"El Consejo de Gamaliel y la Alegría de los Apóstoles"
«34» Entonces intervino en el Sanedrín un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, que era respetado por todo el pueblo. Mandó retirar un momento a los Apóstoles «35» y dijo a los del Sanedrín: «Israelitas, cuídense bien de lo que van a hacer con estos hombres. «36» No hace mucho apareció Teudas, que pretendía ser alguien, y al que se unieron unos cuatrocientos hombres; sin embargo, lo mataron, sus secuaces se dispersaron, y todo quedó en la nada. «37» Después de él, en la época del censo, apareció Judas el Galileo, que también arrastró mucha gente detrás de sí; murió igualmente, y todos sus partidarios se dispersaron. «38» Por eso, ahora les digo: No se metan con estos hombres y déjenlos en paz. Si lo que ellos intentan o hacen viene de los hombres, se destruirá por sí mismo; «39» pero si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y correrán el riesgo de luchar contra Dios». Los miembros del Sanedrín siguieron su consejo. «40» Llamaron entonces a los Apóstoles, y después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los despidieron. «41» Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer ultrajes por el Nombre de Jesús. «42» Y todos los días, en el Templo y por las casas, no cesaban de enseñar y de anunciar la Buena Noticia de Cristo Jesús.»
Contexto
Estamos en medio de la segunda comparecencia de los apóstoles ante el Sanedrín. Acaban de reafirmar su decisión de obedecer a Dios antes que a los hombres, lo que enfureció a los miembros del consejo hasta el punto de querer matarlos (Hechos 5:33). Es en este momento de máxima tensión que interviene Gamaliel, un fariseo muy respetado (maestro de Saulo/Pablo), conocido por su prudencia y sabiduría. Su intervención calma los ánimos y ofrece una perspectiva diferente.
Tema Central
El tema central es doble: por un lado, la prudencia humana ante un fenómeno religioso nuevo, representada por el consejo de Gamaliel: si es de Dios, prevalecerá; si es humano, se desvanecerá. Por otro lado, y más importante, la reacción sobrenatural de los apóstoles ante el sufrimiento por causa de Cristo: no se sienten humillados ni desanimados por los azotes y la prohibición, sino dichosos (llenos de alegría) por haber sido considerados dignos de sufrir por el Nombre. Esta alegría interior los impulsa a continuar su misión de enseñar y anunciar a Jesús sin cesar.
Aplicación a nuestra actualidad
El consejo de Gamaliel nos invita a una cierta prudencia y paciencia al juzgar movimientos o ideas nuevas, especialmente en el ámbito religioso. Nos recuerda que el tiempo suele mostrar la verdadera naturaleza de las cosas y que debemos tener cuidado de no oponernos a algo que podría ser obra de Dios. Sin embargo, la aplicación principal para nosotros hoy viene de la reacción de los apóstoles. ¿Cómo reaccionamos nosotros ante las dificultades, las críticas, las burlas o incluso sufrimientos más serios que podamos encontrar por vivir nuestra fe? ¿Nos desanimamos, nos quejamos, nos sentimos víctimas? Los apóstoles nos muestran una perspectiva radicalmente diferente: consideran el sufrimiento por Jesús no como una desgracia, sino como un honor, una fuente de alegría profunda. Esta alegría no es masoquismo, sino el fruto de saberse unidos a Cristo en su pasión y de experimentar la fuerza del Espíritu que los sostiene. ¿Pedimos a Dios esta gracia de poder encontrar sentido e incluso alegría en medio de las pruebas sufridas por ser fieles a Él? ¿Qué sentimientos me provoca la "dicha" de los apóstoles al ser azotados? ¿Me parece algo inalcanzable, admirable, desconcertante? Esa alegría es la que les da la fuerza para seguir adelante ("no cesaban de enseñar"). Nos desafía a buscar nuestra motivación más profunda no en la comodidad o el reconocimiento, sino en la fidelidad al Nombre de Jesús.
Preguntas para la reflexión
¿Cómo puedo aplicar la prudencia de Gamaliel al evaluar situaciones o ideas nuevas en mi entorno, sin juzgar precipitadamente?
¿Cómo suelo reaccionar internamente cuando sufro alguna contrariedad, burla o dificultad por causa de mi fe o mis valores cristianos? ¿Qué sentimientos predominan?
¿Qué significa para mí ser "considerado digno de padecer ultrajes por el Nombre de Jesús"? ¿Puedo ver algún valor o sentido en el sufrimiento aceptado por fidelidad a Él?
¿De dónde creo que viene la alegría profunda que experimentaban los apóstoles en medio del sufrimiento? ¿Cómo puedo yo cultivar esa fuente de alegría en mi propia vida?
¿Qué me impulsa (o me frena) a "no cesar de enseñar y anunciar" a Jesús en mi vida cotidiana, en el Templo (mi vida pública) y por las casas (mi vida privada)?
Oración
Señor Jesús, que diste a tus apóstoles la gracia de salir dichosos después de haber sido azotados por tu Nombre. Te pido que transformes mi corazón para que yo también pueda encontrar sentido y fortaleza en las dificultades que afronte por serte fiel. Que no me desanime ante la oposición o la incomprensión, sino que, lleno/a del Espíritu Santo, encuentre la alegría en estar unido/a a Ti. Concédeme la perseverancia para no cesar de anunciar tu Buena Noticia con mi vida, en todo momento y lugar. Amén.