Los textos de hoy nos hablan de la defensa del inocente frente a la injusticia y la falsedad, de la confianza en Dios en medio de la angustia y de la identidad de Jesús como la luz del mundo, cuya verdad ilumina y confronta la oscuridad.
El libro de Daniel nos presenta la historia de Susana, una mujer justa y temerosa de Dios que es falsamente acusada de adulterio por dos ancianos corruptos. En un juicio amañado, parece no haber esperanza para ella. Sin embargo, Dios escucha su clamor y envía al joven Daniel, lleno de sabiduría divina, quien desenmascara la mentira de los acusadores mediante un interrogatorio astuto y revelador. La verdad triunfa y Susana es vindicada, mientras que los malvados reciben su justo castigo. Este relato nos enseña la importancia de la integridad y la valentía para defender la verdad y la justicia, incluso cuando las circunstancias parecen adversas. También nos muestra que Dios siempre está atento al clamor del inocente y puede intervenir de maneras inesperadas para traer liberación. En nuestra vida, ¿defendemos la verdad y la justicia cuando somos testigos de la falsedad y la opresión? ¿Confiamos en que Dios puede obrar incluso en las situaciones más difíciles?
El salmo 22 es un lamento que expresa la angustia y el sufrimiento del justo que se siente abandonado por Dios y rodeado de enemigos. El salmista clama a Dios en su dolor, recordando las maravillas que obró en el pasado y reafirmando su confianza en Él. A pesar de sentirse desamparado, reconoce que Dios ha sido su apoyo desde el vientre materno. El salmo termina con una expresión de alabanza y la certeza de que su liberación será anunciada a las futuras generaciones. Este salmo nos permite identificar nuestras propias experiencias de dolor y abandono, al mismo tiempo que nos invita a mantener la fe en Dios, incluso en los momentos más oscuros, recordando su fidelidad a lo largo de nuestra historia personal. En nuestras noches oscuras del alma, ¿a quién recurrimos en busca de consuelo y fortaleza? ¿Mantenemos viva la memoria de la fidelidad de Dios en el pasado?
En el Evangelio de Juan, Jesús se presenta a sí mismo como "la luz del mundo". Quien lo sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Esta afirmación genera un debate con los fariseos, quienes cuestionan la validez de su testimonio por ser propio. Jesús responde que su testimonio es verdadero porque él sabe de dónde vino y a dónde va, a diferencia de ellos. Además, el Padre, que lo envió, también da testimonio de él. A pesar de las preguntas y la incredulidad de sus oponentes, Jesús declara que él y el Padre son uno en su propósito y autoridad. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la identidad de Jesús y su papel en nuestra vida. ¿Reconocemos a Jesús como la luz que ilumina nuestro camino y nos guía en la verdad? ¿Estamos dispuestos a seguirlo, confiando en su palabra y en el testimonio del Padre? ¿O preferimos permanecer en nuestras propias oscuridades y certezas?
Estos tres textos nos conectan con la lucha entre la verdad y la mentira, la justicia y la injusticia. Nos animan a ser valientes defensores de la verdad, como Daniel, a confiar en Dios en medio de la angustia, como el salmista, y a seguir a Jesús, la luz del mundo, que nos ofrece la verdad y la vida.
Para seguir profundizando en este mensaje, te propongo las siguientes preguntas:
¿En qué situaciones de mi vida he tenido la oportunidad de defender a alguien que estaba siendo tratado injustamente o acusado falsamente? ¿Cómo actué y qué aprendí de esa experiencia?
¿Cuáles son mis "noches oscuras" personales? ¿Cómo vivo mi fe en esos momentos de dificultad y aparente abandono? ¿Qué me ayuda a recordar la presencia de Dios?
¿De qué manera concreta Jesús es la "luz" en mi vida? ¿Cómo ilumina mis decisiones, mis relaciones y mi comprensión del mundo? ¿Hay áreas de mi vida donde prefiero permanecer en la oscuridad?
¿Cómo respondo al testimonio que Jesús da de sí mismo y al testimonio que el Padre da de él? ¿Estoy abierto a reconocer su divinidad y a seguir su camino?