"Jesús se Muestra Vivo: Paz, Realidad y Envío"
«35 Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. 36 Todavía estaban hablando de esto, cuando el mismo Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». 37 Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu. 38 Pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas en el corazón?». 39 Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo». 40 Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. 41 Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?». 42 Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; 43 él lo tomó y lo comió delante de todos. 44 Después les dijo: «Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos». 45 Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, 46 y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, 47 y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. 48 Ustedes son testigos de todo esto.»
Contexto
Este pasaje sigue inmediatamente al relato de los discípulos de Emaús, quienes acaban de regresar a Jerusalén y están contando su experiencia al grupo de los Once y los demás reunidos. Es todavía la tarde-noche del domingo de Resurrección. El ambiente está cargado de una mezcla de asombro, incredulidad, miedo y esperanza tras los diversos testimonios (las mujeres, Pedro, los de Emaús). Es en medio de esta atmósfera turbulenta que Jesús mismo se aparece al grupo completo.
Tema Central
El tema central es la manifestación física y real de Jesús resucitado ante la comunidad reunida, para confirmar su Resurrección, disipar sus dudas y miedos, instruirlos sobre el sentido de su pasión y muerte a la luz de las Escrituras, y encomendarles la misión universal de ser sus testigos, predicando la conversión y el perdón en su Nombre. Jesús no solo se muestra, sino que interactúa físicamente (invita a tocarlo, come con ellos) y les abre el entendimiento para que conecten su experiencia con el plan de Dios revelado en la Palabra.
Aplicación a nuestra actualidad
Este evangelio nos habla de la presencia real de Jesús en medio de nuestra comunidad, incluso cuando estamos llenos de turbación, dudas y miedos, como los discípulos. Su primer regalo es la paz: "La paz esté con ustedes". ¿Estamos abiertos a recibir esa paz que Él ofrece en medio de nuestras tormentas interiores y exteriores? Jesús no se queda en lo espiritual etéreo; insiste en su realidad física: "Tóquenme y vean", "les mostró sus manos y sus pies", "comió delante de todos". Esto nos recuerda que nuestra fe no es una idea abstracta, sino que se encarna en la realidad, en lo concreto. ¿Dónde podemos "tocar" hoy a Jesús resucitado? En los sacramentos (especialmente la Eucaristía), en el servicio a los hermanos necesitados (sus "manos y pies" heridos en el mundo), en la comunidad reunida.
Es interesante que, a pesar de la alegría, "se resistían a creer". A veces, la buena noticia es tan grande que nos cuesta aceptarla del todo. Necesitamos que Jesús mismo nos "abra la inteligencia" para comprender las Escrituras, para ver cómo el sufrimiento y la cruz forman parte del camino hacia la gloria, tanto en su vida como en la nuestra. ¿Le pedimos a Dios que ilumine nuestra mente y nuestro corazón para entender su Palabra y su plan en nuestra propia historia? Finalmente, este encuentro íntimo y sanador no es para quedarnos encerrados. Culmina en una misión: "Ustedes son testigos". Cada experiencia de encuentro con el Resucitado nos convierte en testigos y nos envía a compartir esa experiencia, a anunciar la posibilidad de conversión y perdón para todos. ¿Cómo puedo ser yo testigo de esto en mi vida concreta?
Preguntas para la reflexión
¿En qué momentos de confusión o miedo en mi vida he anhelado escuchar las palabras de Jesús: "La paz esté contigo"? ¿Cómo puedo abrirme más a recibir su paz hoy?
¿De qué maneras concretas puedo yo "tocar" la realidad de Jesús resucitado en mi vida diaria (en la oración, en los sacramentos, en el servicio a los demás, en la comunidad)?
¿Qué dudas o "resistencias a creer" encuentro en mi corazón, incluso cuando experimento la alegría de la fe? ¿Cómo puedo pedirle a Jesús que me ayude a superarlas?
¿Cómo puedo permitir que Jesús me "abra la inteligencia" para comprender mejor las Escrituras y ver su luz sobre los acontecimientos de mi vida, especialmente los difíciles?
¿Qué significa concretamente para mí ser "testigo" de Jesús resucitado en mi familia, mi trabajo, mi entorno? ¿Qué pequeño paso puedo dar esta semana en esa dirección?
Oración
Jesús Resucitado, que te apareciste en medio de tus discípulos llenos de miedo y duda para traerles tu paz. Ven también hoy a mi vida, calma mis turbaciones y disipa mis temores. Permíteme reconocerte vivo y real, no como un espíritu lejano, sino presente en mi caminar. Muéstrame tus manos y tus pies heridos y gloriosos, y abre mi inteligencia para comprender, a la luz de tu Palabra, el sentido de mi propia vida con sus cruces y esperanzas. Dame la gracia de ser un testigo fiel de tu amor y tu perdón, llevando tu mensaje de conversión y vida nueva a todos los que encuentre. Amén.