(Nota: Este salmo corresponde al Salmo 22 en la numeración hebrea utilizada por la traducción "El Libro del Pueblo de Dios" y muchas otras Biblias)
"El Grito del Justo Sufriente y su Confianza Final"
8 Al verme, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza: 9 «Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto». [...] 17 Me rodea una jauría de perros, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies. 18a Yo puedo contar todos mis huesos; [...] 19 ellos me miran con aire de triunfo, se reparten mi ropa 20 y sortean mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. [...] 23 Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: 24 «¡Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel!»
Contexto
Este salmo, conocido como Salmo 22 en la numeración hebrea y en muchas traducciones (como "El Libro del Pueblo de Dios"), es uno de los lamentos individuales más intensos y conmovedores de la Biblia. La persona que ora se siente completamente abandonada por Dios (el salmo comienza con "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?") y rodeada de enemigos crueles que se burlan de su fe y le infligen un sufrimiento físico y moral extremo. Tradicionalmente se atribuye a David, pero sobre todo, la tradición cristiana ha visto en estas palabras un reflejo profético del sufrimiento de Jesús en la cruz. Los versículos seleccionados describen vívidamente la burla, la sensación de vulnerabilidad extrema, el despojo y la violencia física, seguidos por un clamor de auxilio a Dios y una resolución final de alabanza y testimonio.
Tema Central
El tema central de estos versos es el contraste entre la profundidad del sufrimiento y la humillación experimentada por el justo, y su persistente clamor a Dios pidiendo ayuda, que culmina en una sorprendente profesión de fe y un llamado a la alabanza comunitaria. Describe la sensación de ser objeto de burla precisamente por confiar en Dios, la vulnerabilidad física total ("puedo contar mis huesos"), el despojo ("se reparten mi ropa") y el acoso ("jauría de perros"), pero no se queda ahí, sino que se vuelve a Dios como única fuente de fuerza y concluye con la firme decisión de alabar a Dios y anunciar su Nombre.
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo nos habla directamente en nuestros momentos de dolor profundo, soledad o cuando sentimos que nuestra fe es ridiculizada. ¿Quién no se ha sentido alguna vez vulnerable, expuesto, "con los huesos al descubierto" ante las dificultades o la mirada ajena? ¿Quién no ha sentido la burla o la incomprensión, a veces precisamente por intentar ser fiel a sus valores? El salmista nos da permiso para sentir y expresar ese dolor desgarrador ante Dios, sin filtros.
Pero lo más importante es lo que hace con ese dolor: no se aleja de Dios, sino que clama a Él con más fuerza: "¡Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto!". Nos enseña que la fe no es no sufrir, sino saber a Quién acudir en medio del sufrimiento. Nos muestra que incluso en la oscuridad más densa, podemos mantener una chispa de confianza y dirigir nuestra mirada a Dios.
El final del pasaje (vv. 23-24) es un salto de fe impresionante. Aún en medio de la prueba (o quizás anticipando la liberación), el salmista decide alabar a Dios y compartir su experiencia con la comunidad. Nos recuerda que nuestra experiencia de Dios, incluso la que pasa por el sufrimiento, no es solo para nosotros, sino que puede ser fuente de fortaleza y alabanza para otros. Nos invita a creer que, a pesar de todo, Dios es digno de alabanza y su fidelidad prevalecerá.
Preguntas para la reflexión
¿En qué momentos de mi vida me he sentido identificado/a con la burla o la vulnerabilidad descrita por el salmista? ¿Cómo reaccioné?
Cuando me siento débil o atacado/a, ¿mi instinto es clamar a Dios pidiendo su fuerza y cercanía, o tiendo a cerrarme o desesperar?
¿Qué significa para mí hoy la frase "yo puedo contar todos mis huesos"? ¿Dónde siento esa exposición o fragilidad?
¿Cómo puedo cultivar esa confianza para decir "Pero tú, Señor, no te quedes lejos", incluso cuando Dios parece distante?
A pesar de mis luchas actuales o pasadas, ¿puedo encontrar motivos para "anunciar el Nombre" de Dios y alabarlo? ¿Cómo puedo compartir mi fe con mi "asamblea" (familia, comunidad, amigos)?
Oración
Señor Jesús, que en la Cruz hiciste tuyas las palabras de este salmo y experimentaste la burla, el despojo y el dolor extremo, mira mi propia fragilidad y mis sufrimientos. Cuando me sienta rodeado/a por la dificultad o la incomprensión, no permitas que me aleje de Ti. Dame la fuerza para clamar como el salmista: "¡Ven pronto a socorrerme!". Y aunque a veces todo parezca oscuro, renueva en mí la confianza para que, al final, mi vida pueda anunciar tu Nombre y unirse a la alabanza de todos los que esperan en Ti. Amén.