan a Dios hoy? ¿Qué podríamos mejorar?
¿De qué manera mi simple "estar" o "pasar" por la vida de otros podría ser, sin buscarlo activamente, un reflejo de la presencia sanadora de Dios, como la sombra de Pedro?
¿A quiénes siento que Dios me invita a "traer" (en oración, con apoyo concreto, con una palabra) más cerca de su poder sanador en este tiempo?
Oración
Señor Jesús, que manifestaste tu poder sanador a través de tus apóstoles de forma tan admirable, abre nuestros ojos para ver tu acción en el mundo de hoy. Haz que nuestras comunidades cristianas sean lugares donde tu presencia se sienta, inspire respeto y atraiga a quienes te buscan. Concédenos la fe para creer que Tú puedes obrar a través de nosotros, incluso de formas inesperadas, llevando consuelo, sanación y esperanza a quienes nos rodean. Danos la compasión para acercar a los que sufren a tu corazón misericordioso. Amén.