Juan 14,27-31a
"La Paz de Cristo y la Victoria sobre el Príncipe de este Mundo"
“27 Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! 28 Me han oído decir: “Me voy y volveré a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 29 Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando suceda, crean. 30 Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede contra mí, 31a pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y que obro como él me ha ordenado.”
Contexto
Este pasaje forma parte del Discurso de Despedida de Jesús durante la Última Cena (Evangelio de Juan). Jesús está preparando a sus discípulos para su inminente partida – su pasión, muerte y resurrección. Les ha hablado de la promesa del Espíritu Santo y de la morada de Dios en aquellos que lo aman. Ahora, les ofrece su paz, una paz diferente a la del mundo, y les anima a no temer, explicándoles el significado de su ida al Padre. También anticipa la confrontación final con el "Príncipe de este mundo" (Satanás), sobre quien Jesús tiene la victoria.
Tema Central
El tema central es el don de la paz de Cristo, una paz profunda y duradera que contrasta con la paz superficial que ofrece el mundo, y que debe disipar la inquietud y el temor de los discípulos. La partida de Jesús al Padre, lejos de ser motivo de tristeza, debería ser causa de alegría para quienes lo aman, ya que es un retorno a la gloria y el cumplimiento de su misión. Finalmente, se proclama la impotencia del "Príncipe de este mundo" frente a Jesús, cuya obediencia al Padre es una manifestación de su amor.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Jesús en este pasaje son un ancla poderosa para nuestra vida en medio de un mundo a menudo turbulento e inquieto:
La Paz de Cristo vs. la Paz del Mundo: Jesús nos ofrece "su paz", que no es la simple ausencia de conflicto o una tranquilidad superficial que depende de las circunstancias externas, como la que el mundo puede ofrecer temporalmente. La paz de Cristo es un don interior, profundo, que brota de la comunión con Él y de la confianza en el amor del Padre, incluso en medio de las tormentas. Es una paz que coexiste con las dificultades, pero que no se deja vencer por ellas. Nos invita a buscar y cultivar esta paz interior que solo Él puede dar, en lugar de conformarnos con las frágiles paces que el mundo propone.
"¡No se inquieten ni teman!": Este es un mandato y una promesa. La inquietud y el temor son reacciones humanas naturales ante lo desconocido o amenazante. Pero la paz de Jesús nos capacita para superarlos. Se fundamenta en la confianza en su palabra y en su victoria. ¿Qué inquietudes y temores me dominan hoy? ¿Cómo puedo acoger la paz de Cristo para enfrentarlos?
La Partida al Padre como Motivo de Alegría: La perspectiva de Jesús sobre su propia muerte y resurrección es transformadora. Su "ida al Padre" no es una pérdida, sino un triunfo, una glorificación. Si amamos a Jesús, debemos alegrarnos por Él y por lo que su obra significa para nosotros. Esto nos ayuda a ver también nuestras propias "partidas" o las de nuestros seres queridos (las pérdidas, los finales de etapa, e incluso la muerte) con una luz de esperanza, confiando en la promesa de la vida con el Padre.
Victoria sobre el Mal: La llegada del "Príncipe de este mundo" (el poder del mal, Satanás) es inminente, pero Jesús afirma con rotundidad: "él nada puede contra mí". Esta es una declaración de victoria. Aunque el mal pueda causar sufrimiento, no tiene el poder último sobre Jesús ni sobre aquellos que están unidos a Él. Esta certeza nos da fortaleza para resistir las tentaciones y no desanimarnos ante la presencia del mal en el mundo.
Obediencia por Amor: La razón por la que Jesús enfrenta su pasión es clara: "que el mundo sepa que yo amo al Padre y que obro como él me ha ordenado". Su obediencia no es servil, sino la expresión de un amor profundo y libre al Padre. Este es el modelo para nuestra propia obediencia a Dios: que brote del amor y de un deseo de cumplir su voluntad, sabiendo que es lo mejor para nosotros.
Este pasaje nos invita a vivir en la paz que Cristo nos da, a superar el miedo con la confianza en su victoria, y a seguir su ejemplo de amor obediente al Padre.
Preguntas para la reflexión
¿Qué diferencia experimento entre la "paz del mundo" (ausencia de problemas, tranquilidad externa) y la "paz de Cristo" que puedo tener incluso en medio de dificultades? ¿Cómo puedo cultivar más esta última?
¿Cuáles son mis mayores inquietudes y temores en este momento? ¿De qué manera las palabras de Jesús "¡No se inquieten ni teman!" y su promesa de paz me pueden ayudar a afrontarlos?
¿Cómo puedo crecer en amar a Jesús de tal manera que me alegre por su "ida al Padre" y por lo que esto significa para mi salvación y la del mundo, incluso cuando implica su sufrimiento?
Sabiendo que el "Príncipe de este mundo" nada pudo contra Jesús, ¿cómo me fortalece esto para enfrentar las tentaciones o las manifestaciones del mal en mi propia vida y en la sociedad?
Oración
Señor Jesús, te pedimos que derrames sobre nosotros tu paz, esa paz que el mundo no puede dar, para que nuestros corazones no se inquieten ni teman. Ayúdanos a confiar en tu victoria sobre todo mal y a seguir tu ejemplo de amor obediente al Padre. Que, sabiendo que Tú estás con el Padre y que nos preparas un lugar, vivamos con alegría y esperanza, manifestando al mundo el amor que nos une a Ti y al Padre. Amén.