Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
"¡Vanidad de Vanidades! El Desgaste Inútil del Afán Humano"
“1,2 ¡Vanidad de vanidades!, dice el Predicador, ¡vanidad de vanidades, todo es vanidad!
2,21 Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y con éxito, tiene que dejar su parte a otro que no hizo nada para ganársela. También esto es vanidad y una grave desgracia. 22 ¿Qué saca entonces el hombre de todas las fatigas y de todos los afanes de su corazón con que se esfuerza bajo el sol? 23 Porque todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón. También esto es vanidad.”
Contexto
El libro del Eclesiastés (o Qohélet, "el Predicador") es un libro de sabiduría en el Antiguo Testamento que ofrece una reflexión profunda y a veces desconcertante sobre el sentido de la vida. El autor observa el mundo "bajo el sol" (es decir, desde una perspectiva puramente humana y terrenal) y llega a la conclusión de que muchos de los afanes y logros humanos son "vanidad" (hebel en hebreo), una palabra que significa "vaho", "soplo", "vacío", "futilidad". El versículo 1,2 es el lema que abre y cierra el libro. La sección del capítulo 2 forma parte de la investigación del Predicador sobre dónde se encuentra la felicidad, y aquí analiza la frustración que produce el trabajo.
Tema Central
El tema central de estos versículos es la futilidad y el sinsentido del afán humano y del trabajo cuando se consideran únicamente desde una perspectiva terrenal. El esfuerzo, la sabiduría y el éxito en el trabajo no garantizan la satisfacción, ya que sus frutos deben ser dejados a otros, y el proceso mismo del trabajo está lleno de fatiga y sufrimiento, sin proporcionar descanso ni al cuerpo ni al alma. Todo esto es calificado como "vanidad", un esfuerzo vacío.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras del Predicador, aunque pueden parecer pesimistas a primera vista, son en realidad una dosis de realismo muy necesaria y una invitación a buscar un sentido más profundo en la vida:
Cuestionar la Búsqueda del Éxito Terrenal: Vivimos en una cultura que a menudo glorifica el trabajo, el éxito profesional y la acumulación de bienes como el fin último de la vida. El Eclesiastés nos desafía a cuestionar esta mentalidad. Nos pregunta: "¿Qué saca entonces el hombre de todas las fatigas...?". Si el único objetivo de nuestro trabajo es el éxito material o el reconocimiento, nos encontraremos con la frustración de que es efímero y de que no podemos llevárnoslo con nosotros.
La Ansiedad del Afán: "Todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón". El Predicador describe perfectamente el estrés y la ansiedad del hombre moderno que vive para trabajar. Cuando el trabajo se convierte en un ídolo, consume nuestra vida, nos roba la paz y no nos permite descansar ni física ni espiritualmente.
La Realidad de la Muerte y la Herencia: "...tiene que dejar su parte a otro que no hizo nada para ganársela". La muerte pone en perspectiva todos nuestros logros terrenales. Trabajar solo para acumular para uno mismo se revela como una "grave desgracia" ante la certeza de que todo quedará atrás.
Una Invitación a Buscar un Sentido Trascendente: El Eclesiastés, al demostrar la "vanidad" de todo lo que está "bajo el sol", no nos invita a la desesperación, sino a levantar la mirada. Si la felicidad no se encuentra en la riqueza, el placer o el trabajo por sí mismos, entonces debe estar en otro lugar. Aunque este pasaje no da la respuesta, el libro en su conjunto apunta hacia Dios. Es una preparación para el Evangelio, que nos enseña a "acumular tesoros en el cielo" (Mateo 6,20) y a encontrar nuestro propósito no solo en el "hacer", sino en la relación con nuestro Creador.
Darle un Sentido al Trabajo: Desde una perspectiva cristiana, el trabajo no es una vanidad si se realiza con una intención correcta: como un servicio a Dios y a los demás, como una forma de colaborar en la obra de la creación, y como un medio para crecer en virtudes. Lo que es "vanidad" es el trabajo egoísta y sin un horizonte trascendente.
Este pasaje es una invitación a la sabiduría. Nos llama a no poner nuestro corazón ni nuestra seguridad en los afanes de este mundo. Nos anima a trabajar, sí, pero con libertad interior, sabiendo que nuestro verdadero descanso y nuestro tesoro último no se encuentran aquí "bajo el sol", sino en Dios, quien da sentido a todas nuestras fatigas.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera me siento identificado/a con la descripción del Predicador sobre las fatigas, los afanes y la falta de descanso del corazón a causa del trabajo o de otras preocupaciones?
¿Qué "tesoros" estoy acumulando con mi trabajo y mis esfuerzos? ¿Son cosas que tendré que "dejar a otro", o estoy invirtiendo también en lo que tiene un valor eterno?
¿Cómo puedo yo encontrar un mayor descanso para mi corazón y mi mente, incluso en medio de mis responsabilidades y ocupaciones diarias?
Si "todo es vanidad" cuando se vive solo "bajo el sol", ¿cómo puedo yo vivir mi vida (trabajo, relaciones, etc.) con una perspectiva más trascendente, orientándola hacia Dios?
¿Qué sentido le doy a mi trabajo? ¿Es solo una fuente de ingresos y de afán, o lo veo también como una oportunidad de servicio, de colaboración con Dios y de crecimiento personal y espiritual?
Oración
Señor, Dios de la eternidad, que ves nuestros afanes y fatigas bajo el sol. Líbranos de la vanidad de poner nuestro corazón en los tesoros pasajeros de este mundo. Ayúdanos a encontrar el verdadero sentido de nuestro trabajo, realizándolo no con un corazón agobiado, sino como un servicio a Ti y a nuestros hermanos. Que encontremos nuestro único y verdadero descanso en Ti, que eres el único que puede saciar los anhelos de nuestro corazón. Amén.