"Jesús, la Vida Eterna y el 'Yo Soy' Divino"
51 Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás». 52 Los judíos le dijeron: «Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: "El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás". 53 ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?». 54 Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman "nuestro Dios", 55 y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: "No lo conozco", sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. 56 Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría». 57 Los judíos le dijeron: «Todavía no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?». 58 Jesús respondió: «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy». 59 Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo.
Contexto
Este pasaje se sitúa hacia el final de una larga y tensa discusión entre Jesús y las autoridades judías en el Templo de Jerusalén. La tensión ha ido creciendo a lo largo del capítulo 8. Jesús ha hablado de la verdad que libera, de su origen divino y de la relación con su Padre, mientras que sus interlocutores lo acusan de blasfemia, de tener un demonio y de no ser realmente hijo de Abraham en el sentido espiritual. Este diálogo llega a su punto culminante aquí, donde Jesús hace afirmaciones extremadamente audaces sobre su propia identidad y su relación con la muerte y con Abraham. La reacción final de intentar apedrearlo muestra la gravedad y el impacto de sus palabras en ese contexto.
Tema Central
El tema central es la revelación de la identidad divina y preexistente de Jesús, y la promesa de vida eterna para quienes creen en su palabra. Jesús se presenta no solo como alguien más grande que Abraham, el gran patriarca, sino como el eterno "Yo Soy", utilizando el nombre sagrado con que Dios se reveló a Moisés (Éxodo 3,14), afirmando así su divinidad. Contrapone la muerte física (que sufrieron Abraham y los profetas) con la vida eterna que Él ofrece a quienes acogen su mensaje.
Aplicación a nuestra actualidad
Este texto nos confronta directamente con la pregunta fundamental: ¿Quién es Jesús para mí? Su afirmación "el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás" nos invita a ir más allá de la simple existencia física. Nos habla de una calidad de vida, una conexión profunda con Dios a través de Jesús, que ni siquiera la muerte física puede destruir. Ser fiel a su palabra significa escucharla, meditarla y, sobre todo, intentar vivirla en lo concreto de cada día: en nuestras decisiones, relaciones y prioridades.
La declaración "antes que naciera Abraham, Yo Soy" nos sacude. Jesús no es solo un personaje histórico, un maestro moral o un profeta. Reclama ser Dios mismo, presente desde siempre y para siempre. Esto nos desafía a no quedarnos con una imagen reducida o cómoda de Jesús. Creer en Él implica aceptar este misterio de su divinidad.
El conflicto con sus oyentes nos recuerda que seguir a Jesús puede llevarnos a incomprensiones o incluso a conflictos con las formas de pensar dominantes. A veces, como ellos, podemos quedarnos en lo literal ("no tienes cincuenta años...") y perder de vista la profundidad espiritual de lo que Jesús nos dice. Necesitamos pedir la gracia de ver más allá de las apariencias y reconocer al "Yo Soy" presente en nuestra vida y en nuestra historia.
Preguntas para la reflexión
¿Qué significa para mí hoy ser "fiel a la palabra" de Jesús? ¿Cómo se traduce eso en acciones concretas en mi semana?
Cuando escucho a Jesús decir "Yo Soy", ¿qué resuena en mi interior? ¿Cómo afecta esta afirmación mi relación personal con Él?
¿Me identifico alguna vez con la dificultad de los oyentes de Jesús para comprender sus palabras? ¿En qué áreas me cuesta aceptar la radicalidad de su mensaje?
¿De qué "muerte" (espiritual, emocional, relacional) creo que Jesús me quiere liberar si acojo su Palabra?
Reflexionando sobre la alegría de Abraham al "ver" el día de Jesús, ¿cómo experimento yo la alegría de conocer y seguir a Cristo en mi vida?
Oración
Jesús, Tú que eres el "Yo Soy", el Eterno presente antes de Abraham y ahora, te pido la gracia de escuchar tu Palabra y creerla de verdad. Ayúdame a comprender que la vida que ofreces va más allá de lo físico, es una comunión contigo que empieza ahora y no termina jamás. Quita de mí la ceguera que a veces me impide reconocerte plenamente y dame la valentía para ser fiel a tu palabra, aunque a veces no comprenda del todo o el mundo no te acepte. Que tu Presencia llene mi vida y me dé la verdadera alegría que viene de conocerte y saberte vivo. Amén.