"Obedecer a Dios Antes que a los Hombres"
«13» Los miembros del Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser hombres sin instrucción y del pueblo. Se dieron cuenta de que habían estado con Jesús. «14» Pero no podían replicar nada, porque veían de pie, junto a ellos, al hombre que había sido curado. «15» Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y se pusieron a deliberar: «16» «¿Qué haremos con estos hombres? Porque es evidente para todos los habitantes de Jerusalén que han hecho un milagro extraordinario, y no podemos negarlo. «17» Para evitar que la cosa se divulgue más entre el pueblo, debemos amenazarlos, a fin de que no vuelvan a hablar de ese Nombre a nadie». «18» Los llamaron y les prohibieron terminantemente hablar y enseñar en el nombre de Jesús. «19» Pero Pedro y Juan respondieron: «Juzguen ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios. «20» Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído». «21» Ellos los amenazaron nuevamente y los dejaron en libertad. No sabían cómo castigarlos, a causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo sucedido.»
Contexto
Estamos en la sala del Sanedrín, la máxima autoridad judía. Pedro y Juan acaban de defenderse (Hechos 4:8-12) tras ser arrestados por curar a un paralítico y predicar sobre Jesús resucitado. Los líderes religiosos están desconcertados: por un lado, ven la confianza ("seguridad") de estos hombres aparentemente comunes y se dan cuenta de que su transformación viene de haber "estado con Jesús"; por otro lado, tienen delante la prueba irrefutable del milagro (el hombre curado). No pueden negar el hecho, pero temen su impacto.
Tema Central
El núcleo del pasaje es el conflicto entre la autoridad humana que busca silenciar la verdad y la obediencia a Dios que impulsa a testimoniar. Los líderes del Sanedrín, aunque reconocen el milagro, priorizan el control y el miedo a que el mensaje de Jesús se extienda. Su solución es la amenaza y la prohibición. Frente a esto, Pedro y Juan plantean una pregunta fundamental sobre la obediencia última: ¿A quién debemos obedecer primero, a los hombres o a Dios? Su respuesta es clara y nace de una convicción profunda basada en su propia experiencia: "No podemos callar lo que hemos visto y oído". Es la fuerza de la experiencia personal con Jesús resucitado la que les impide obedecer una orden humana que va contra el mandato divino de anunciar el Evangelio.
Aplicación a nuestra actualidad
Este texto nos confronta con nuestras propias vidas. ¿Cuántas veces nos encontramos ante situaciones donde sentimos una presión (social, laboral, familiar) para callar o disimular nuestra fe, nuestros valores, o una verdad que sentimos que debemos decir? Los líderes religiosos vieron la evidencia pero no quisieron aceptarla. ¿Nos pasa a veces que vemos claramente la acción de Dios o una llamada a cambiar algo en nuestra vida, pero nos resistimos por miedo a las consecuencias, a lo que otros pensarán, o a salir de nuestra comodidad? Pedro y Juan no tenían "instrucción" formal, pero tenían algo más importante: la experiencia viva de haber "estado con Jesús" y la fuerza del Espíritu. Nuestra confianza no debe basarse en nuestras capacidades, sino en nuestra relación con Él. El pasaje nos invita a un discernimiento constante: ante una orden, una expectativa social, una presión grupal... ¿qué es lo "justo delante de Dios"? ¿Qué me pide Él en esta situación concreta? La respuesta de los apóstoles ("no podemos callar...") nos recuerda que la fe vivida auténticamente genera un impulso interior a compartirla, no necesariamente con grandes discursos, sino con la coherencia de nuestra vida y, cuando sea oportuno, con nuestras palabras. Es un llamado a basar nuestra vida en lo que hemos "visto y oído" de Dios en nuestra propia historia.
Preguntas para la reflexión
¿Puedo identificar momentos en que he sentido una "seguridad" interior que no venía de mí mismo al hablar o actuar según mi fe? ¿De dónde creo que venía esa fuerza?
¿Ante qué presiones (del entorno, del miedo, de la comodidad) me siento tentado a "callar" o disimular aspectos importantes de mi fe o de lo que considero justo delante de Dios?
¿Qué significa para mí, hoy, "obedecer a Dios antes que a los hombres"? ¿En qué situaciones concretas se me presenta este dilema?
¿Qué es lo que yo he "visto y oído" de la acción de Dios en mi vida que me impulsa o debería impulsarme a dar testimonio? ¿Cómo puedo hacerlo de manera auténtica en mi entorno?
Oración
Señor Jesús, que diste a Pedro y a Juan la seguridad para hablar con verdad ante quienes querían silenciarlos, concédeme esa misma gracia. Ayúdame a discernir siempre lo que es justo delante de Ti, por encima de las presiones o los miedos humanos. Que mi confianza no esté en mis propias fuerzas, sino en haber "estado contigo" a través de la oración y de tu Palabra. Dame la valentía de no callar lo que he visto y oído de tu amor y tu poder en mi vida, y de testimoniarlo con humildad y convicción dondequiera que me encuentre. Amén.