Romanos 5,5-11
"El Amor de Dios Derramado: Reconciliados por Cristo cuando Aún Éramos Pecadores"
“5 y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado. 6 En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los impíos. 7 Difícilmente alguien dará su vida por un justo, aunque tal vez haya alguno que se arriesgue por una persona de bien. 8 Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. 9 Con mayor razón entonces, ahora que hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él de la ira de Dios. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida! 11 Y esto no es todo: nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.”
Contexto
Este pasaje de la Carta de San Pablo a los Romanos se encuentra en una sección donde Pablo está desarrollando el tema de la justificación por la fe y sus frutos. Ha hablado de la paz con Dios que obtenemos por la fe en Jesucristo (Romanos 5,1) y de la esperanza de la gloria de Dios, una esperanza que no defrauda (Romanos 5,2-5a). Ahora, Pablo explica por qué esta esperanza es segura: porque se fundamenta en el amor inmenso de Dios, demostrado de manera suprema en la muerte de Cristo por nosotros cuando éramos pecadores e incluso enemigos suyos.
Tema Central
El tema central es la manifestación suprema del amor de Dios hacia la humanidad: la muerte sacrificial de Cristo por nosotros, no cuando éramos buenos o justos, sino cuando éramos "débiles", "impíos", "pecadores" y "enemigos" de Dios. Este amor, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, es la base de nuestra esperanza, nuestra justificación (ser hechos justos ante Dios), nuestra reconciliación con Dios y nuestra salvación final. Como resultado, podemos gloriarnos en Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pablo son una de las expresiones más poderosas del núcleo del Evangelio y tienen una aplicación transformadora para nuestra vida:
El Amor Incondicional de Dios: "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores". Este es el corazón del mensaje. El amor de Dios no está condicionado a nuestra bondad o a nuestros méritos. Él nos amó primero, en nuestra condición de pecadores, hasta el extremo de entregar a su Hijo. Esta verdad nos libera de la necesidad de "ganarnos" el amor de Dios y nos permite descansar en su gracia inmerecida.
Esperanza que No Defrauda: "La esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo". Nuestra esperanza cristiana no es un vago optimismo, sino una certeza fundada en el amor de Dios que ya hemos experimentado a través del don del Espíritu. El Espíritu Santo en nosotros es la garantía y el anticipo de la gloria futura.
Reconciliación y Salvación por Cristo: Éramos "enemigos", pero "fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo". La muerte de Cristo repara la ruptura causada por el pecado y nos restaura a la amistad con Dios. Y si Dios hizo lo más difícil (reconciliarnos cuando éramos enemigos), "¡con cuánta más razón, ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida!". Su vida resucitada es la fuente de nuestra salvación continua y final.
Justificados por su Sangre: "Hemos sido justificados por su sangre". La "sangre" de Cristo se refiere a su muerte sacrificial. Por su entrega, somos hechos justos a los ojos de Dios, no por nuestras propias obras, sino por la fe en Él.
Gloriarse en Dios: "Nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo". La respuesta a esta inmensa demostración de amor y gracia no es la auto-glorificación, sino el gloriarse en Dios mismo, en lo que Él ha hecho por nosotros a través de Jesús. Nuestra alegría y nuestro orgullo se encuentran en Él.
Este pasaje nos invita a una profunda contemplación del amor insondable de Dios, que nos amó y nos salvó en Cristo no por nuestros méritos, sino por su pura gracia cuando éramos indignos. Esta verdad debe llenarnos de una esperanza inquebrantable, de una profunda gratitud, y de un deseo de vivir en la reconciliación y la amistad con Dios, gloriándonos solo en Él.
Preguntas para la reflexión
¿Soy verdaderamente consciente de que el amor de Dios por mí no depende de mi "bondad" o de mis "logros", sino que Él me amó "cuando todavía era pecador/a"? ¿Cómo me libera esta verdad?
¿De qué manera experimento el "amor de Dios derramado en mi corazón por el Espíritu Santo" como la base de mi esperanza cristiana?
Al pensar en que fui "reconciliado/a con Dios por la muerte de su Hijo" cuando era "enemigo/a", ¿cómo transforma esto mi visión de Dios y mi relación con Él?
¿Qué significa para mí hoy ser "justificado/a por la sangre de Cristo"? ¿Vivo con la libertad y la paz que brotan de esta justificación por la fe?
¿En qué o en quién tiendo a "gloriarme" (mis capacidades, mis posesiones, mis logros)? ¿Cómo puedo aprender a "gloriarme en Dios" por lo que Él ha hecho en mí a través de Jesucristo?
Oración
Padre de amor, te damos gracias porque nos has demostrado tu inmenso amor al enviar a tu Hijo Jesucristo a morir por nosotros cuando aún éramos pecadores y enemigos tuyos. Gracias porque por su sangre hemos sido justificados y por su muerte hemos sido reconciliados contigo. Derrama abundantemente tu amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos has dado, para que nuestra esperanza no quede defraudada y podamos gloriarnos siempre en Ti, por Jesucristo nuestro Señor, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación. Amén.