"¡Vengan y Escuchen! Dios Oyó Mi Oración"
«8» ¡Bendigan, pueblos, a nuestro Dios, hagan oír la voz de su alabanza! «9» El nos conservó la vida y no dejó que vacilaran nuestros pies. [...] «16» Vengan a escuchar todos los que temen a Dios, y les contaré lo que hizo por mí: «17» lo invoqué con mi boca y mi lengua lo ensalzó. [...] «20» ¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni me retiró su misericordia!»
Contexto
Este salmo (66 o 65) es fundamentalmente un himno de acción de gracias comunitaria. Sin embargo, en estos versículos seleccionados, especialmente a partir del 16, el tono cambia a un testimonio personal dentro de esa celebración comunitaria. Después de invitar a todos los pueblos a alabar a Dios por sus grandes obras históricas y por preservar la vida de la comunidad (vv. 8-9), el salmista da un paso al frente para compartir su experiencia personal de oración y liberación como prueba concreta de la bondad de Dios.
Tema Central
El tema central es el testimonio personal de gratitud por la intervención salvadora y la misericordia de Dios, ofrecido como una invitación a la comunidad para que escuchen y se unan a la alabanza. El salmista ha experimentado personalmente que Dios escucha la oración ("lo invoqué", "no rechazó mi oración"), preserva la vida ("nos conservó la vida") y es misericordioso ("no me retiró su misericordia"). Esta experiencia personal se convierte en un motivo poderoso para bendecir a Dios y animar a otros a confiar en Él.
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo nos anima de dos maneras. Primero, nos recuerda la importancia de compartir nuestro testimonio personal. El salmista dice: "Vengan a escuchar... les contaré lo que hizo por mí". Nuestras propias historias de cómo Dios ha actuado en nuestra vida, cómo ha respondido a nuestras oraciones, cómo nos ha sostenido en la dificultad o nos ha mostrado su misericordia, son una fuente de fe y ánimo para los demás. ¿Comparto yo con otros, de forma sencilla y natural, las maravillas que Dios hace en mi vida? Segundo, nos asegura que Dios escucha nuestra oración personal y concreta. El salmista no habla en general, sino de su oración: "lo invoqué con mi boca", "no rechazó mi oración". Esto nos anima a orar con confianza, a presentarle nuestras necesidades y a creer que Él no nos rechaza y su misericordia está siempre disponible. Nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida: ¿Puedo identificar momentos en que Dios "conservó mi vida" o "no dejó que vacilaran mis pies"? ¿He experimentado que Él escucha mi clamor? Reconocer esto nos lleva espontáneamente a la alabanza: "¡Bendito sea Dios!". ¿Qué sentimientos me genera recordar las veces que Dios ha escuchado mi oración?
Preguntas para la reflexión
¿Qué "historia personal" de la acción de Dios en mi vida podría compartir con alguien cercano para animar su fe?
¿Recuerdo alguna ocasión específica en la que sentí que Dios "no dejó que vacilaran mis pies" en medio de una dificultad? ¿Le di gracias por ello?
¿Cómo afecta mi forma de orar el saber que Dios "no rechaza mi oración" y "no me retira su misericordia", incluso si no veo respuestas inmediatas?
¿A quién puedo invitar hoy, con mis palabras o mi ejemplo, a "bendecir a nuestro Dios"?
Oración
Señor, Dios nuestro, quiero bendecirte y hacer oír la voz de mi alabanza. Gracias porque me has conservado la vida y has sostenido mis pasos. Gracias porque escuchas mi oración cuando te invoco y nunca me retiras tu misericordia. Ayúdame a recordar siempre tus beneficios y dame la gracia de compartir con otros las maravillas que has hecho por mí, para que juntos podamos alabarte y bendecirte. ¡Bendito seas, Dios! Amén.