"El Lamento del Justo Sufriente"
1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás lejos de mi clamor, de las palabras de mi gemido? 2 Dios mío, de día clamo, y no respondes; de noche, y no encuentro reposo. 3 Sin embargo, tú eres santo, tú habitas en las alabanzas de Israel. 4 En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste. 5 A ti clamaron, y fueron librados; en ti confiaron, y no fueron defraudados. 6 Pero yo soy un gusano, no un hombre; oprobio de los hombres, desprecio del pueblo.
Contexto
El Salmo 22 es un lamento individual, uno de los más profundos y conmovedores del Salterio. Expresa la angustia, el sufrimiento y el sentimiento de abandono de un justo que se encuentra en una situación extrema. Aunque el salmo comienza con un grito de desesperación, evoluciona hacia la confianza y la alabanza. Los versículos que analizamos corresponden a la primera parte del salmo, donde el dolor y la sensación de ausencia divina son predominantes. Este salmo es particularmente significativo para los cristianos, ya que Jesús mismo lo citó en la cruz (Mateo 27,46; Marcos 15,34), asumiendo en sí mismo el sufrimiento del justo abandonado.
Tema Central
El tema central de este texto es el clamor a Dios en medio del sufrimiento y el sentimiento de abandono. El salmista expresa una profunda angustia por la aparente lejanía de Dios y la falta de respuesta a sus oraciones. A pesar de este sentimiento, el salmista reconoce la santidad de Dios y recuerda la fidelidad divina en el pasado hacia sus antepasados. Sin embargo, contrasta esa experiencia con su propia realidad de humillación y desprecio, sintiéndose rebajado a lo más ínfimo.
Aplicación a nuestra actualidad
En nuestra vida, todos experimentamos momentos de dolor, dificultad y la sensación de que Dios está lejos o que nuestras oraciones no son escuchadas. Podemos sentirnos abandonados en medio de la enfermedad, la pérdida, la soledad o la injusticia. El grito inicial del Salmo 22, "¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?", puede resonar en nuestro propio corazón en esos momentos de profunda angustia. La honestidad del salmista al expresar su dolor y su sentimiento de abandono nos enseña que es válido llevar nuestras quejas y nuestro sufrimiento a Dios. Recordar la fidelidad de Dios en el pasado, como lo hace el salmista al evocar la experiencia de sus antepasados, puede ser una fuente de esperanza en medio de la oscuridad. Sin embargo, también es importante reconocer y aceptar nuestro propio sentimiento de vulnerabilidad y humillación, como lo hace el salmista al decir "yo soy un gusano, no un hombre". Este salmo nos invita a perseverar en la oración incluso cuando no sentimos respuestas inmediatas, confiando en que Dios, en su tiempo y a su manera, se manifestará. La experiencia de Jesús en la cruz nos muestra que Dios mismo ha experimentado el sufrimiento y el sentimiento de abandono, solidarizándose con nuestra condición humana.
Preguntas para la reflexión
¿En qué momentos de tu vida has sentido más intensamente la ausencia de Dios o el silencio a tus oraciones? ¿Cómo viviste esos momentos?
¿Te resulta fácil expresar tu dolor y tu angustia a Dios, o tiendes a ocultar esos sentimientos?
¿Cómo influye en tu fe el recuerdo de las veces en que has experimentado la fidelidad y la ayuda de Dios en el pasado?
¿En qué situaciones te has sentido humillado o despreciado? ¿Cómo te ayudó tu fe a afrontar esas experiencias?
¿Cómo te consuela y te da esperanza saber que Jesús mismo experimentó el grito de abandono en la cruz?
Oración
Señor Dios, en los momentos de oscuridad y sufrimiento, cuando sentimos que nos has abandonado y que nuestras palabras se pierden en el vacío, ayúdanos a recordar tu santidad y tu fidelidad. Que el ejemplo de Jesús en la cruz nos enseñe a perseverar en la oración, confiando en tu amor y en tu misterioso plan. Concédenos la gracia de llevarte nuestro dolor con honestidad y la esperanza de que, incluso en medio de la prueba, Tú estás presente y nos sostienes. Amén.