Los textos que compartimos hoy nos hablan de la importancia del encuentro con Dios en un espacio sagrado y de cómo ese encuentro puede generar controversia y oposición, incluso cuando se trata de llevar a cabo el bien.
En el libro de Ezequiel, el profeta es llevado en visión a una Jerusalén reconstruida, donde se le muestra el nuevo Templo, detallando sus dimensiones y la organización de sus espacios. Esta visión del Templo restaurado simboliza la presencia renovada de Dios en medio de su pueblo, un lugar de encuentro y de reconciliación. La meticulosidad con la que se describen las medidas y los accesos nos habla de la importancia de la forma y el orden en el acercamiento a lo sagrado, pero también de la promesa de que Dios volverá a habitar en medio de su pueblo tras el exilio. En nuestra vida, ¿buscamos espacios y momentos para un encuentro profundo con Dios? ¿Valoramos la importancia de "preparar el terreno" en nuestro interior para recibir su presencia?
El salmo 50 nos recuerda que lo que Dios realmente desea no son sacrificios materiales, sino un corazón agradecido y una vida conforme a su voluntad. "Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza", nos dice, invitándonos a reconocer su bondad y a responder a su amor con nuestra propia vida. La verdadera ofrenda que podemos hacer a Dios es nuestra fidelidad, nuestro compromiso de vivir según sus mandamientos y de buscar su justicia. En nuestro día a día, ¿qué "sacrificios" estamos ofreciendo a Dios? ¿Son gestos externos vacíos o reflejan un corazón sincero y agradecido?
El Evangelio de Juan nos presenta la escena del paralítico en la piscina de Betesda. Jesús se acerca a este hombre que lleva treinta y ocho años postrado y le pregunta si quiere curarse. Ante la respuesta afirmativa, Jesús le ordena: "Levántate, toma tu camilla y anda". Inmediatamente, el hombre queda curado. Sin embargo, este acto de sanación realizado en día sábado genera una fuerte reacción por parte de las autoridades religiosas, quienes se centran en la infracción de la ley sabática en lugar de alegrarse por la sanación de un hombre que sufría. Este episodio nos muestra cómo, a veces, incluso las buenas acciones pueden ser malinterpretadas o generar oposición cuando desafían las normas establecidas o las maneras de pensar arraigadas. También nos revela la autoridad de Jesús sobre la ley y su intención de liberar al ser humano del sufrimiento. En nuestra vida, ¿nos hemos encontrado alguna vez con la incomprensión o la crítica al intentar hacer el bien? ¿Cómo reaccionamos ante la oposición cuando creemos estar actuando según la voluntad de Dios? ¿Estamos más preocupados por las formas externas que por el bienestar de las personas?
Estos textos, puestos en diálogo, nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con Dios y con los demás. Nos recuerdan la importancia de buscar un encuentro auténtico con lo sagrado, ofreciendo no solo palabras sino también una vida coherente con el Evangelio. Y nos alertan sobre la posibilidad de que nuestras tradiciones o interpretaciones religiosas nos impidan reconocer y celebrar la acción liberadora y sanadora de Dios en el mundo.
Para profundizar en este mensaje, te propongo las siguientes preguntas:
¿Qué espacios considero sagrados en mi vida donde busco un encuentro con Dios? ¿Cómo cuido esos espacios y esos momentos?
¿Qué significa para mí ofrecer a Dios un "sacrificio de alabanza"? ¿Cómo se traduce esto en mi vida concreta?
¿En qué situaciones he experimentado la sanación o la liberación, tanto física como espiritual? ¿Cómo he respondido a esa gracia?
¿Alguna vez me he encontrado en una situación donde hacer lo correcto generó conflicto o incomprensión? ¿Cómo manejé esa situación y qué aprendí de ella?