Éxodo 12, 37-42
"La Partida de Israel: El Inicio del Éxodo y la Noche de Vigilia"
“37 Los israelitas partieron de Ramsés en dirección a Sucot. Eran unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38 También salió con ellos una multitud heterogénea, y una enorme cantidad de vacas y ovejas. 39 Con la masa que habían sacado de Egipto, cocieron unas galletas de pan ázimo, porque la masa todavía no había fermentado. En efecto, los egipcios los habían expulsado tan de prisa que no tuvieron tiempo de preparar provisiones. 40 La permanencia de los israelitas en Egipto fue de cuatrocientos treinta años. 41 Al cabo de esos cuatrocientos treinta años, en el curso de ese mismo día, todos los ejércitos del Señor salieron de Egipto. 42 Aquella fue una noche de vigilia para el Señor, para hacerlos salir de Egipto. Y esa misma noche será una noche de vigilia en honor del Señor, para todos los israelitas, a lo largo de las generaciones.”
Contexto
Este pasaje del libro del Éxodo describe la partida física del pueblo de Israel de Egipto. Sigue inmediatamente a la décima plaga (la muerte de los primogénitos egipcios) y a la celebración de la primera Pascua. El Faraón y los egipcios, aterrorizados y afligidos, no solo permiten que los israelitas se vayan, sino que los "expulsan de prisa", instándolos a salir. Los israelitas parten de la ciudad de Ramsés, donde habían estado trabajando como esclavos, e inician su viaje hacia la libertad en el desierto.
Tema Central
El tema central es el inicio del Éxodo, la partida masiva y apresurada de Israel de la tierra de la esclavitud. Se destaca el cumplimiento de la promesa de Dios de liberar a su pueblo, a quien se describe como los "ejércitos del Señor". La naturaleza apresurada de la partida, simbolizada por el pan ázimo (sin levadura), se convierte en un elemento central del recuerdo. La noche de la salida se instituye como una "noche de vigilia", un tiempo sagrado de vela y recuerdo perpetuo de la acción liberadora de Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
La partida de Israel de Egipto es el paradigma de la liberación para la fe judeocristiana, y este pasaje nos ofrece varias reflexiones:
El Cumplimiento de la Promesa: "Al cabo de esos cuatrocientos treinta años... todos los ejércitos del Señor salieron de Egipto". Dios es fiel a su palabra. Aunque la espera fue larga y el sufrimiento grande, el día de la liberación llegó exactamente como Dios lo había previsto. Esto nos anima a confiar en la fidelidad de Dios, incluso cuando sus promesas parecen tardar en cumplirse.
Un Pueblo Diverso y Peregrino: Los israelitas no salen solos; los acompaña "una multitud heterogénea". La obra liberadora de Dios atrae a otros. Esto nos recuerda que el pueblo de Dios es, por naturaleza, inclusivo y está abierto a todos los que deseen unirse a su camino de liberación. La Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, está llamada a esta misma apertura universal.
La Urgencia de la Partida y el Pan Ázimo: No tuvieron tiempo de que la masa fermentara. La llamada de Dios a la libertad a menudo requiere una respuesta rápida, un "dejarlo todo" sin mirar atrás. El pan ázimo se convierte en un símbolo de esta urgencia y de la disposición a dejar las "comodidades" o las viejas levaduras del pecado y la esclavitud. ¿Estamos dispuestos a responder con prontitud a la llamada de Dios a dejar nuestras propias "esclavitudes"?
"Ejércitos del Señor": Describir a esta masa de ex-esclavos, familias, niños y ganado como los "ejércitos del Señor" es una afirmación de dignidad y propósito. Dios los ve no como una turba de fugitivos, sino como su propio ejército, listo para marchar bajo su estandarte. También nosotros, el pueblo de Dios, somos parte de su "ejército" que lucha contra las fuerzas del mal con las armas de la fe, la esperanza y el amor.
La Noche de Vigilia: "Aquella fue una noche de vigilia para el Señor... Y esa misma noche será una noche de vigilia en honor del Señor...". Dios "veló" para proteger y liberar a su pueblo. En respuesta, el pueblo debe "velar" para recordar y celebrar esta liberación. Para los cristianos, la Vigilia Pascual es la "noche de vigilia" por excelencia, la celebración más importante del año, donde recordamos y hacemos presente la liberación definitiva de la esclavitud del pecado y la muerte a través de la resurrección de Jesucristo. Es un llamado a mantenernos vigilantes en la fe, recordando siempre la gran obra de nuestra redención.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia "partida de Egipto". Hemos sido liberados por Cristo de la esclavitud del pecado. Estamos llamados a vivir como un pueblo peregrino, dejando atrás las "levaduras" del pasado, confiando en la fidelidad de Dios, y manteniendo una "vigilia" constante de gratitud y esperanza por la salvación que hemos recibido.
Preguntas para la reflexión
¿De qué "Egiptos" (esclavitudes, pecados, miedos) me ha liberado Dios a lo largo de mi vida? ¿Soy consciente de esta liberación y vivo en gratitud por ella?
¿Hay "levaduras" o apegos del pasado que necesito dejar atrás para poder caminar con mayor libertad como discípulo de Cristo?
¿Me veo a mí mismo/a como parte de los "ejércitos del Señor", llamado/a a marchar y a luchar espiritualmente por su Reino en el mundo?
¿Qué significa para mí mantener una "noche de vigilia"? ¿Cómo puedo yo cultivar una actitud de vigilancia constante en mi fe, recordando la obra liberadora de Cristo?
Al pensar en la "multitud heterogénea" que salió con Israel, ¿cómo me desafía esto a ser más acogedor/a e inclusivo/a con aquellos que desean unirse al camino de la fe, sin importar su origen?
Oración
Señor, Dios liberador, te damos gracias porque, como a tu pueblo Israel, nos has sacado de la tierra de la esclavitud del pecado y de la muerte por la Pascua de tu Hijo. Ayúdanos a vivir como peregrinos en este mundo, dejando atrás todo lo que nos ata al pasado. Que, manteniendo una vigilia constante de gratitud y esperanza, podamos recordar siempre tu poderosa acción salvadora y caminar como tu pueblo santo hacia la Tierra Prometida del cielo. Amén.