Génesis 49,29-32; 50,15-26a
"El Fin de una Era: Muerte, Perdón y Confianza en la Promesa Futura"
“49,29 Después les dio estas instrucciones: «Yo voy a reunirme con los míos. Entiérrenme junto a mis padres, en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita, 30 en la cueva del campo de Macpelá, frente a Mamré, en la tierra de Canaán, el campo que Abraham compró a Efrón el hitita, para tenerlo como sepultura en propiedad. 31 Allí fueron enterrados Abraham y su mujer Sara; allí fue enterrado Isaac y su mujer Rebeca; y allí enterré a Lía. 32 Es el campo y la cueva que fueron comprados a los hititas».
50,15 Al ver que su padre había muerto, los hermanos de José se dijeron: «Tal vez José nos guarde rencor y ahora nos devuelva todo el mal que le hicimos». 16 Por eso le mandaron a decir: «Antes de morir, tu padre nos dio esta orden: 17 “Díganle así a José: Perdona, por favor, el crimen de tus hermanos y el pecado que cometieron, tratándote tan mal”. Por eso te rogamos que perdones el crimen de los servidores del Dios de tu padre». Al oír esto, José se puso a llorar. 18 Sus hermanos fueron personalmente, se postraron delante de él y le dijeron: «Aquí nos tienes: somos tus esclavos». 19 Pero José les respondió: «No teman. ¿Acaso yo puedo ocupar el lugar de Dios? 20 Ustedes quisieron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien, para cumplir lo que hoy vemos: para salvar la vida de un pueblo numeroso. 21 Por eso, no teman. Yo los proveeré a ustedes y a los que tienen a su cargo». Y los reconfortó, hablándoles con afecto. 22 José permaneció en Egipto junto con la familia de su padre, y vivió ciento diez años. 23 Allí vio a los hijos de Efraím hasta la tercera generación; y los hijos de Maquir, hijo de Manasés, también nacieron sobre las rodillas de José. 24 José dijo a sus hermanos: «Yo estoy a punto de morir. Pero Dios los visitará y los hará subir desde este país a la tierra que prometió con un juramento a Abraham, a Isaac y a jacob». 25 Entonces José hizo prestar juramento a los hijos de Israel, diciéndoles: «Cuando Dios los visite, lleven de aquí mis huesos». 26a José murió en Egipto a la edad de ciento diez años.”
Contexto
Estos pasajes marcan el final del libro del Génesis y de la era de los patriarcas. El primer fragmento contiene las últimas instrucciones de Jacob (Israel) a sus hijos: su deseo de ser enterrado en la tierra de Canaán, en la cueva de Macpelá, el único trozo de la Tierra Prometida que poseían legalmente. El segundo fragmento ocurre después de la muerte y el entierro de Jacob. Los hermanos de José, temerosos de que ahora, sin la presencia del padre, José se vengue de ellos, le suplican perdón. La respuesta de José reafirma su perdón y su profunda interpretación teológica de los acontecimientos. Finalmente, se narra la muerte de José, quien también expresa su fe inquebrantable en la futura liberación de su pueblo y pide que sus huesos sean llevados a la Tierra Prometida.
Tema Central
El tema central es la conclusión de la historia de los patriarcas bajo el signo de la fe en las promesas de Dios y de la reconciliación humana. Se destaca: 1) El anhelo profundo de Jacob y José por la Tierra Prometida, demostrando su fe en que el exilio en Egipto es temporal. 2) La plena y conmovedora reconciliación de José con sus hermanos, fundamentada en su capacidad de ver la providencia de Dios obrando a través del mal humano. 3) La confianza total en el futuro cumplimiento de las promesas de Dios, que visitará a su pueblo y lo llevará de regreso a su tierra.
Aplicación a nuestra actualidad
El final del Génesis nos deja lecciones fundamentales sobre el perdón, la fe y la esperanza:
El Deseo de la Verdadera Patria: El insistente deseo de Jacob y José de ser enterrados en Canaán no es simple nostalgia. Es una poderosa declaración de fe: su hogar no es Egipto, por muy próspero que sea, sino la tierra que Dios prometió. Para nosotros, esto simboliza el anhelo del cielo, nuestra verdadera patria. Nos invita a vivir en este mundo sin olvidar que somos peregrinos, que nuestra esperanza última está puesta en la "tierra prometida" celestial que Dios nos ha preparado.
