La misericordia nos restaura
Parábola del Padre Misericordioso
Jesús cuenta esta parábola dentro de una serie de enseñanzas sobre la misericordia de Dios (Lucas 15). Justo antes, ha narrado las parábolas de la oveja perdida y la moneda perdida, mostrando cómo Dios busca lo que está perdido y se alegra con su regreso.
El auditorio de Jesús incluye fariseos y escribas, que critican que Él coma con pecadores, y publicanos y pecadores, que lo siguen con esperanza. Con esta parábola, Jesús revela el corazón del Padre, que no actúa con la lógica humana del merecimiento, sino con un amor incondicional.
La partida del hijo menor
(Lucas 15,11-13)
"Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde."
Este pedido es impactante. En la cultura judía, recibir la herencia antes de la muerte del padre era como desear su muerte. Sin embargo, el padre accede sin protestar.
El hijo menor toma su parte y se va a un país lejano, lejos de su casa y sus raíces. Allí despilfarra su herencia en una vida desordenada.
Para contemplar:
Imagínate al hijo menor pidiendo su herencia, con el rostro decidido pero sin darse cuenta del dolor que causa a su padre. Luego, visualiza su viaje, lleno de ilusiones de libertad, hasta que el dinero se acaba y la soledad lo golpea.
📌 Mensaje para nosotros:
¿Cuántas veces hemos querido vivir nuestra vida sin Dios, pensando que seremos más libres lejos de Él?
La crisis y el regreso
(Lucas 15,14-20)
"Entonces recapacitó y se dijo: ‘Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre’."
El hijo, tras gastar todo, se encuentra en la miseria. Un judío cuidando cerdos (animales impuros) es la imagen de la degradación total. Entonces, toma una decisión: volver a casa, pero con la mentalidad de un trabajador, no de un hijo.
Para contemplar:
Siente su hambre, su desesperación, la vergüenza de haberlo perdido todo. Escucha sus pensamientos mientras ensaya su discurso de arrepentimiento.
📌 Mensaje para nosotros:
Cuando hemos tocado fondo en la vida, ¿nos hemos atrevido a volver a Dios, aunque sea con miedo y vergüenza? …¿Cómo ha sido?
El abrazo del padre
(Lucas 15,20-24)
"Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; corrió, se echó a su cuello y lo besó."
El padre no espera explicaciones. Lo ve de lejos, lo reconoce y corre a su encuentro. Este gesto es radical, porque en la cultura de la época un padre nunca corría; era un gesto impropio de un hombre respetable.
El hijo empieza su discurso ensayado, pero el padre lo interrumpe. En vez de tratarlo como un esclavo, lo viste como un hijo y organiza una gran fiesta.
Para contemplar:
Imagina la escena del encuentro: el hijo sucio y agotado, el padre corriendo con lágrimas en los ojos. Siente la emoción del abrazo.
📌 Mensaje para nosotros:
Dios no espera que limpiemos nuestra vida antes de volver a Él. Su misericordia nos sale al encuentro antes de que lleguemos a su puerta.
La reacción del hijo mayor
(Lucas 15,25-32)
"Hace tantos años que te sirvo y jamás dejé de cumplir una orden tuya, y nunca me diste un cabrito para festejar con mis amigos."
El hijo mayor, que nunca se fue, se molesta al ver la celebración. Él se siente justo, pero en su corazón hay resentimiento. Para él, la relación con el padre es más un contrato que un vínculo de amor.
El padre, con paciencia, le recuerda:
"Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo."
Para contemplar:
Mira el rostro del hijo mayor, su enojo, su incapacidad de alegrarse por su hermano. Siente la dulzura con la que el padre le habla.
📌 Mensaje para nosotros:
A veces, aunque estamos cerca de Dios, nos cuesta comprender su misericordia y nos sentimos más empleados que hijos.
Reflexión Personal.
Dios es Padre de misericordia, siempre esperando nuestro regreso.
¿Cuándo hemos sido como el hijo menor (nos alejamos)?
¿Cuándo hemos sido como el hijo mayor (no sabemos perdonar)?
La Cuaresma es tiempo de volver a Dios y dejar que su amor nos sane.
Coloquio
Padre bueno,
tantas veces he querido hacer mi vida lejos de Ti,
creyendo que la felicidad está fuera de casa.
He tomado caminos equivocados y he sentido el vacío de estar lejos de Ti.
Hoy quiero volver.
A veces tengo miedo de no ser digno de tu amor,
pero me asombra ver que Tú ya sales a mi encuentro,
me abrazas antes de que pueda hablar,
y restauras mi dignidad de hijo.
Dame la gracia de confiar en tu amor
y también de alegrarme cuando otros regresan a Ti,
sin orgullo ni comparaciones.
Padre, enséñame a amar como Tú amas.
Amén.