Salmo 87(86),1-7
"Sión, Ciudad Madre de Todos los Pueblos"
“1 El Señor ama la Ciudad que fundó sobre las santas montañas: 2 ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. 3 ¡Se dicen de ti cosas gloriosas, Ciudad de Dios! Pausa 4 «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella». 5 Se dirá de Sión: «Este y aquel han nacido en ella, y el mismo Altísimo la ha fundado». 6 El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Este ha nacido en ella». Pausa 7 Y todos cantarán, mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti».”
Contexto
El Salmo 87 es un "Canto de Sión", un himno que exalta a Jerusalén. Sin embargo, su visión es sorprendentemente universal. En un tiempo en que la identidad de Israel se definía a menudo en oposición a las naciones vecinas, este salmo presenta a Sión no como una fortaleza exclusiva, sino como una patria espiritual universal. Naciones históricamente enemigas o paganas son presentadas como "nacidas" en Sión, convirtiéndose en ciudadanas de la Ciudad de Dios.
Tema Central
El tema central es la gloria de Sión como la ciudad amada por Dios, y su destino universal como madre espiritual de todas las naciones. Dios mismo inscribe a gentes de diversos pueblos como ciudadanos de Sión, reconociéndolos como suyos. La culminación es una celebración gozosa donde todos encuentran su origen y su plenitud ("todas mis fuentes") en la comunión con Dios en esta ciudad santa.
Aplicación a nuestra actualidad (en su sentido eclesiológico)
Para los cristianos, esta visión profética de Sión encuentra su cumplimiento en la Iglesia, la nueva Jerusalén, y nos ofrece una profunda comprensión de su naturaleza y misión:
La Iglesia, Fundación Divina y Amada por Dios: "El Señor ama la Ciudad que fundó...". La Iglesia no es una invención humana, sino una fundación de Dios, amada por Él. Nuestra pertenencia a la Iglesia nos inserta en esta historia de amor.
La Iglesia, Patria Universal: "Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles... han nacido en ella". Egipto y Babilonia eran los grandes imperios opresores. Los filisteos, tirios y etíopes eran pueblos paganos. El salmo profetiza que la Iglesia está destinada a acoger a todos, incluso a los antiguos "enemigos". Es el corazón de la catolicidad (universalidad) de la Iglesia. Nos desafía a derribar cualquier muro de nacionalismo, raza o cultura dentro de la comunidad de fe.
El Bautismo como Nuevo Nacimiento: "Este y aquel han nacido en ella... El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Este ha nacido en ella»". Esta es una hermosa imagen del Bautismo. A través del Bautismo, "nacemos de nuevo" y somos inscritos en el "libro de la vida" como ciudadanos de la Iglesia, la patria celestial. No importa nuestro origen terrenal; nuestro verdadero nacimiento es el que nos hace hijos de Dios y miembros de su pueblo.
La Iglesia, Fuente de Vida: "Y todos cantarán, mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti»". La Iglesia, como dispensadora de la gracia de Dios a través de la Palabra y los Sacramentos, es la "fuente" de nuestra vida espiritual. Es en ella donde encontramos el agua viva que sacia nuestra sed más profunda y nos lleva a una alegría desbordante ("cantarán, mientras danzan").
Este salmo es una visión de esperanza para una Iglesia a menudo herida por las divisiones. Nos recuerda nuestro llamado a ser una comunidad verdaderamente universal, donde personas de todas las naciones puedan "nacer de nuevo" y encontrar su hogar. Nos invita a celebrar con gozo nuestra ciudadanía en esta Ciudad de Dios y a beber de las "fuentes" de gracia que en ella brotan.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera puedo contribuir a que mi comunidad de fe (mi "Sión") sea un lugar donde personas de diferentes orígenes y experiencias se sientan verdaderamente "nacidas allí", acogidas y valoradas?
¿Qué "Egiptos" o "Babilonias" (personas o grupos que considero distantes o incluso hostiles) estoy llamado a ver con los ojos de Dios, como potencialmente "fieles" y parte de su familia?
¿Soy consciente de que, por mi bautismo, estoy "inscrito/a en el registro" de Dios como ciudadano/a de su Ciudad? ¿Cómo vivo esta dignidad?
¿En qué medida experimento que "todas mis fuentes" – mi alegría más profunda, mi sentido de vida, mi esperanza – se encuentran en Dios y en la comunión con su pueblo, la Iglesia?
Oración
Señor, Dios nuestro, que fundaste tu Ciudad sobre el amor y la fidelidad, y deseas que todos los pueblos encuentren en ti su hogar y su origen. Abre nuestros corazones para acoger a cada persona como un hermano, una hermana, "nacido en ti". Ayúdanos a derribar los muros que nos separan y a construir una comunidad donde todos puedan cantar con alegría: "Todas mis fuentes están en ti". Que tu Iglesia sea un verdadero reflejo de esa Sión celestial, madre universal de todos los que te buscan. Amén.