Romanos 6,3-11
"Morir al Pecado, Vivir para Dios"
3 ¿O ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? 4 Porque por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.
Contexto
Pablo escribe la carta a los Romanos a la comunidad cristiana de Roma, una ciudad que era el centro del Imperio Romano. En esta parte de la carta, Pablo está explicando las implicaciones de la justificación por la fe en Cristo. Algunos podrían haber malinterpretado la enseñanza de la gracia, pensando que les daba libertad para pecar. Pablo argumenta que, por el contrario, la unión con Cristo a través del bautismo significa una muerte al pecado y una vida nueva en el Espíritu.
Tema Central
El texto se centra en la transformación radical que ocurre en el creyente a través del bautismo en Cristo. Implica una muerte al poder del pecado y una resurrección a una vida de comunión con Dios. Pablo enfatiza que esta transformación no es solo un evento pasado, sino una realidad presente y continua que configura nuestra identidad y nuestra forma de vivir.
Aplicación a nuestra actualidad
En nuestra vida cotidiana, este pasaje nos desafía a reflexionar sobre cómo estamos viviendo nuestra identidad cristiana. El bautismo, ese momento fundacional, no es un simple rito, sino un llamado constante a:
Morir a nuestro "viejo yo": Es decir, a renunciar a aquellas actitudes, hábitos y comportamientos que nos alejan del proyecto de Jesús. No se trata de una lucha constante, sino de un proceso de discernimiento y conversión permanente.
Vivir para Dios: No es solo una cuestión de cumplir reglas, sino de orientar toda nuestra existencia hacia Él, buscando en cada acción, pensamiento y deseo su voluntad. Es una invitación a dejar que el Espíritu de Jesús moldee nuestro corazón y nos impulse a amar y servir.
La imagen de ser "crucificados" y "resucitados" con Cristo nos invita a no temer la entrega, el dolor o la renuncia, ya que en ese camino encontramos la verdadera vida.
Preguntas para la reflexión
¿De qué maneras se manifiesta en mi vida la muerte al "viejo yo" y el surgimiento del "hombre nuevo"?
¿Qué aspectos concretos de mi vida necesito entregar a Dios para vivir más plenamente según su voluntad?
¿Cómo puedo vivir la realidad de mi bautismo en mis relaciones, mi trabajo y mis decisiones cotidianas?
¿De qué manera experimento la resurrección de Cristo como una fuerza viva que me impulsa a vivir con esperanza y alegría?
Oración
Señor Jesús,
por el bautismo nos uniste a tu muerte y resurrección,
y nos hiciste nuevas criaturas.
Te pedimos que tu Espíritu nos sostenga
en el camino de la conversión,
para que podamos morir cada día al pecado
y vivir con toda nuestra vida para ti.
Que tu gracia nos fortalezca
para renunciar a todo aquello que nos separa de ti,
y que tu amor nos impulse
a vivir con esperanza y alegría,
testigos de tu resurrección.
Amén.