El Miedo que Subsiste Tras el Pecado: Los hermanos de José, incluso después de años de convivencia pacífica, todavía temen la venganza. El pecado deja cicatrices profundas de miedo y desconfianza. A veces, aunque hayamos sido perdonados, nos cuesta creer en la plenitud de ese perdón y vivimos con el temor de que se nos "pase factura".
El Perdón Fundamentado en la Providencia de Dios: La respuesta de José es una de las cumbres teológicas de la Biblia: "No teman. ¿Acaso yo puedo ocupar el lugar de Dios? Ustedes quisieron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien...". José no minimiza el mal que le hicieron, pero lo subsume en un plan providencial mucho más grande. Su capacidad de perdonar no nace solo de su bondad, sino de su fe en la soberanía de Dios. Esta es una clave para nuestra propia capacidad de perdonar: ver las heridas que nos han infligido no solo como actos de maldad humana, sino como ocasiones que Dios, en su misterio, puede usar para un bien mayor.
No Ocupar el Lugar de Dios: "¿Acaso yo puedo ocupar el lugar de Dios?". José renuncia a la venganza porque reconoce que el juicio le pertenece solo a Dios. Esta es una lección crucial para nosotros. Cuando guardamos rencor y deseamos vengarnos, estamos intentando ocupar el lugar de Dios. El perdón es un acto de fe que deja el juicio en sus manos.
Confianza en la Fidelidad Futura de Dios: "Dios los visitará y los hará subir desde este país...". Tanto Jacob como José mueren en Egipto, sin ver el cumplimiento pleno de la promesa del Éxodo. Sin embargo, mueren en la fe, con una confianza total en que Dios será fiel a sus promesas para las futuras generaciones. Esto nos anima a sembrar con fe, a vivir con esperanza y a confiar en que Dios llevará a término su obra, aunque nosotros no veamos sus frutos finales en nuestra vida.
Este final del Génesis es una poderosa lección de fe, perdón y esperanza. Nos enseña a mirar más allá de nuestras heridas para descubrir la mano providente de Dios, a perdonar como hemos sido perdonados, y a vivir como peregrinos que anhelan su patria celestial, confiando en que Dios siempre es fiel a sus promesas.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera vivo yo mi vida como un "peregrino" que anhela su verdadera patria en el cielo, o estoy demasiado apegado/a al "Egipto" de este mundo?
¿Hay "miedos" o "desconfianzas" en mi corazón, como los de los hermanos de José, que me impiden aceptar plenamente el perdón que otros o que Dios me han ofrecido?
Al enfrentar heridas o injusticias, ¿cómo puedo yo empezar a practicar la "relectura de fe" de José, pidiendo a Dios que me ayude a ver cómo Él puede estar sacando un bien de ese mal?
¿En qué situaciones me siento tentado/a a "ocupar el lugar de Dios", juzgando o deseando vengarme, en lugar de dejarle a Él el juicio y elegir el perdón?
¿Confío en la fidelidad de Dios para las futuras generaciones y para el cumplimiento final de su plan, aunque yo no vea todos los resultados en mi vida? ¿Qué "huesos" (legado de fe, esperanza) quiero dejar yo para los que vienen después?
Oración
Señor, Dios de Abraham, Isaac y Jacob, que eres fiel a tus promesas a través de todas las generaciones. Te damos gracias por el ejemplo de perdón y fe de tu siervo José, que supo ver tu mano providente obrando el bien a través del mal. Ayúdanos a perdonar como él perdonó, a no ocupar tu lugar como jueces, y a confiar en tu plan de salvación. Que vivamos como peregrinos en esta tierra, anhelando nuestra patria celestial, y que muramos en la fe, seguros de que Tú visitarás a tu pueblo y lo llevarás a la plenitud de tu Reino. Amén.