Introducción
Queridas hermanas, nos reunimos hoy en este retiro para disponernos a vivir más profundamente este tiempo de Cuaresma. Es un tiempo especial, un tiempo de gracia que la Iglesia nos ofrece para preparar nuestro corazón para la gran celebración de la Pascua.
Pero, antes de seguir, preguntémonos: ¿qué es realmente la Cuaresma? ¿Es solo un tiempo de sacrificios y ayunos, o es algo más profundo?
La palabra "Cuaresma" viene del latín quadragesima, que significa "cuarenta". Son cuarenta días que nos recuerdan algunos momentos fundamentales de la historia de la salvación:
Los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto antes de entrar en la Tierra Prometida. Fue un tiempo de prueba, pero también de purificación y de confianza en Dios.
Los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto antes de comenzar su misión pública. Allí fue tentado, pero permaneció fiel al Padre, fortalecido por la oración y el Espíritu Santo.
Así como el desierto fue un tiempo de preparación y transformación para el pueblo de Israel y para Jesús, también la Cuaresma es para nosotras un tiempo de cambio, de renovación y de conversión.
Un Camino de Conversión
La Cuaresma nos invita a revisar nuestra vida, a mirar nuestro corazón y a preguntarnos:
¿Estoy viviendo en comunión con Dios o me he alejado de Él?
¿Qué cosas en mi vida necesito cambiar, soltar o renovar?
¿Estoy viviendo mi fe con profundidad o solo en la superficie?
Dios nos llama a volver a Él con un corazón sincero, como dice el profeta Joel:
"Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Desgarren su corazón y no sus vestiduras" (Joel 2,12-13).
No se trata solo de hacer sacrificios externos, sino de abrirnos a Dios desde dentro, dejar que Él transforme nuestra vida.
Tres Caminos para Vivir la Cuaresma
La Iglesia nos propone tres formas concretas para vivir este tiempo de gracia:
1. Oración:
La Cuaresma es un tiempo para fortalecer nuestra relación con Dios. Tal vez nuestra oración se ha vuelto rutinaria o la hemos dejado de lado por las preocupaciones diarias. Hoy es el momento de retomar el diálogo con el Señor, de escucharlo y dejarnos guiar por Él.
2. Ayuno:
Muchas veces pensamos en el ayuno solo como dejar de comer ciertos alimentos, pero el verdadero ayuno va más allá. Se trata de abstenernos de aquello que nos aparta de Dios y de los demás:
Ayunar de críticas y juicios para hablar con más amor.
Ayunar de la queja para vivir con gratitud.
Ayunar del egoísmo para abrirnos a los demás.
Como dice el profeta Isaías, el ayuno que Dios quiere es “soltar las cadenas de la injusticia, compartir el pan con el hambriento y dar refugio a quien no tiene techo” (Isaías 58,6-7).
3. Limosna o Caridad:
Este es el tiempo para mirar a quienes nos rodean, especialmente a los más necesitados. A veces, la mejor limosna no es solo dar dinero, sino también dar nuestro tiempo, nuestra escucha, nuestro cariño. En este retiro, podemos preguntarnos: ¿Cómo puedo ser un signo del amor de Dios para quienes me rodean?
Un Tiempo de Gracia, No de Tristeza
A veces pensamos que la Cuaresma es solo un tiempo de sufrimiento, pero en realidad es un tiempo de amor, de esperanza y de renovación. No es un tiempo triste, sino un camino hacia la alegría de la Pascua.
Jesús nos llama a caminar con Él, a dejar nuestras cargas y a recibir su misericordia. Nos invita a levantarnos, a volver al Padre, como el hijo pródigo que regresa a casa y es recibido con los brazos abiertos (Lucas 15,11-32).
Que este retiro sea un espacio de encuentro con Dios, donde podamos abrirle el corazón y permitirle hacer nuevas todas las cosas en nuestra vida.
Que comience nuestro camino de conversión. ¡Bienvenidas! ... ¡Bienvenidos!