Éxodo 24,18bc; 31,18; 32,15-24, 30-34
"El Becerro de Oro: La Infidelidad del Pueblo y la Intercesión de Moisés"
“24,18bc Y permaneció en la montaña cuarenta días y cuarenta noches.
31,18 Cuando el Señor terminó de hablar con Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.
32,15 Moisés emprendió el descenso de la montaña, llevando en sus manos las dos tablas del Testimonio, que estaban escritas de un lado y de otro. 16 Esas tablas eran obra de Dios, y la escritura era la escritura de Dios, grabada sobre las tablas. 17 Al oír el clamor del pueblo que gritaba, Josué dijo a Moisés: «Hay gritos de guerra en el campamento». 18 Pero Moisés respondió: «No son gritos de victoria ni lamentos de derrota; los que oigo son cantos». 19 Y cuando estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció. Arrojó las tablas que tenía en sus manos y las hizo pedazos al pie de la montaña. 20 Después tomó el ternero que habían fabricado, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua y se la hizo beber a los israelitas. 21 Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que le atraigas un pecado tan grande?». 22 Aarón respondió: «Te ruego, señor, que no te enojes. Tú sabes bien que este pueblo es propenso al mal. 23 Ellos me dijeron: “Fabrícanos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto”. 24 Yo les respondí: “El que tenga oro, que se desprenda de él”. Ellos me lo dieron, yo lo eché al fuego y salió este ternero».
32,30 Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado. Pero yo subiré a encontrarme con el Señor. Quizá pueda obtener el perdón de este pecado». 31 Moisés volvió a la presencia del Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un gran pecado, al fabricarse un dios de oro. 32 Con todo, te ruego que perdones su pecado. Si no, ¡bórrame del libro que tú has escrito!». 33 El Señor respondió a Moisés: «Al que ha pecado contra mí, a ese lo borraré de mi libro. 34 Y ahora, ve y conduce al pueblo adonde yo te he dicho. Mi Ángel irá delante de ti, pero cuando llegue el día del castigo, yo les pediré cuenta de su pecado».”
Contexto
Este pasaje narra uno de los eventos más trágicos y significativos de la travesía de Israel por el desierto: la apostasía del becerro de oro. Mientras Moisés está en la cima del Monte Sinaí durante cuarenta días, recibiendo la Ley de Dios escrita en las tablas de piedra, el pueblo, impaciente y ansioso por la "tardanza" de Moisés, presiona a Aarón para que les fabrique un ídolo visible. El pasaje describe el contraste entre la revelación divina en la montaña y la infidelidad del pueblo en el campamento, la ira justa de Moisés, y su posterior y poderosa intercesión para salvar al pueblo de la destrucción.
Tema Central
El tema central es la infidelidad radical del pueblo a la alianza recién sellada con Dios, manifestada en el pecado de la idolatría, y la figura de Moisés como mediador. Se destaca la ira de Moisés, que refleja la ira de Dios ante la traición, y, sobre todo, su conmovedora oración de intercesión, donde se ofrece a sí mismo en lugar del pueblo, mostrando la profundidad de su liderazgo pastoral. Dios, aunque mantiene su justicia, responde a la intercesión de Moisés con misericordia, perdonando al pueblo y renovando la promesa de su guía.
Aplicación a nuestra actualidad
La historia del becerro de oro es un espejo permanente de nuestras propias infidelidades y de la necesidad de mediación y misericordia:
La Impaciencia y la Necesidad de lo Visible: "No sabemos qué le ha pasado a Moisés... Fabrícanos un dios que vaya al frente de nosotros". La idolatría del pueblo nace de la impaciencia y de la incapacidad de confiar en un Dios invisible. Quieren un dios que puedan ver, controlar y que se ajuste a sus expectativas. Esta es una tentación constante para nosotros: fabricar "becerros de oro" (ídolos de la seguridad material, el poder, el éxito, la ideología, incluso una imagen de Dios a nuestra medida) cuando Dios parece "tardarse" o su camino nos parece incierto.
La Fragilidad de los Compromisos: El pueblo que había dicho "Obedeceremos y haremos todo lo que diga el Señor" (Éxodo 24,7) es el mismo que ahora adora a un ídolo. Esto nos muestra la fragilidad de nuestras propias promesas y la necesidad constante de la gracia de Dios para perseverar en la fidelidad.
La Ira Santa ante el Pecado: La reacción de Moisés al romper las tablas es un acto profético. Simboliza que el pueblo, con su pecado, ha roto la Alianza. A veces, una "ira santa" ante la injusticia, la idolatría o el pecado grave es una reacción legítima que busca defender la gloria de Dios y despertar la conciencia.
La Intercesión Sacrificial: La oración de Moisés es uno de los puntos culminantes de su vida: "Con todo, te ruego que perdones su pecado. Si no, ¡bórrame del libro que tú has escrito!". Moisés se identifica tan profundamente con su pueblo pecador que está dispuesto a cargar con su castigo. Es una prefiguración poderosa de Jesucristo, el único Mediador, que no solo intercedió, sino que realmente cargó con nuestros pecados en la cruz. Estamos llamados a interceder por los demás con este mismo amor sacrificial.
La Justicia y la Misericordia de Dios: Dios no ignora el pecado ("cuando llegue el día del castigo, yo les pediré cuenta"), pero su misericordia triunfa gracias a la intercesión. No destruye al pueblo. Su respuesta nos enseña que el pecado tiene consecuencias, pero que la puerta al perdón siempre está abierta a través de la intercesión y el arrepentimiento.
Esta historia es una advertencia solemne contra la idolatría y la impaciencia en la fe, pero también es una fuente de inmensa esperanza. Nos muestra que, a pesar de nuestras peores traiciones, hay un Mediador que intercede por nosotros (Moisés, y en plenitud, Jesús), y que el corazón de Dios, aunque justo, está siempre inclinado a la misericordia.
Preguntas para la reflexión
¿Cuáles son los "becerros de oro" que yo tiendo a fabricar en mi vida cuando siento que Dios "tarda" o su presencia no es tangible?
¿Soy consciente de la fragilidad de mis propias promesas y de mi necesidad constante de la gracia de Dios para ser fiel a la Alianza?
¿Qué situaciones de injusticia o de ofensa a Dios despiertan en mí una "ira santa" que me mueva a la acción y a la oración, y no a la simple condena?
¿Mi oración de intercesión por los demás (mi familia, mi comunidad, el mundo) tiene algo de la pasión y el amor sacrificial de Moisés, que se ofrece por su pueblo?
¿Cómo equilibro en mi comprensión de Dios su justicia (el pecado tiene consecuencias) y su inmensa misericordia (siempre está dispuesto a perdonar)?
Oración
Señor, Dios paciente y misericordioso, líbranos de toda idolatría. Cuando la impaciencia nos invada y tu presencia parezca lejana, no permitas que fabriquemos dioses a nuestra medida. Perdona nuestra infidelidad y, por la intercesión de Jesucristo, nuestro único Mediador, que se ofreció a sí mismo por nuestros pecados, bórrranos del libro de la muerte y escríbenos en el libro de la vida. Que, conducidos por tu Ángel, caminemos siempre en fidelidad a tu Alianza. Amén.