"¿Quién Puede Vivir Cerca de Dios? Integridad y Presencia"
«1 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu Carpa? ¿Quién habitará en tu Montaña santa? 2a El que procede rectamente y practica la justicia; [...] 5 el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que obra así nunca vacilará. [...] 7 Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! 8 Tengo siempre presente al Señor: él está a mi derecha, nunca vacilaré. 9 Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y mi carne descansa serena. 10 Porque no me entregarás a la Muerte ni dejarás que tu fiel vea la fosa. 11 Me enseñarás el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha.»
Contexto
Este Salmo es como una especie de "guía de entrada" o "requisitos" para poder estar cerca de Dios, simbolizado aquí por la "Carpa" (el antiguo Tabernáculo del desierto) y la "Montaña santa" (el monte Sión, donde estaba el Templo de Jerusalén). No se trata tanto de un lugar físico, sino de la condición espiritual necesaria para vivir en comunión con Dios. Responde a la pregunta fundamental: ¿Qué tipo de persona agrada a Dios y puede disfrutar de su compañía protectora?
Tema Central
El tema central es doble. Primero, define las cualidades éticas y morales de la persona que puede vivir en la presencia de Dios: la rectitud en el actuar ("procede rectamente"), la práctica de la justicia, y la integridad en las relaciones sociales y económicas (no explotar al vulnerable con la usura, no corromperse con sobornos). Segundo, describe la experiencia íntima y gozosa de quien vive así en relación con Dios: recibe consejo divino (incluso en lo profundo de su ser, "la conciencia"), mantiene a Dios constantemente presente como protector ("a mi derecha"), y experimenta una profunda alegría, seguridad ("nunca vacilaré") y confianza que se extiende hasta la esperanza frente a la muerte, culminando en la promesa de vida plena y felicidad eterna en la presencia de Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo nos pregunta directamente hoy: ¿cómo podemos "hospedarnos" en la presencia de Dios en nuestra vida diaria? La respuesta no está en ritos complicados, sino en la coherencia de nuestra vida. "Proceder rectamente y practicar la justicia" nos llama a examinar nuestras acciones cotidianas: ¿somos honestos en nuestro trabajo, justos en nuestros tratos, sinceros en nuestras palabras? El rechazo a la usura y al soborno nos habla hoy de no explotar a otros de ninguna manera (económica, emocional, laboralmente) y de mantenernos íntegros ante las tentaciones de corrupción o de buscar ventajas injustas.
Más allá de las acciones, el salmo nos invita a cultivar una relación personal profunda. ¿Estoy atento a los "consejos" de Dios, a esa voz interior (la conciencia iluminada por la fe) que me guía incluso "de noche", en la reflexión personal? ¿Busco activamente "tener siempre presente al Señor", ser consciente de su compañía durante el día, no solo en los momentos de oración formal? Vivir así, con integridad y buscando Su presencia, no nos exime de dificultades, pero nos promete una estabilidad interior ("nunca vacilaré"), una alegría profunda que viene de Dios, y la esperanza segura de que nuestro camino conduce a la vida verdadera y plena junto a Él.
Preguntas para la reflexión
Al revisar mis acciones de la última semana, ¿en qué momentos concretos he intentado "proceder rectamente y practicar la justicia"? ¿Dónde siento que podría haberlo hecho mejor?
¿De qué maneras puedo estar participando, quizás sin darme cuenta, en alguna forma de "usura" o injusticia en mis relaciones o en mi entorno social y económico?
¿Cómo puedo cultivar una mayor atención a la voz de Dios que me "aconseja" en mi interior? ¿Qué momentos o prácticas me ayudan a escuchar mi conciencia más claramente?
¿Qué significa para mí, de forma práctica, "tener siempre presente al Señor" durante un día normal? ¿Qué pequeños gestos o pensamientos me pueden ayudar a lograrlo?
¿Dónde busco mi alegría y mi seguridad? ¿Experimento la serenidad y el gozo que vienen de saberme en la presencia de Dios?
Oración
Señor, Tú que conoces mi corazón, ayúdame a desear habitar en tu presencia cada día. Concédeme la gracia de proceder rectamente y practicar la justicia en todas mis acciones. Líbrame de toda forma de egoísmo o injusticia hacia los demás. Enséñame a escuchar tus consejos en lo profundo de mi ser y a tenerte siempre presente a mi derecha, para que, sintiéndome seguro en tu compañía, mi corazón se alegre y mi vida descanse serena en Ti. Muéstrame siempre el camino de la vida y sáciame del gozo de tu presencia. Amén