"Visión del Cristo Viviente y su Mandato a Juan"
«9 Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las pruebas, el Reino y la perseverancia en Jesús, estaba exiliado en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 En un éxtasis, oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, 11a que decía: «Escribe en un libro lo que ahora vas a ver [...]» 12 Me di vuelta para ver de quién era esa voz y vi siete candelabros de oro, 13 y en medio de los candelabros, a uno semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica, con una faja de oro a la altura del pecho. [...] 17 Al verlo, caí a sus pies, como muerto, pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No temas: yo soy el Primero y el Ultimo, 18 el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. 19 Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro.»
Contexto
Juan, el autor del libro (probablemente el apóstol o alguien de su círculo cercano), se encuentra exiliado en la isla de Patmos, una pequeña isla rocosa en el Mar Egeo usada por los romanos como lugar de destierro. Está allí "a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús", es decir, por la persecución contra los cristianos que probablemente ocurría bajo el emperador Domiciano (finales del siglo I). El libro del Apocalipsis es una revelación (eso significa "apocalipsis") que Juan recibe a través de visiones llenas de símbolos, destinada a consolar y fortalecer a las siete Iglesias de Asia Menor (y por extensión, a todos los creyentes) que enfrentaban dificultades y persecución. Este pasaje describe la visión inaugural, el encuentro directo de Juan con Jesucristo resucitado y glorificado, que le da la autoridad y el mandato para escribir todo el libro. Ocurre en "el día del Señor", el domingo.
Tema Central
El tema central es la majestuosa manifestación de Jesucristo resucitado y glorificado, quien se revela con poder divino, consuela a su siervo y lo comisiona para una misión profética. Juan no ve al Jesús histórico caminando por Galilea, sino al "Hijo de hombre" exaltado, con atributos que describen su gloria y autoridad (vestiduras, voz, presencia entre los candelabros que representan a las Iglesias). Jesús se identifica como el Eterno ("Primero y Último"), el Vencedor definitivo sobre la muerte ("el Viviente", que estuvo muerto pero vive para siempre) y quien tiene el dominio absoluto sobre la muerte y el infierno ("tengo la llave"). A pesar de la reacción de temor reverencial de Juan (cae "como muerto"), Jesús lo reconforta ("No temas") y le da la tarea específica de escribir lo que ve.
Aplicación a nuestra actualidad
Aunque el lenguaje es grandioso y lleno de símbolos, este pasaje tiene mucho que decirnos hoy. Juan está en una situación de prueba, de exilio, de sufrimiento por su fe. Es precisamente ahí donde tiene el encuentro más profundo con Jesús glorificado. Esto nos recuerda que Jesús no está ausente en nuestras dificultades, en nuestras propias "islas de Patmos" (momentos de soledad, enfermedad, persecución sutil, crisis). Él puede revelarse con especial claridad en esos momentos. La visión es sobrecogedora y provoca temor en Juan. ¿Nos permitimos sentir el asombro, incluso el "temor santo", ante la grandeza y la majestad de Dios? A veces queremos un Dios demasiado "a nuestra medida". Pero la respuesta de Jesús es siempre la misma: "No temas". Su presencia, aunque poderosa, es para darnos seguridad. Él es el "Viviente", la prueba de que la vida triunfa sobre la muerte, la esperanza sobre la desesperación. Él tiene "las llaves", lo que significa que, aunque el mal parezca poderoso, el control último está en sus manos. ¿Confiamos realmente en su soberanía? Finalmente, el mandato a Juan ("Escribe") nos invita a reflexionar sobre nuestra propia misión. ¿Qué "hemos visto" nosotros de la acción de Jesús? ¿Cómo podemos ser testigos, a nuestra manera, de que Él vive y actúa hoy? ¿Qué sentimientos predominan en mí al leer esto: miedo, consuelo, confianza, responsabilidad?
Preguntas para la reflexión
¿En qué momentos de dificultad o "exilio" personal he sentido, o necesito sentir hoy, la presencia reconfortante de Jesús que me dice "No temas"?
Al contemplar la figura de Jesús glorificado, ¿qué sentimientos surgen en mí? ¿Me dejo asombrar por su majestad o tiendo a reducirlo a algo más manejable?
¿De qué manera me ayuda a enfrentar mis miedos (a la muerte, al futuro, al sufrimiento) saber que Jesús es "el Viviente" y tiene "la llave de la Muerte y del Abismo"?
¿Qué "he visto" yo de la obra de Jesús en mi vida o en el mundo que siento que estoy llamado/a a comunicar o "escribir" a mi modo para otros?
Oración
Señor Jesús, Primero y Último, Viviente glorioso, que te revelaste con poder a tu siervo Juan en medio de su prueba. Te pido que también te reveles a mí en mis dificultades. Que ante tu majestad, sepa escuchar tu voz que dice "No temas". Ayúdame a confiar profundamente en que Tú has vencido la muerte y tienes el control de todas las cosas. Dame la gracia de reconocer lo que Tú haces en mi vida y la valentía para ser testigo de tu presencia viva en el mundo. Amén.