Los textos de hoy nos hablan de la capacidad de Dios para hacer cosas nuevas, para transformar nuestro pasado y guiarnos hacia un futuro lleno de esperanza. Nos invitan a dejar atrás lo que nos ata y a dirigirnos con todo nuestro ser hacia la meta que Cristo nos propone, experimentando la misericordia y el perdón divino que nos liberan para un nuevo comienzo.
El profeta Isaías nos recuerda las grandes obras que Dios realizó en el pasado, como abrir un camino en el mar y hacer perecer a un ejército. Pero inmediatamente después anuncia algo aún más sorprendente: "Miren que realizo algo nuevo". Dios no se queda anclado en el pasado, por grandioso que haya sido. Él está constantemente creando, ofreciéndonos nuevas posibilidades y caminos inesperados. Nos invita a no quedarnos recordando las glorias pasadas o lamentando las dificultades, sino a estar atentos a la novedad que Dios quiere obrar en nuestra vida. Esta novedad traerá agua en el desierto y ríos en la estepa, satisfaciendo nuestra sed más profunda. En nuestra vida, ¿estamos abiertos a reconocer las nuevas formas en que Dios se manifiesta y actúa? ¿Confiamos en su capacidad para sorprendernos y para transformar nuestras situaciones?
El salmo 125 es un canto de confianza en el Señor. Aquellos que confían en el Señor son como el monte Sión, inconmovible para siempre. Aunque la vara de la impiedad repose sobre la heredad de los justos, Dios no los dejará caer en la injusticia. El salmo concluye con una bendición de paz para Israel. Esta imagen nos transmite seguridad y estabilidad en medio de las dificultades. Confiar en Dios es como estar firmemente arraigados, sabiendo que su protección nos sostiene. En los momentos de incertidumbre y prueba, ¿dónde encontramos nuestra firmeza? ¿Depositamos nuestra confianza en la solidez del Señor?
San Pablo, en su carta a los Filipenses, nos comparte su radical transformación al encuentro con Cristo. Todo lo que antes consideraba valioso, como su linaje, su observancia de la ley, ahora lo considera pérdida en comparación con el conocimiento de Cristo Jesús, su Señor. Por él lo ha perdido todo y lo estima basura, con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él. Pablo nos muestra un camino de desprendimiento del pasado y de entrega total a la búsqueda de Cristo. Se lanza hacia adelante, olvidando lo que queda atrás y esforzándose por alcanzar la meta: el premio al que Dios lo llama en Cristo Jesús. Este testimonio nos interpela sobre nuestras propias prioridades. ¿Qué cosas consideramos más importantes en nuestra vida? ¿Estamos dispuestos a dejar atrás aquello que nos impide seguir a Cristo con todo nuestro corazón? ¿Cuál es la meta que guía nuestra vida?
El Evangelio de Juan nos presenta la conmovedora escena de la mujer sorprendida en adulterio. Los escribas y fariseos la llevan ante Jesús, utilizando la ley de Moisés para tenderle una trampa. Pero Jesús, con su sabiduría y misericordia, los confronta con su propia conciencia: "Aquel de ustedes que esté sin pecado, que tire la primera piedra". Uno a uno, los acusadores se van retirando, hasta que solo quedan Jesús y la mujer. La pregunta de Jesús: "¿Mujer, dónde están? ¿Nadie te ha condenado?" y su posterior afirmación: "Yo tampoco te condeno. Vete, y en adelante no peques más", revelan el corazón misericordioso de Dios, que ofrece perdón y una nueva oportunidad. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia actitud ante el pecado y el juicio. ¿Somos rápidos para condenar a los demás, olvidando nuestras propias fragilidades? ¿Experimentamos y ofrecemos la misericordia que libera y transforma?
En conjunto, estos textos nos animan a confiar en la capacidad de Dios para renovar nuestra vida, a no quedarnos anclados en el pasado, sino a dirigirnos con esperanza hacia el futuro que Él nos ofrece. Nos invitan a desprendernos de aquello que nos impide seguir a Cristo y a experimentar la liberación y el perdón que nos permiten comenzar de nuevo.
Para seguir profundizando en este mensaje, te propongo las siguientes preguntas:
¿Qué "cosas nuevas" siento que Dios me está invitando a realizar en mi vida? ¿Qué miedos o resistencias encuentro para abrazar esa novedad?
¿Dónde encuentro mi seguridad y mi firmeza en los momentos difíciles? ¿Cómo puedo fortalecer mi confianza en el Señor como mi roca y mi refugio?
¿Qué "bagaje" del pasado siento que me impide avanzar hacia la meta que Cristo me propone? ¿Qué estoy dispuesto a dejar atrás para seguirlo con mayor libertad?
¿Cómo vivo la experiencia del perdón en mi vida, tanto al recibirlo como al ofrecerlo a los demás? ¿Soy consciente de la libertad que la misericordia trae consigo?